El libre albedrío en la COVID-19
Existe un dicho que dice más o menos que “se puede meter a un caballo en un rio aún en contra de su voluntad pero no obligarle a que beba”, un dicho que aplicamos habitualmente al adoctrinamiento mediático, político, a la inversión lingüistica,...y que observamos cómo se mantiene –el pensamiento es libre, incluso tras décadas de alineamiento social y político en países extremadamente totalitarios, como nos lo demuestra bien en el “libro de un hombre solo” de Gao Xingjian refiriéndose a la China de Mao Zedong, en el “Gran Salto Adelante” y la revolución cultural china (1966-1976).
Sin embargo, al margen de estas situaciones extremas pero paradigmáticas, esta frase creo yo es cada vez más aplicable a nuestra era globalizada y con medios de comunicación sin fronteras y la observamos de manera patente en el comportamiento de nuestros conciudadanos frente a la pandemia por COVID-19.
Y es que la epidemia por COVID-19 es ejemplo en muchos aspectos que tienen que ver con un exceso de información, un pánico colectivo pero selectivo según edades y sobre medidas preventivas autoritarias desde la Admistración Sanitaria no del todo entendibles o asumibles voluntariamente por segmentos de la población.
Un ejemplo palpable ha sido el fracaso en la aplicación de la “inmunidad de grupo” en países como Suecia, y digo un fracaso no por el número de fallecidos debido a una falta de control de la población de alto riesgo (algo semejante a nuestro país en los ancianos –geriátricos-), si no por el hecho de no haber alcanzado una inmunidad poblacional suficiente que cortara la trasmisión comunitaria, que indica que a pesar de las recomendaciones del Gobierno, la población actuó según sus creencias y miedos, y como se sabe, el miedo no tiene fronteras.
Sin embargo, donde el ejemplo es más patente, aunque en sentido contrario al Sueco, se encuentra en nuestro país, y tiene que ver con la obligación de llevar mascarillas en espacios abiertos y guardar las distancias en las personas jóvenes. Una prohibición, que vistos el número de contagios no se cumple sobre todo en los sectores más jóvenes y que nos indica que un sector de la población si no es observada o recriminada, hace caso omiso de la misma.
Y es que los jóvenes han recibido un doble mensaje 1.- al principio de la epidemia, de que se trata una enfermedad grave, pero en personas mayores o con enfermedades previas, y que ellos, o no pasan o a lo sumo lo hace de manera leve, y con esto, además, adquieren inmunidad contra la enfermedad; y 2.- en el momento actual, que si se contagian pueden trasmitir la enfermedad a sus familiares que pueden enfermar y morir, por lo que las autoridades apelan a la responsabilidad personal de estos para evitar la extensión de la epidemia.
Ambos ejemplos son paradigmáticos, pues en un caso (Suecia) la recomendación de la Administración fue no guardar las distancias de seguridad para adquirir inmunidad de grupo, lo que chocó con el comportamiento de la población en sentido contrario, no consiguiendo el objetivo; y, en el otro, en nuestro país, en la actualidad con nuestros jóvenes, la recomendación ha sido guardar las distancias seguridad y llevar mascarillas, no cumpliéndose, repuntando con ello los casos, aunque probablemente, y sin quererlo, mejorando la inmunidad de grupo de la población, algo que habrá que valorar (para bien o para mal) este otoño/invierno.
Y es que no se puede apelar siempre al miedo (también genera tolerancia) y sobre todo a la responsabilidad personal mediante la coacción en aquellos que viven el presente (los jóvenes) y en un tema que no lo llegan a percibir como amenazante.
Tal vez los mensajes actualmente han cambiado en base al hecho de que la vacunación –que ya está al alcance de la mano- sería la única forma de solucionar el problema, sin embargo, aún así, estos no están en consonancia con lo que la cierta parte de la población piensa y siente.
De ahí que ante la disyuntiva de la imposición autoritaria frente al convencimiento personal lo único que nos queda a los que si podemos tener una evolución grave de la infección por el COVID-19, es la autoprotección, mantener las distancias, limpieza de manos y mascarilla siempre en lugares cerrados, frente a estar pensado que hacen o dejan de hacer los más jóvenes.
Mateu Seguí Díaz
médico de familia
Es Castell
Seguí Díaz M. El libre albedrío en la COVID-19. Es Diari MENORCA. 03-09-2020: 25 https://www.menorca.info/
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