“No basta serlo, hay que parecerlo”
Para tomar grandes decisiones que afecta a muchas personas, decisiones que afecta al bolsillo de la ciudadanía, y más cuando tienen que ver con salud pública, se debe por un lado estar completamente seguro y, por otro, evitar generar desconfianzas relativas a intereses ocultos, a posibles beneficios personales de tales medidas. Y es que a priori nadie sospecha de quien tiene que tomar una medida económicamente dolorosa cuando la finalidad es loable en términos de salud.
El tema de la gripe A ha dado tantas vueltas, antes y después de las polémicas medidas, que deberían los responsables sanitarios (en este caso de la OMS, según se hace eco la prensa) haber sido exquisitamente escrupulosos con la imagen de los expertos que les asesoran. Pues la medidas tomada pueden ser interpretadas en clave de interés particular y generar una gran desconfianza, en organismos de gran prestigio internacional, como es la OMS. Una desconfianza que no pare en esta crisis sanitaria si no que acabe extendiéndose a futuras decisiones.
Al parecer varios asesores de la OMS presentaban conflictos de interés con ciertos laboratorios encargados de la fabricación de las vacuna, según se hizo eco el BMJ (BMJ 2010;340:c2912) y trasmitidos por multitud de medios sanitarios, y no sanitarios de comunicación.
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