La ingesta de carbohidratos refinados influye en el comportamiento alimentario
Cada vez se habla más de la calidad de la dieta que de las calorías consumidas. Las dietas hipoglucídicas o hiperproteicas, frente a las dietas equilibradas serían el paradigma de este hecho al mostrar parecidos resultados a largo plazo pero diferencias sustanciales al inicio de las mismas.
Comentamos en este post el hecho de que la composición de la dieta puede influir en el comportamiento del individuo frente a la ingesta.
En este caso se examina el efecto del índice glucémico (IG) de los alimentos sobre la actividad cerebral en el período postprandial tras el intervalo entre dos comidas.
Se trata de un ensayo clínico aleatorizado (ECA) y ciego de diseño transversal sobre una pequeña muestra de 12 individuos varones con sobrepeso u obesidad de entre 18-35 años a los que se les dio a ingerir alimentos con alto (84%) o bajo IG (37%) manteniendo las calorías, los macronutrientes, la apariencia de los alimentos, el sabor, el olor y la textura en dos ocasiones, sin conocer por tanto cual correspondía a cada grupo.
El objetivo primario fue la medición del flujo sanguíneo cerebral en estado basal de actividad cerebral, utilizando un sistema sofisticado de resonancia magnética funcional y a las 4 horas tras la ingesta. La hipótesis inicial fue que la actividad cerebral debería aumentar en ciertas zonas cerebrales relacionadas con el comportamiento alimentario, la recompensa y el deseo (craving), tras la ingesta de dietas con alto IG.
Según ésto, el incremento en la concentración glucémica venosa fue entre 2-4 veces mayor a las 4 horas de la ingesta de alimentos con mayor IG que con menor IG (p= 0,0001), seguido de una caída de la concentración de glucosa a las 4 horas tras la ingesta (5,30 ± 0,16 frente a 4,70 ± 0,14 p= 0,005). Al tiempo que se elevaba la sensación de hambre (p= 0,04) en ese momento y que se correspondía con un aumento de la actividad cerebral (8,2% de diferencia relativa en el flujo sanguíneo cerebral) en áreas específicas cerebrales derechas (p = 0,0006) (núcleo acumbeus) y que se extendían a otras áreas como el núcleo estriado y el área olfatoria.
Concluyen que con una dieta isocalórica la ingesta de alimentos con alto IG frente a bajo IG, disminuye las concentraciones plasmáticas de glucosa entre las comidas, incrementándose la sensación de hambre asociada a la estimulación de ciertas zonas cerebrales asociadas con el deseo y la recompensa en el período postprandial que influía en el comportamiento frente a la siguiente comida.
Lo que apoyaría la idea de que la ingesta de carbohidratos refinados independientemente de las calorías consumidas pueden tener influencia con la adicción a los alimentos en ciertas personas susceptibles (obesos, individuos con sobrepeso).
Con todo se trata de un estudio muy modesto que sugiere una línea de investigación muy esperanzadora.
Lennerz BS, Alsop DC, Holsen LM, Stern E, Rojas R, Ebbeling CB, Goldstein JM, Ludwig DS.
Effects of dietary glycemic index on brain regions related to reward and craving in men.
Am J Clin Nutr. 2013 Jun 26. [Epub ahead of print]
miércoles, 31 de julio de 2013
sábado, 27 de julio de 2013
El tango de la guardia vieja de Arturo Pérez-Reverte
El tango de la guardia vieja de Arturo Pérez-Reverte
Suelo seguir los libros y escritos que publica este autor. Lo hago porque los considero garantizados. Garantizados en cuanto al argumento, el estilo narrativo y literario. Realmente disfruto. Creo que los libros los he leído casi todos.
Este, libro, sin embargo, es algo distinto, y a la vez parecido a los anteriores. Distinto, porque es más intimista ahondando en la historia de algunos, pocos, personajes a lo largo de algunos cortes temporales durante largo tiempo de la vida de estos. Estos episodios se van introduciendo magistralmente para mantener el suspense del relato. Y, parecido, pues cada escena tiene el sello indistinguible del estilo de Perez-Reverte. Sea por lo primero, que al principio decepciona algo, y por lo segundo que a medida que los sigues que te va cautivando hasta que lo acabas. Me gustó en cuanto a las descripciones de los momentos, sentimientos y épocas en las que discurre el relato, pero me faltó algo de las “novelas de aventuras” a las que nos tiene acostumbrados. Con todo, un buen libro para leer en esta época, si bien es cierto que si se espera que el libro te enganche desde el principio puede surgir algo de desencanto. Por ello recomiendo algo de paciencia pues al final engancha… Recomendable.
El tango de la Guardia Vieja. Ed Alfaguara
Suelo seguir los libros y escritos que publica este autor. Lo hago porque los considero garantizados. Garantizados en cuanto al argumento, el estilo narrativo y literario. Realmente disfruto. Creo que los libros los he leído casi todos.
Este, libro, sin embargo, es algo distinto, y a la vez parecido a los anteriores. Distinto, porque es más intimista ahondando en la historia de algunos, pocos, personajes a lo largo de algunos cortes temporales durante largo tiempo de la vida de estos. Estos episodios se van introduciendo magistralmente para mantener el suspense del relato. Y, parecido, pues cada escena tiene el sello indistinguible del estilo de Perez-Reverte. Sea por lo primero, que al principio decepciona algo, y por lo segundo que a medida que los sigues que te va cautivando hasta que lo acabas. Me gustó en cuanto a las descripciones de los momentos, sentimientos y épocas en las que discurre el relato, pero me faltó algo de las “novelas de aventuras” a las que nos tiene acostumbrados. Con todo, un buen libro para leer en esta época, si bien es cierto que si se espera que el libro te enganche desde el principio puede surgir algo de desencanto. Por ello recomiendo algo de paciencia pues al final engancha… Recomendable.
El tango de la Guardia Vieja. Ed Alfaguara
lunes, 22 de julio de 2013
¿Cura la apariencia del médico?
¿Cura la apariencia del médico?
¿Confiaríamos en un doctor que nos atendiera en camiseta?, ¿o en pantalones cortos?. De la indumentaria de los médicos hablamos hace tres años en un post que tuvo alguna repercusión. Ahora al hilo de un artículo en la BBC me he vuelto a acordar de el, al tiempo que me venía a la memoria la cantidad de médicos que en esta época veraniega, al menos en atención primaria, asisten a los pacientes con pantalones cortos, chanclas…
Como comentamos, según Hipócrates, “el médico debe mantenerse limpio, vestirse correctamente y unguido por aromas agradables”, y algo así es lo que distingue al médico (traje y corbata) del resto de profesionales en ciertos países. En otros, el aspecto externo no se cuida tanto y la indumentaria tiende a ser más funcional o en la mayoría de casos estándar (bata o pijama sanitario), pero siempre distinta del ciudadano de la calle.
Según el articulista los pacientes muchas veces se quejan de no saber quién es el doctor, pues no lleva ningún distintivo y entienden que el pertenecer a una profesión especial tiene que dar pie que la indumentaria este acorde con este rango. Tal vez esta idea esté más extendida entre la población de países donde la sanidad es fundamentalmente privada, que no en aquellos donde el médico es un profesional asalariado, cuando no un funcionario, como el nuestro.
Sin embargo, en ciertos países se prohíbe a los médicos llevar colgantes, corbatas, lazos, mangas largas, relojes de pulsera… cuando están trabajando como una medida de higiene para evitar contagios, sin embargo, como señala dicho artículo, no existen evidencias que estas medidas hayan contribuido en el descenso en la trasmisión de infecciones. Con todo, parece razonable pensar que serían medidas de higiene que, como el lavarse las manos, contribuirían a evitar los contagios.
Por otro lado, ya vimos en el anterior post, como la calidad aparente del médico también se mide por su imagen y que esta influiría en el arte de curar. La apariencia no solo en el vestir si no en el aspecto, sea atlético, obeso, descuidado, limpio…Y es que es difícil convencer a un paciente que no fume si tu fumas, o que haga ejercicio si su apariencia es totalmente sedentaria…
En el estudio que comentamos, en el anterior post, se concluyó que para el 82% a los encuestados la apariencia externa del médico era importante pues le generaría confianza, seguridad, y contribuiría a la adherencia al tratamiento… Por ello, identificar a un profesional por su indumentaria no sería un asunto baladí. En este aspecto no entiendo excesivamente a nuestros compañeros pediatras que para (creo) evitar supuestos “traumas psicológicos” a los niños atienden a estos de calle evitando identificar al médico con aquel individuo que lleva bata blanca y fonendo.
Y es que al margen de la higiene, la coherencia externa del galeno debe estar en relación con el mensaje que se trasmite para que cumpla su objetivo. Y como señalamos, el hábito no hace al monje, pero ayuda.
Shakaib U, Rehman, MD, Nietert PJ, Dennis W, Cope DW, Kilpatrick AO, Johnson RH. What to wear today? Effect of doctor’s attire on the trust and confidence of patients. Am J Med. 2005 Nov;118(11):1279-86
¿Confiaríamos en un doctor que nos atendiera en camiseta?, ¿o en pantalones cortos?. De la indumentaria de los médicos hablamos hace tres años en un post que tuvo alguna repercusión. Ahora al hilo de un artículo en la BBC me he vuelto a acordar de el, al tiempo que me venía a la memoria la cantidad de médicos que en esta época veraniega, al menos en atención primaria, asisten a los pacientes con pantalones cortos, chanclas…
Como comentamos, según Hipócrates, “el médico debe mantenerse limpio, vestirse correctamente y unguido por aromas agradables”, y algo así es lo que distingue al médico (traje y corbata) del resto de profesionales en ciertos países. En otros, el aspecto externo no se cuida tanto y la indumentaria tiende a ser más funcional o en la mayoría de casos estándar (bata o pijama sanitario), pero siempre distinta del ciudadano de la calle.
Según el articulista los pacientes muchas veces se quejan de no saber quién es el doctor, pues no lleva ningún distintivo y entienden que el pertenecer a una profesión especial tiene que dar pie que la indumentaria este acorde con este rango. Tal vez esta idea esté más extendida entre la población de países donde la sanidad es fundamentalmente privada, que no en aquellos donde el médico es un profesional asalariado, cuando no un funcionario, como el nuestro.
Sin embargo, en ciertos países se prohíbe a los médicos llevar colgantes, corbatas, lazos, mangas largas, relojes de pulsera… cuando están trabajando como una medida de higiene para evitar contagios, sin embargo, como señala dicho artículo, no existen evidencias que estas medidas hayan contribuido en el descenso en la trasmisión de infecciones. Con todo, parece razonable pensar que serían medidas de higiene que, como el lavarse las manos, contribuirían a evitar los contagios.
Por otro lado, ya vimos en el anterior post, como la calidad aparente del médico también se mide por su imagen y que esta influiría en el arte de curar. La apariencia no solo en el vestir si no en el aspecto, sea atlético, obeso, descuidado, limpio…Y es que es difícil convencer a un paciente que no fume si tu fumas, o que haga ejercicio si su apariencia es totalmente sedentaria…
En el estudio que comentamos, en el anterior post, se concluyó que para el 82% a los encuestados la apariencia externa del médico era importante pues le generaría confianza, seguridad, y contribuiría a la adherencia al tratamiento… Por ello, identificar a un profesional por su indumentaria no sería un asunto baladí. En este aspecto no entiendo excesivamente a nuestros compañeros pediatras que para (creo) evitar supuestos “traumas psicológicos” a los niños atienden a estos de calle evitando identificar al médico con aquel individuo que lleva bata blanca y fonendo.
Y es que al margen de la higiene, la coherencia externa del galeno debe estar en relación con el mensaje que se trasmite para que cumpla su objetivo. Y como señalamos, el hábito no hace al monje, pero ayuda.
Shakaib U, Rehman, MD, Nietert PJ, Dennis W, Cope DW, Kilpatrick AO, Johnson RH. What to wear today? Effect of doctor’s attire on the trust and confidence of patients. Am J Med. 2005 Nov;118(11):1279-86
domingo, 14 de julio de 2013
Cuidado con los efectos anticolinérgicos de los fármacos en las personas mayores
Cuidado con los efectos anticolinérgicos de los fármacos en las personas mayores
Es frecuente que cuando se prescriben fármacos anticolinérgicos no se piense si estos puedan tener algún que otro efecto secundario. Efectos secundarios que son comunes en la medicación de nuestros pacientes más mayores, no solo por el consumo de estos fármacos si no porque además los niveles de acetilcolina en estas edades suelen estar disminuídos.
A grandes rasgos el efecto anticolinérgico (EAC) es aquel que contrarresta la acción de la acetilcolina, como sequedad bucal (falta de saliva), ocular (disminución de lágrimas), retención urinaria, estreñimiento etc… pero además pueden afectar al área cognitiva.
Los fármacos que habitualmente se utilizan y tienen EAC son algunos de aquellos que se utilizan en el aparato respiratorio (ipratropio, tiotropio…), urinario (oxybutinina, tolterodina, solifenacina…), antidepresivos tricíclicos, antihistamínicos (difenhidramina, dimenhidrinato), y algunos antidepresivos ISRS (fluoxetina…)…
El trabajo que comentamos tiene que ver con los EAC de estos fármacos que utilizamos en nuestros pacientes más mayores y el riesgo de presentar alteraciones cognitivas leves (ACL) o demencia.
Es un estudio realizado de forma retrospectiva y en atención primaria (Indianapolis, EEUU) sobre 3.690 personas mayores de 65 años enmarcados en el Wishard Health Services (WHS) entre enero del 2002 y octubre del 2003, a los que se les había realizado una valoración cognitiva y tenían su medicación registrada desde un año antes. La función cognitiva se midió en dos fases de cribado seguidos de un proceso diagnóstico con profesionales ad hoc (psicólogos, neurólogos…) en aquellos que los test dieron un resultado positivo. Se definieron tres patrones de exposición al EAC teniendo en cuenta el tiempo de exposición a los EAC, el número de medicación con estos efectos dispensada y la gravedad de los efectos según una escala, la Anticholinergic Cognitive Burden. Tras ello y comparando aquellos expuestos a EAC y aquellos otros no expuestos EAC y tras ajustar por edad, género y comorbilidad subyacente la odds ratio (OR) de tener ACL fue del 2,73 (IC 95%, 1,27-5,87) en aquellos que fueron expuestos al menos a tres posibles fármacos con EAC leves durante al menos 90 días. En cuanto al OR de presentar demencia fue de 0,43 (IC 95%, 0,1-1,8).
La asociación entre los EAC y la cognición depende no solo de la duración en la exposición a estos fármacos si no de la potencia de estos. Según ésto el riesgo de ACL se incrementó un 50% si los ancianos recibían al menos tres fármacos con EAC leves durante 90 días y del 100% si recibían uno solo con EAC graves más de 60 días.
Concluyen, que la exposición a medicación con EAC podría ser un factor de riesgo de presentar ACL. Que la utilización durante solo 2 meses en problemas como insomnio, incontinencia urinaria, …podría incrementar el riesgo de desarrollar la EAC. Una situación que puede ser reversible pero también la antesala, en muchos casos, de la demencia.
Cai X, Campbell N, Khan B, Callahan C, Boustani M. Long-term anticholinergic use and the aging brain. Alzheimers Dement. 2013 Jul;9(4):377-85. doi: 10.1016/j.jalz.2012.02.005. Epub 2012 Nov 22.
Es frecuente que cuando se prescriben fármacos anticolinérgicos no se piense si estos puedan tener algún que otro efecto secundario. Efectos secundarios que son comunes en la medicación de nuestros pacientes más mayores, no solo por el consumo de estos fármacos si no porque además los niveles de acetilcolina en estas edades suelen estar disminuídos.
A grandes rasgos el efecto anticolinérgico (EAC) es aquel que contrarresta la acción de la acetilcolina, como sequedad bucal (falta de saliva), ocular (disminución de lágrimas), retención urinaria, estreñimiento etc… pero además pueden afectar al área cognitiva.
Los fármacos que habitualmente se utilizan y tienen EAC son algunos de aquellos que se utilizan en el aparato respiratorio (ipratropio, tiotropio…), urinario (oxybutinina, tolterodina, solifenacina…), antidepresivos tricíclicos, antihistamínicos (difenhidramina, dimenhidrinato), y algunos antidepresivos ISRS (fluoxetina…)…
El trabajo que comentamos tiene que ver con los EAC de estos fármacos que utilizamos en nuestros pacientes más mayores y el riesgo de presentar alteraciones cognitivas leves (ACL) o demencia.
Es un estudio realizado de forma retrospectiva y en atención primaria (Indianapolis, EEUU) sobre 3.690 personas mayores de 65 años enmarcados en el Wishard Health Services (WHS) entre enero del 2002 y octubre del 2003, a los que se les había realizado una valoración cognitiva y tenían su medicación registrada desde un año antes. La función cognitiva se midió en dos fases de cribado seguidos de un proceso diagnóstico con profesionales ad hoc (psicólogos, neurólogos…) en aquellos que los test dieron un resultado positivo. Se definieron tres patrones de exposición al EAC teniendo en cuenta el tiempo de exposición a los EAC, el número de medicación con estos efectos dispensada y la gravedad de los efectos según una escala, la Anticholinergic Cognitive Burden. Tras ello y comparando aquellos expuestos a EAC y aquellos otros no expuestos EAC y tras ajustar por edad, género y comorbilidad subyacente la odds ratio (OR) de tener ACL fue del 2,73 (IC 95%, 1,27-5,87) en aquellos que fueron expuestos al menos a tres posibles fármacos con EAC leves durante al menos 90 días. En cuanto al OR de presentar demencia fue de 0,43 (IC 95%, 0,1-1,8).
La asociación entre los EAC y la cognición depende no solo de la duración en la exposición a estos fármacos si no de la potencia de estos. Según ésto el riesgo de ACL se incrementó un 50% si los ancianos recibían al menos tres fármacos con EAC leves durante 90 días y del 100% si recibían uno solo con EAC graves más de 60 días.
Concluyen, que la exposición a medicación con EAC podría ser un factor de riesgo de presentar ACL. Que la utilización durante solo 2 meses en problemas como insomnio, incontinencia urinaria, …podría incrementar el riesgo de desarrollar la EAC. Una situación que puede ser reversible pero también la antesala, en muchos casos, de la demencia.
Cai X, Campbell N, Khan B, Callahan C, Boustani M. Long-term anticholinergic use and the aging brain. Alzheimers Dement. 2013 Jul;9(4):377-85. doi: 10.1016/j.jalz.2012.02.005. Epub 2012 Nov 22.
miércoles, 10 de julio de 2013
¿Cuando recomendar poner tubos de timpanostomia a los niños con problemas auditivos?
¿Cuando recomendar poner tubos de timpanostomia a los niños con problemas auditivos?
La American Academy of Otolaryngology–Head and Neck Surgery Foundation (AAO-HNSF) ha realizado una guía de práctica clínica (GPC) abordando un tema que en nuestro ámbito genera gran variabilidad en al práctica clínica y por tanto molestias (o sufrimiento) a nuestros niños.
El tema abordado ha sido el de qué evidencia existe en la implantación de los tubos de timpanostomias en los niños entre los 6 meses y los 12 años de vida que tienen otitis media (OTM) de repetición. Y es un tema importante, no solo por las molestias si no por los riesgos inherentes a la operación habida cuenta de que se trata de la primera operación quirúrgica con anestesia general a la que se somete a nuestros infantes. Por tanto, tiene el valor de mostrar las recomendaciones según la evidencia científica de a quien se debe intervenir y a quien se debe hacer esperar o prescribirse un tratamiento médico distinto.
La técnica consiste en introducir un tubo a través del tímpano que permita descomprimir el oído medio al tiempo que circula el aire. Se aplican generalmente en niños con otitis medias con derrame en el oído medio, infecciones recurrentes y en los casos que estas son refractarias a los antibióticos. En nuestro medio tras la demostración mediante una impedancia acústica (prueba que mide la dificultad al paso del sonido por los huesecillos del oído medio) y el timpanograma es permanentemente patológicos con el que identificar la pérdida auditiva asociada a la OTM.
Estos tubos suele caerse espontáneamente entre el año y los dos años tras su implantación.
Señalan que es frecuente que los niños puedan tener OTM con derrame que se resuelvan espontáneamente y lo habitual es que lo hagan antes de los 3 meses de su inicio. Recomiendan, por tanto, no insertar tubos de timpanostomía si estas OTM tienen una duración menor de 3 meses.
Se recomienda hacer una evaluación auditiva antes de someter el niño a la cirugía si la OTM dura más de tres meses. Por ello, debemos ofrecer esta alternativa quirúrgica si los niños tienen una alteración de la audición bilateral con una OTM de más de 3 meses de duración que hace sospechar un derrame en el oído medio permanente. En estos casos la inserción de los tubos de timpanostomía son útiles para mejora la audición.
También se pueden recomendar en OTM uni o bilaterales de más de 3 meses asociados a otros síntomas, como alteraciones vestibulares, problemas de aprendizaje o de comportamiento del niño, problemas auditivos subjetivos y alteraciones de la calidad de vida. En este aspecto, son de especial riesgo los niños con pérdida auditiva permanente, alteraciones de lenguaje, del desarrollo y enfermedades del tipo del espectro autista, síndrome de Down, defectos cráneo faciales o hendidura palatina.
No debe recomendarse en OTM recurrentes sin derrame demostrado en el oído medio; si bien es cierto que en ciertos casos la aplicación de los tubos en OTM con derrame permite prevenir futuras OTM al facilitar el tratamiento mediante la aplicación de gotas óticas en vez de antibióticos orales, con todos los efectos secundarios que conllevan.
Leemos, que no se deben poner excesivas precauciones en los niños que portan estos tubos a la hora de bañarse, no siendo necesario los tapones en los oídos.
Otolaryngol Head Neck Surg. 2013;149:8-16. Full text
La American Academy of Otolaryngology–Head and Neck Surgery Foundation (AAO-HNSF) ha realizado una guía de práctica clínica (GPC) abordando un tema que en nuestro ámbito genera gran variabilidad en al práctica clínica y por tanto molestias (o sufrimiento) a nuestros niños.
El tema abordado ha sido el de qué evidencia existe en la implantación de los tubos de timpanostomias en los niños entre los 6 meses y los 12 años de vida que tienen otitis media (OTM) de repetición. Y es un tema importante, no solo por las molestias si no por los riesgos inherentes a la operación habida cuenta de que se trata de la primera operación quirúrgica con anestesia general a la que se somete a nuestros infantes. Por tanto, tiene el valor de mostrar las recomendaciones según la evidencia científica de a quien se debe intervenir y a quien se debe hacer esperar o prescribirse un tratamiento médico distinto.
La técnica consiste en introducir un tubo a través del tímpano que permita descomprimir el oído medio al tiempo que circula el aire. Se aplican generalmente en niños con otitis medias con derrame en el oído medio, infecciones recurrentes y en los casos que estas son refractarias a los antibióticos. En nuestro medio tras la demostración mediante una impedancia acústica (prueba que mide la dificultad al paso del sonido por los huesecillos del oído medio) y el timpanograma es permanentemente patológicos con el que identificar la pérdida auditiva asociada a la OTM.
Estos tubos suele caerse espontáneamente entre el año y los dos años tras su implantación.
Señalan que es frecuente que los niños puedan tener OTM con derrame que se resuelvan espontáneamente y lo habitual es que lo hagan antes de los 3 meses de su inicio. Recomiendan, por tanto, no insertar tubos de timpanostomía si estas OTM tienen una duración menor de 3 meses.
Se recomienda hacer una evaluación auditiva antes de someter el niño a la cirugía si la OTM dura más de tres meses. Por ello, debemos ofrecer esta alternativa quirúrgica si los niños tienen una alteración de la audición bilateral con una OTM de más de 3 meses de duración que hace sospechar un derrame en el oído medio permanente. En estos casos la inserción de los tubos de timpanostomía son útiles para mejora la audición.
También se pueden recomendar en OTM uni o bilaterales de más de 3 meses asociados a otros síntomas, como alteraciones vestibulares, problemas de aprendizaje o de comportamiento del niño, problemas auditivos subjetivos y alteraciones de la calidad de vida. En este aspecto, son de especial riesgo los niños con pérdida auditiva permanente, alteraciones de lenguaje, del desarrollo y enfermedades del tipo del espectro autista, síndrome de Down, defectos cráneo faciales o hendidura palatina.
No debe recomendarse en OTM recurrentes sin derrame demostrado en el oído medio; si bien es cierto que en ciertos casos la aplicación de los tubos en OTM con derrame permite prevenir futuras OTM al facilitar el tratamiento mediante la aplicación de gotas óticas en vez de antibióticos orales, con todos los efectos secundarios que conllevan.
Leemos, que no se deben poner excesivas precauciones en los niños que portan estos tubos a la hora de bañarse, no siendo necesario los tapones en los oídos.
Otolaryngol Head Neck Surg. 2013;149:8-16. Full text
domingo, 7 de julio de 2013
Bajo el sol de Kenia, de Barbara Wood
Bajo el sol de Kenia, de Barbara Wood
Se trata de una novela entre histórica, de aventuras y romántica que intenta relatar la historia de este país, desde que era un protectorado, a una colonia inglesa, hasta su violenta independencia. Este recorrido se hace de una manera novelada algo romántica y ñoña a partir de una serie hechos históricos que les van acaeciendo a una serie de personajes ficticios.
La novela es demasiado extensa para mi gusto, aunque se lee bien. La autoimpuesta obligación de la autora de seguir el hilo histórico hasta nuestros días hace que la trama se acelere y que quede un poco desmadejada para mi gusto.
Del estilo de Palmeras en la Nieve de Luz Gabas, que ya comentamos, me quedo con esta última, más próxima y con un estilo y argumento más elaborado y convincente.
En fin, un libro entretenido pero prescindible.
Editorial: DEBOLSILLO. 2003
Se trata de una novela entre histórica, de aventuras y romántica que intenta relatar la historia de este país, desde que era un protectorado, a una colonia inglesa, hasta su violenta independencia. Este recorrido se hace de una manera novelada algo romántica y ñoña a partir de una serie hechos históricos que les van acaeciendo a una serie de personajes ficticios.
La novela es demasiado extensa para mi gusto, aunque se lee bien. La autoimpuesta obligación de la autora de seguir el hilo histórico hasta nuestros días hace que la trama se acelere y que quede un poco desmadejada para mi gusto.
Del estilo de Palmeras en la Nieve de Luz Gabas, que ya comentamos, me quedo con esta última, más próxima y con un estilo y argumento más elaborado y convincente.
En fin, un libro entretenido pero prescindible.
Editorial: DEBOLSILLO. 2003
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