A vueltas con el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
Si existe una enfermedad de moda entre los niños es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Una enfermedad (¿?), trastorno o variación de la normalidad caracterizada por ser niños despistados, con dificultades para mantener la atención, que evitan las situaciones que exigen un esfuerzo mental sostenido y que pueden o no (si existe hiperactividad) ser excesivamente movidos, impulsivos etc. Una entidad en la que además de coexistir una base genética – ligado al carácter, personalidad- está muy relacionado con nuestro actual estilo de vida.
Es un trastorno de moda porque es prevalente (entre el 2-5% de los niños), porque va en aumento dado el estilo de vida de las familias donde todos los miembros trabajan y no tienen contacto con el niño al mayor parte del día, y por un dato fundamental, por que existe la necesidad y al mismo tiempo el remedio. El remedio en forma de fármacos milagrosos, que sirven para aplacar a estos niños, fármacos que paradójicamente son estimulantes del sistema nervioso pero que en estos chavales tienen un efecto contrario.
Fármacos que en un principio se daban con el único motivo de asegurar la escolarización, por tanto administrados de forma discontinua; a prescribirlos pautados y de forma permanente como si de una enfermedad crónica se tratara, de tal modo que existen países donde su indicación es prácticamente generalizada; como se hacía eco una noticia del PAIS de hace algún tiempo, en la que nada menos que un tercio de los niños holandeses tomaban fármacos para esta entidad clínica.
No obstante, de un tiempo a esta parte están surgiendo voces que ponen en cuestión estos tratamientos al encontrarse defectos en las evidencias científicas que los sustentan, al haberse mayor relación de muertes súbitas, defectos en el crecimiento de los niños, posibles trastornos cardiovasculares y sobre todo psicológicos a largo plazo.
Así, como apuntaba un Therapeutic Letter número 69 (Mar-May 2008),
En los niños "diagnosticados" el TDAH, estos estimulantes mejoran aspectos del comportamiento hiperactivo / impulsivo de según los padres y profesores, pero no acaban de ser efectivos sobre la ansiedad ni sobre – algo que siempre se ha admitido como principal objetivo- el rendimiento académico. No previenen o no disminuyen la prevalencia de abuso de sustancias o posible delincuencia a los 3 años del tratamiento y se ha observado que pueden provocar una disminución de la talla y peso. Por lo que concluye que se necesitarían más ensayos clínicos a largo plazo para evaluar todos estos fármacos en los aspectos apuntados, y para poder recomendarlos en tratamientos crónicos. En este aspecto una de las últimas notas informativas de Farmacovigilancia al respecto del AGEMED recomienda:
“El tratamiento con metilfenidato debe realizarse bajo la supervisión de un especialista con experiencia en trastornos del comportamiento en niños y/o adolescentes.
- Metilfenidato puede presentar efectos cardiovasculares (entre los que se encuentran incremento de la presión sanguínea y trastornos del ritmo cardiaco), por lo que se debe realizar un examen cardiovascular cuidadoso antes del inicio del tratamiento y un seguimiento durante el mismo.
- Se debe hacer una evaluación sobre la continuidad del tratamiento al menos una vez al año.
- Dado que el tratamiento con metilfenidato puede causar o exacerbar algunos trastornos psiquiátricos (como depresión, comportamiento suicida, hostilidad, psicosis y manía), se debe realizar un examen cuidadoso antes del tratamiento y un seguimiento regular a lo largo del mismo de los antecedentes y síntomas psiquiátricos que pudiera presentar el paciente.
- Durante el tratamiento con metilfenidato, se debe monitorizar el peso y altura de los pacientes.”
Si existe una enfermedad de moda entre los niños es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Una enfermedad (¿?), trastorno o variación de la normalidad caracterizada por ser niños despistados, con dificultades para mantener la atención, que evitan las situaciones que exigen un esfuerzo mental sostenido y que pueden o no (si existe hiperactividad) ser excesivamente movidos, impulsivos etc. Una entidad en la que además de coexistir una base genética – ligado al carácter, personalidad- está muy relacionado con nuestro actual estilo de vida.
Es un trastorno de moda porque es prevalente (entre el 2-5% de los niños), porque va en aumento dado el estilo de vida de las familias donde todos los miembros trabajan y no tienen contacto con el niño al mayor parte del día, y por un dato fundamental, por que existe la necesidad y al mismo tiempo el remedio. El remedio en forma de fármacos milagrosos, que sirven para aplacar a estos niños, fármacos que paradójicamente son estimulantes del sistema nervioso pero que en estos chavales tienen un efecto contrario.
Fármacos que en un principio se daban con el único motivo de asegurar la escolarización, por tanto administrados de forma discontinua; a prescribirlos pautados y de forma permanente como si de una enfermedad crónica se tratara, de tal modo que existen países donde su indicación es prácticamente generalizada; como se hacía eco una noticia del PAIS de hace algún tiempo, en la que nada menos que un tercio de los niños holandeses tomaban fármacos para esta entidad clínica.
No obstante, de un tiempo a esta parte están surgiendo voces que ponen en cuestión estos tratamientos al encontrarse defectos en las evidencias científicas que los sustentan, al haberse mayor relación de muertes súbitas, defectos en el crecimiento de los niños, posibles trastornos cardiovasculares y sobre todo psicológicos a largo plazo.
Así, como apuntaba un Therapeutic Letter número 69 (Mar-May 2008),
En los niños "diagnosticados" el TDAH, estos estimulantes mejoran aspectos del comportamiento hiperactivo / impulsivo de según los padres y profesores, pero no acaban de ser efectivos sobre la ansiedad ni sobre – algo que siempre se ha admitido como principal objetivo- el rendimiento académico. No previenen o no disminuyen la prevalencia de abuso de sustancias o posible delincuencia a los 3 años del tratamiento y se ha observado que pueden provocar una disminución de la talla y peso. Por lo que concluye que se necesitarían más ensayos clínicos a largo plazo para evaluar todos estos fármacos en los aspectos apuntados, y para poder recomendarlos en tratamientos crónicos. En este aspecto una de las últimas notas informativas de Farmacovigilancia al respecto del AGEMED recomienda:
“El tratamiento con metilfenidato debe realizarse bajo la supervisión de un especialista con experiencia en trastornos del comportamiento en niños y/o adolescentes.
- Metilfenidato puede presentar efectos cardiovasculares (entre los que se encuentran incremento de la presión sanguínea y trastornos del ritmo cardiaco), por lo que se debe realizar un examen cardiovascular cuidadoso antes del inicio del tratamiento y un seguimiento durante el mismo.
- Se debe hacer una evaluación sobre la continuidad del tratamiento al menos una vez al año.
- Dado que el tratamiento con metilfenidato puede causar o exacerbar algunos trastornos psiquiátricos (como depresión, comportamiento suicida, hostilidad, psicosis y manía), se debe realizar un examen cuidadoso antes del tratamiento y un seguimiento regular a lo largo del mismo de los antecedentes y síntomas psiquiátricos que pudiera presentar el paciente.
- Durante el tratamiento con metilfenidato, se debe monitorizar el peso y altura de los pacientes.”
Una reflexión final: Muchas veces pienso en la suerte que hemos tenido algunos de haber nacido hace 50 años en donde en vez de fármacos teníamos a unos padres disponibles (presentes físicamente), con unas ideas claras de cómo educar (aunque probablemente equivocadas) y con un solo método: la insistencia en aprender. En vez de ahora que se crean niños sin límites definidos, hiperactivos por exceso de estímulos, con padres físicamente ausentes, y cada vez más médicamente drogados.
http://www.nice.org.uk/guidance/CG72
http://www.nice.org.uk/guidance/CG72
No hay comentarios:
Publicar un comentario