DEL VALE DESCUENTO A LA RECETA ELECTRÓNICA
El sistema de prescripción por el médico de nuestro sistema nacional de salud se basa en la cumplimentación de un modelo de receta (el clásico verde para los trabajadores y rojo para los pensionistas) en forma de cheque al portador, uno por especialidad farmacéutica, con la principal misión de aplicar un descuento al precio de los medicamentos y de facturar tras ello a las farmacias. La receta no sería más que un vale descuento para los ciudadanos pensionistas y trabajadores que acuden al sistema nacional de salud en sus medicamentos.
Esto hace que muchas consultas al médico de familia se hagan con el único fin de que el médico cumplimente este documento con el fin de que el ciudadano tenga derecho a dicho descuento. Esto da pie a múltiples consultas para repetir medicación crónica, y a consultas improcedentes para “pasar” las recetas de médicos privados o de mutuas asistenciales etc...causa frecuente de desavenencias y conflictos en la relación médico/paciente en nuestras consultas
Este hecho burocrático y el tipo de impreso arrastrado ille tempore ha condicionado en gran medida el funcionamiento de las consultas de los médicos, de atención primaria fundamentalmente.
Pues, que este tipo de documento solo permita la introducción de un solo medicamento por receta (excepciones puntuales en inyectables como antibióticos...) ha generado y genera una considerable carga de trabajo a los médicos de familia, enfermeras y administrativos de los centros de salud. Baste decir que hasta no hace mucho el 40-50% de los contactos con el médico de familia eran exclusivamente para la repetición de la medicación. En este momento con la participación de enfermería y la prescripción para más largo tiempo los contactos con el sistema sanitario por este motivo se han reducido pero son causa frecuente de visita al médico o enfermera de atención primaria.
El actual modelo de receta consume ingentes cantidades de papel resintiéndose nuestros bosques (siempre me sale la vena ecologista), consume gran de recursos humanos (administración, enfermería, médicos, farmacéuticos) difícilmente cuantificables, burocratiza y funcionariza la actividad de nuestros sanitarios y hace perder gran cantidad de tiempo a los sufridos pacientes.
Para paliar este hecho, la administración diseñó un sistema de recetas de largo tratamiento -copias de recetas con fechas distintas-, las famosas TLD, de escaso éxito; lo informatizó mejorando la mecánica del proceso, y actualmente se propone, como paso siguiente, implementar, en este momento en nuestra isla la llamada receta electrónica.
La realidad es que según nuestro punto de vista todo esto no son más que apaños, parches con que hacer más fácil esta tarea sin abordar de una manera seria la causa del problema, que no es más que la falta en nuestro país de una receta de multiprescripción en la que se puedan recetar más de un medicamento y por un tiempo más dilatado, como si ocurre en la mayoría de países occidentales.
La petición del cambio de este documento se ha hecho en multitud de ocasiones a la administración sanitaria por asociaciones de médico del primer nivel, pero por lo visto no debe ser tarea fácil pues, independientemente del régimen político (preconstitucional, constitucional), o de partidos (PSOE, PP…) nadie se ha puesto por ahora manos a la obra.
Es posible que este tema vaya enlazado con el de nuestro particular sistema de oficinas de farmacias, habida cuenta que para desarrollar un sistema como el actual de recetas electrónicas precisas una determinada estructura de estas. Estructura que en este momento se tambalea al estar inmerso nuestro país en un conflicto judicial arrastrado desde el 2006 por el que Bruselas obliga a España, Italia y Austria a liberalizar sus farmacias, abriendo el sector y permitiendo la apertura de estas incluso con capital ajeno a los farmacéuticos (cadenas de farmacias, grandes superficies).
La receta electrónica es un paso hacia adelante pero en un sentido que no creo que sea el apropiado, habida cuenta que la estructura de las oficinas de farmacias con gran probabilidad cambiará, y su puesta en funcionamiento abre otras inquietudes entre los profesionales al prescindir de la enfermera (control de la cumplimentación del enfermo crónicos, prescripción en patologías menores) y recaer otra vez en el médico el 100% de esta actividad, aumentando las ya de sí sobrecargadas consultas, se crean fronteras con otras CCAA (pacientes que realizan viajes, desplazados que acuden a nuestras consultas ...) y lo que es más grave y de lo que se hacen eco los foros de médicos de familia, se aumentan los riesgos, que ya teníamos con la instauración de la historia clínica electrónica, de pérdida de confidencialidad del paciente al ser mas los actores -en este caso de farmacia- que con mayor facilidad tendrán acceso a los datos de nuestros pacientes. (Diario insular MENORCA. 2008 (21.328) 04 Octubre: 20)
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