El complicado mundo del “efecto placebo”
Hace un par de meses hablamos de la homeopatía (Es Diari 15-12-2016), de cómo se tiende a exigirle a ésta que las propiedades que figuran en el prospecto se basen en evidencias científicas reales; y esto nos lleva a hablar de que pueden existir sustancias sin base farmacológica que puedan curar a las personas, lo que se llama el “efecto placebo”.
Me contaba mi tío Gabriel (veterinario, ya fallecido) que mi bisabuelo a finales del siglo XIX y principios del XX, médico de Sant Lluis, recetaba cápsulas de lactosa (azúcar) a ciertos pacientes con sintomatología poco precisa con resultados muchas veces buenos. Recuerdo que hace años un comportamiento parecido, prescribir dichas cápsulas en una receta de la Seguridad Social (SS), le supuso un expediente a un compañero médico, pues no se podía recetar a cargo de la SS una sustancia sin propiedades farmacológicas. Sorprendentemente era una época (antes del primer medicamentazo) en la que el médico podía prescribir mucha medicación a cargo de la SS de resultados más que dudosos (reconstituyentes, vitaminas, antiasténicos, para abrir el apetito, antiartrósicos, vacunas bacterianas para la alergia…). Y es que el tema del placebo es complicado. Es efectivo en muchos pacientes y no tienen efectos secundarios, sin embargo no tiene acción farmacológica, no es un medicamento, por tanto debería ser considerado un fraude.
Un estudio del noviembre pasado de Carvalho C et al y publicado en Pain en el que se estudiaba la adición de un placebo a pacientes con dolor de espalda de más de 3 meses (lumbalgia crónica) que ya tomaban antiinflamatorios (pero no mórficos), mostró como éste era capaz de reducir el dolor en cada una de las tres escalas analógicas del dolor utilizadas, y con efectos entre moderado y alto. Es decir, que una sustancia sin propiedades curativas era capaz de reducir el dolor. Sorprendente.
En este sentido, para autorizar un fármaco se precisa probar su efectividad y seguridad frente al placebo o a otro fármaco conocido al que se pretende superar, haciendo estudios (ensayos clínicos) a doble ciego (nadie, ni el paciente ni el investigador saben lo que están tomando). Esto puede dar lugar a efectos tan sorprendentes como que el placebo sea más efectivo que el fármaco que se pretende comercializar, lo que tira por el suelo las expectativas de la empresa farmacéutica. Por esto, hace años no era raro que los estudios que no salían bien no se publicaran (lo que se llama un “sesgo de publicación”), o solo se publicaban los resultados cuando eran favorables (por ejemplo, antes de su finalización, el affaire del rofecoxib, que fue retirado del mercado). En la actualidad los estudios precisan ser registrados y están obligados a ser publicados sea cual sea su resultado, lo que es una garantía para todos. Por ejemplo, un estudio muy reciente sobre fármacos condroprotectores (Roman-Blas JA et al), ampliamente recetados en nuestro entorno, y publicado el julio pasado en Arthritis Rheumatol, para el tratamiento de la artrosis y realizado a instancias del laboratorio, dio como resultado que el placebo fuera superior al fármaco estudiado en la reducción del dolor articular. ¿Qué hacer?. ¿Autorizamos el placebo o retiramos el fármaco en cuestión?.
Pero es que el tema no es fácil, el mismo placebo no se comporta igual según como se administre y quien lo administre. Se sabe que todo lo aplicado sobre el cuerpo (inyecciones, infiltraciones, punciones, bloqueos…) o las mismas intervenciones quirúrgicas tiene mucho más efecto placebo que lo que se ingiere (cápsulas, jarabes…). Algo que se ha estudiado comparando el fármaco activo con un placebo con la misma presentación; como cuando en aquel capítulo que al Dr House le pinchan un suero fisiológico pensando el que era un mórfico y le desaparece el dolor. También en operaciones quirúrgicas (ej: artroscopias de rodilla, Sihvonen R et al) en la que no se observaron diferencias entre los grupos, operaciones simuladas frente a reales, o contrastando los resultados al cabo de un año…
Y sobre todo quien lo administre, no es lo mismo la vecina de enfrente, un médico a quien se detesta o en quien se confía. Se ha hecho estudios dependiendo del tipo de enfermera que administra el placebo al paciente con resultados distintos. No da el mismo resultado una enfermera desagradable y fea que una guapa y amable. En este sentido, he podido apreciar en mi consulta como en ciertas ocasiones un mismo fármaco es efectivo cuando lo prescribo yo a mis pacientes, y no en cambio cuando quien lo prescribe es un compañero que me sustituye a quien los pacientes no conocen. Y no hablemos de los efectos secundarios que pueden provocar los fármacos según quien los prescriba…
En sentido inverso, lo más grave es que en este afán de transparencia, la ausencia de placebos que recetar inste (¿obligue?) al médico ante la presión del paciente, a prescribir principios activos cuando en realidad lo que quería recetar era un fármaco sin propiedades farmacológicas, simplemente con la intención de calmar o tranquilizar al paciente. Pues cualquier principio activo recetado, sea para conseguir un efecto placebo o no, tiene efectos secundarios, lo que significa asumir un riesgo innecesario.
Por último, lo que yo denomino “efecto placebo por poderes”, en el que se administra un fármaco al niño con la pretensión que quien se tranquilice sea la madre/padre, pues el “ver y esperar” la evolución de la enfermedad de éste sin hacer nada se lleva muy mal. El problema es que el niño puede estar tomando un antibiótico innecesariamente (el 50% según algún estudio lo son) simplemente para crear una falsa seguridad a su madre/padre. No en vano, España es uno de los países occidentales en el que más antibióticos se prescriben a los niños (Youngster et al), y creo yo, innecesariamente; muchas veces para crear un efecto placebo en los padres…lo que da que pensar.
mateu seguí díaz
médico de familia
Seguí Díaz M. El complicado mundo del “efecto placebo”. Diari Menorca. 13-02-2017: 14 http://menorca.info/
Carvalho C, Caetano JM, Cunha L, Rebouta P, Kaptchuk TJ, Kirsch I. Open-label placebo treatment in chronic low back pain: a randomized controlled trial. Pain. 2016 Oct 13. [Epub ahead of print]
Roman-Blas JA, Castañeda S, Sánchez-Pernaute O, Largo R, Herrero-Beaumont G; CS/GS COMBINED THERAPY Study group Chondroitin sulfate plus glucosamine sulfate shows no superiority over placebo in a randomized, double-blind, placebo-controlled clinical trial in patients with knee osteoarthritis. Arthritis Rheumatol. 2016 Jul 31. doi: 10.1002/art.39819. [Epub ahead of print]
Sihvonen R, Paavola M, Malmivaara A, Itälä A, Joukainen A, Nurmi H, Kalske J, Järvinen TL; Finnish Degenerative Meniscal Lesion Study (FIDELITY) Group Arthroscopic partial meniscectomy versus sham surgery for a degenerative meniscal tear. N Engl J Med. 2013 Dec 26;369(26):2515-24. doi: 10.1056/NEJMoa1305189.
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