¿Como está el tema de la insulina glargina y el cáncer?
El año pasado se habló profusamente sobre los posibles efectos oncogénicos de la insulina glargina, hubo importantes debates en el seno del EASD en Viena, pero el tema desde entonces ha quedado en stand by. Han habido interesantes editoriales y artículos, como los que han escrito en la revista de la SED, Avances en Diabetología, pero esta cuestión ha quedado en suspenso. Aún así, la alarma inicial hace que los compañeros nos pregunten con insistencia sobre en que situación se encuentra este tema. Un poco por esto traigo a colación el artículo de JAMA de Hertzel C. Gerstein, en donde analiza de una forma esquemática el mismo. Se plantea en su inicio una premisa fundamental, que es que la diabetes en si misma, y la obesidad por su parte, son un riesgo independiente para promover diversos tipos de cánceres (en la DM tipo 1 existe hasta un 20% de incremento de riesgo cáncer de estómago, o el doble de cáncer de páncreas), de tal manera que se llega a afirmar que el nivel de glucemia basal como tal puede estar relacionado con ciertos tipos de cáncer (HbA1c y cáncer colorectal)
La insulina por su parte tiene en general efectos mitogénicos que estimulan el crecimiento de células oncogénica; de ahí la importancia de la hiperinsulinemia fruto de una insulinoresistencia. Todo ello mediado por una serie de receptores a factores de crecimiento -insulinlike growth factor (IGF)- sobreexpresados en ciertas clases de cánceres y de ahí la potencialidad de estas moléculas para generar angiogénesis en cierto tipo de tumores. Todo ello, sin embargo, no quiere decir que las insulinas sean capaces de producir cáncer
Tanto un factor como otro, hiperglucemia versus hiperinsulinemia, generan factores de confusión que hace difícil discernir el grado de responsabilidad de cada uno de estos actores en la evolución de ciertos tipos de cánceres. En el tema de la insulina glargina en la que se le asoció un 14% mayor riesgo de cáncer que otras insulinas (intervalo de confianza del 95% , 5%-24%), no se la ha podido confrontar en estas bases de datos con variables como la obesidad, de modo que se ponen en tela de juicio las conclusiones apuntadas.
La relación con antidiabéticos orales (metformina) que se suelen administrar conjuntamente con la insulina tras las últimas recomendaciones de las guías de práctica clínica, sería otro factor de confusión no suficientemente evaluado.
Y por último, si bien es cierta que la distinta afinidad de la insulina glargina por los receptores IGF-1 en relación a la insulina human ha dado pie a que se hiciera la hipótesis de que esta podía promover el cáncer, según las conclusiones de los distintos metaanálisis; la realidad es que no se demostró relación tras 4.2 años de estudio en 1017 diabéticos 2, según un estudio prospectivo aleatorizados frente a insulina NPH * (patrocinado por la compañía)
Se trata pues, de una pequeña nota en una importante revista de gran impacto que intenta clarificar con los conocimientos actuales algo este tema, entretanto no se tengan más evidencias. Los conflictos de interés del autor se extienden, por lo que veo a todas las compañías del sector, de manera que quedan diluídos.
* Rosenstock J, Fonseca V, McGill JB, et al. Similar risk of malignancy with insulin glargine and neutral protamine Hagedorn (NPH) insulin in patients with type 2 diabetes: findings from a 5 year randomised, open-label study. Diabetologia. 2009; 52(9):1971-1973.
Does Insulin Therapy Promote, Reduce, or Have a Neutral Effect on Cancers? Hertzel C. Gerstein, MD, MSc JAMA. 2010;303(5):446-447.
http://jama.ama-assn.org/cgi/content/full/303/5/446?home
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