jueves, 27 de septiembre de 2018

¿Aumentan los estimulantes el riesgo de Enfermedad de Parkinson en los pacientes afectos de Síndrome por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad?

¿Aumentan los estimulantes el riesgo de Enfermedad de  Parkinson en los pacientes afectos de Síndrome por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad?

Cada vez hay más datos sobre el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), más preocupación por su futuro. Hemos hablado de su prevalencia, de su sobrediagnóstico, sobre los efectos de los fármacos utilizados para su tratamiento y hoy, traemos un artículo distinto, sobre su posible relación con la Enfermedad de Parkison (EP) en el futuro.
Y es que tanto las anfetaminas como el metilfenidato, fármacos para el tratamiento de la TDAH, son agentes dopaminérgicos.
El objetivo de este estudio es determinar la consecuencias de la TDAH y del tratamiento aplicado sobre el riesgo de enfermedades de los ganglios basales y del cerebelo, incluido la EP. Se trata de un estudio retrospectivo en base a los datos proporcionados por una base de datos poblacional la Utah Population Database entre 1996 y 2016.
En ésta se incluyeron a 31.769 pacientes con el diagnóstico de TDAH según el   ICD-9 ((International Classification of Diseases, 9th version), y 4960 en tratamiento con fármacos estimulantes y se aparearon aleatoriamente con 158.790 pacientes de la misma edad y sexo sin este diagnóstico en proporción de 5/1. 
De los pacientes estudiados se recabó información sobre la ausencia del diagnóstico previo de EP, ausencia de parkinsonismo secundario, de enfermedad de los ganglios basales, o de temblor esencial. Todos ellos habian nacido a partir del 1950 y tenían una edad  ≥20 años sin que existiera una historia de abuso de drogas o alcohol. Los resultados se midieron como el tiempo desde el diagnóstico de la enfermedad de los ganglios basales o del cerebelo, muerte o finalización del estudio.
La tasa de incidencia de EP en la cohorte del TDAH fue del 0,52% comparado con el 0,19% de aquellos de la cohorte sin TDAH, siendo la media de inicio de la enfermedad ligeramente más joven en los TDAH (43 años) que en los no TDAH (45 años).
Según éste análisis los pacientes con  TDAH tuvieron un incremento de riesgo de hasta 2,4 veces de presentar enfermedades de los ganglios basales o del cerebelo, hazard ratio (HR) 2,4 (IC 95% 2,0-3,0, p inferior a 0,0001) cuando se los comparaba con los 158.790 que no presentaban TDAH, tras controlar factores como el sexo, la edad, o ajustarlos por el tabaco o condiciones psicóticas.
En aquellos 4960 pacientes con TDAH a los que se les prescribió psicoestimulantes el riesgo de enfermedades de los ganglios basales y del cerebelo en edades entre 21 y 49 años fue especialmente pronunciado, alrededor del 8,6 veces superior (IC 95% 4,8-15,6%, p inferior a 0,001). El HR para el metilfenidato fue de 8 (IC 95% 4,2-15,1, p inferior a 0,001)
Realmente el tema de asociación/causalidad podría significar que aquellos pacientes con  TDAH con riesgo de enfermedad de los ganglios basales y del cerebelo fueran los que tuvieren una enfermedad más pronunciada y por ello medicados más que una consecuencia directa de la utilización de estos fármacos.
La realidad es que el TDAH aumentaría el riesgo de EP en aquellos con mayor severidad  y que por ello tomarían fármacos para esta dolencia, de ahí que no se conoce a ciencia cierta si la presentación más grave de este trastorno seleccionaría una población susceptible de tomar medicación, y con ello se falsearía el riesgo, quedándonos la duda de si esta medicación pudiera tener este efecto secundario a largo plazo.

Curtin K, Fleckenstein AE, Keeshin BR, Yurgelun-Todd DA, Renshaw PF, Smith KR, Hanson GR. Increased risk of diseases of the basal ganglia and cerebellum in patients with a history of attention-deficit/hyperactivity disorder. Neuropsychopharmacology. 2018 Sep 12. doi: 10.1038/s41386-018-0207-5. [Epub ahead of print]


Megan Brooks. ADHD Boosts Risk of Early-Onset Parkinson's, Other Diseases. Medscape 
September 14, 2018

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Los azúcares o el colesterol en la dieta. ¿Qué es peor?

Los azúcares o el colesterol en la dieta. ¿Qué es peor?

Desde hace muchos años, concretamente desde el 1961, se admite que  las grasas, fundamentalmente las llamadas saturadas (colesterol), son la causa de la arteriosclerosis y con ello de las enfermedades cardio y cerebrovasculares (infarto de miocardio –IAM-, accidente vásculo cerebral –“atac de gota”-…).
Las recomendaciones de reducir o evitar el colesterol a nivel general se hicieron en base a estudios observacionales de sociedades occidentales (EEUU y Norte de Europa) en las cuales la ingesta de grasas saturadas era de al menos el  20% del total de energía y que ya presentaban en ese momento una mortalidad de causa cardíaca (MCV) muy alta. Algo que no se cumplía en los países mediterráneos.
Por otro lado, se había demostrado en importantes ensayos clínicos de pacientes que habían sufrido algún evento cardiovascular (ECV) anterior  (que hubieran tenido un IAM, por ejemplo) que la reducción del colesterol evitaba nuevos eventos y reducía la mortalidad.
Ambos antecedentes han generalizado la idea de que el colesterol es malo, que hay que comer el mínimo, y la industria alimentaria se ha hecho eco de ello.
 De un tiempo a esta parte, sin embargo, existen voces que ponen en duda esta recomendación para la población general.
En este aire revisionista,  la American Heart Association (AHA) el año pasado se pronunció afirmando que hay suficientes evidencias de que  la ingesta de grasas saturadas en la dieta se relaciona con la arteriosclerosis con ello con los eventos cardiovasculares (ECV). Según este organismo si sustituimos las grasas saturadas (colesterol) por grasas poliinsaturadas (frutos secos, pescado…) disminuiremos los ECV hasta en un 30%, lo que ocurre en los países mediterráneos, la llamada “dieta mediterránea”.
El problema, sin embargo, es que la de la reducción de las grasas y el colesterol en las sociedades occidentales, fruto de las recomendaciones de “cuanto menos colesterol mejor”,  no  ha  incrementado la ingesta de otros tipos de grasas o de proteínas si no de los hidratos de carbono (azúcares) sobre todo refinados.
Un importante y reciente estudio, el PURE (Associations of fats and carbohydrate intake with cardiovascular disease and mortality in 18 countries from five continents (PURE): a prospective cohort study) publicado en la prestigiosa revista Lancet el año pasado evaluó en la vida real el impacto de la dieta sobre la mortalidad total y por eventos cardiovasculares en diversos países.
Se siguió a una población (cohorte) de 135.335 personas de entre 35-70 años de 18 países durante 7,4 años de media, de la que obtuvo información de su alimentación. Según este estudio mayor ingesta de azúcares estuvo asociada con un mayor incremento de muerte por cualquier causa, al tiempo (al contrario de lo que pensamos) mayor consumo de grasas en general tuvo menos riesgo, no encontrado diferencias según éstas, fueran saturadas o no. Lo que desmontaría la teoría del colesterol y podría el acento en los azúcares sobre todo refinados. Según este estudio el principal responsable de los ECV y de muerte por cualquier causa o cardiovascular en población general serían los azúcares (a partir del 60% de la energía consumida).
Y es que el problema se encuentra ahí,  que si recomiendas reducir las  grasas  en la dieta, aumentas sin quererlo  la ingesta de azúcares (sean complejos o refinados) con lo que no resuelves el problema, sino que lo incrementas.
Con todo, este estudio sí que encontró una relación inversa entre la ingesta de ácidos grasos monoinsaturados (aceite de oliva y frutos secos) y la mortalidad por cualquier causa, que fundamentaría los datos que disponemos sobre la dieta mediterránea.
La importancia de este estudio es que retrata nuestro estado actual, nos dice que nos hemos pasado de frenada con las grasas y lo seguimos haciendo mal. Los datos actuales de 18 países demuestran que comemos demasiados azúcares (por lo general refinados) y éstos en sustitución de las grasas son los responsables de nuestro mal estado de salud.
Estas conclusiones, sin embargo, recalco, no serían las mismas para población de riesgo o que ha tenido infarto de miocardio o accidente vásculo cerebral (“atac de gota”) en los que está demostrado en importantes ensayos clínicos que cuanto más bajo está el colesterol menor es el riesgo de recaída.

Mateu Seguí Díaz
médico de familia

Seguí Díaz M. Los azúcares o el colesterol en la dieta. ¿Qué es peor?. Es Diari MENORCA. 20-07-2018: 18

Dehghan M, Mente A, Zhang X, Swaminathan S, Li W, Mohan V, et al ; Prospective Urban Rural Epidemiology (PURE) study investigators. Associations of fats and carbohydrate intake with cardiovascular disease and mortality in 18 countries from five continents (PURE): a prospective cohort study. Lancet. 2017 Nov 4;390(10107):2050-2062. doi: 10.1016/S0140-6736(17)32252-3. Epub 2017 Aug 29.

Sacks FM, Lichtenstein AH, Wu JHY, Appel LJ, Creager MA, Kris-Etherton PM, Miller M, Rimm EB, Rudel LL, Robinson JG, Stone NJ, Van Horn LV; American Heart Association.
 Dietary Fats and Cardiovascular Disease: A Presidential Advisory From the American Heart Association. Circulation. 2017 Jun 15. pii: CIR.0000000000000510. doi: 10.1161/CIR.0000000000000510. [Epub ahead of print] 

jueves, 6 de septiembre de 2018

El consumo de benzodiazepinas podría aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer

El consumo de benzodiazepinas podría aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer

En alguna ocasión hemos hablado de la relación entre el riesgo de consumir benzodiazepinas (BDZ) y la enfermedad de  Alzheimer (EA). Unas sustancias que se consumen entre el 9-32% de los pacientes ancianos, según las series, y que no están exentos de complicaciones. El riesgo de EA, según modelos ad hoc, es al parecer acumulativo, cuanto más consumes más riesgo.
Hoy abundando en esta idea traemos otro estudio, en este caso un estudio poblacional caso-control anidado de ámbito nacional de individuos residentes en Finlandia (rango 34-105 años) que habían sido diagnosticados de EA entre los años 2005-11(n= 70.719) confrontados con controles (n = 282.862). El diagnóstico de EA fue realizado según los criterios del  DSM‐IV y del National Institute of Neurological and Communicative Disorders and Stroke and the Alzheimer's Disease and Related Disorders Association  (NINCDS‐ADRDA) entre el 2005-11. Los datos de las prescripciones de BDZ se extrajeron del Finnish Prescription Register, un registro ac hoc desde el 1995.
Para estudiar la asociación entre el consumo de BZD y la EA se aplicó un sistema informático de regresión logística para un lapsus temporal de 5 años entre el consumo y el resultado.
Se tuvieron en cuenta los diversos factores confusores, como enfermedades crónicas (EPOC, asma, ECV, diabetes..) abuso de otras sustancias, estado socioeconómico, y la utilización de antidepresivos o antipsicóticos, desde 5 años antes del inicio del EA.
Según este análisis el consumo de BZD estaría asociado con un modesto incremento del riesgo de EA, odds ratio ajustado (OR) tras ajustarlo por otra medicación psicotrópica concomitante fue de 1,06 (IC 95% 1,04–1,08). Se demostró una relación dosis-respuesta tanto en el consumo acumulativo como en la duración del mismo.
El ajuste por otros psicotrópicos eliminó la dosis-respuesta acumulada  al atenuar el riesgo en forma del  OR en el más alto estrato de dosis.
Concluyen que las BZD estaban asociada con un incremento modesto del riesgo de presentar EA.
No encontraron diferencias importantes entre las diferentes subcategorías de BZD (de acción larga o corta). La dosis/respuesta se eliminó tras ajustarlo por otros psicotrópicos, probablemente debido a que los antidepresivos y/o antipsicóticos  o otra medicación utilizada al mismo tiempo. Según los análisis utilizados la proporción de casos de EA atribuidos al consumo de las BDZ sería del 5,7%.
Puede sorprender, como vimos como las BZD para el tratamiento del insomnio dejan de hacer efecto en corto espacio de tiempo, pero que su uso mantenido pude aumentar el riesgo de EA, y de otras complicaciones en pacientes ancianos, como caídas, inestabilidad…
Las conclusiones de este estudio no hacen más que apoyar las de otros en este sentido.
Con todo, la dirección de la causalidad no queda clara del todo, pues los más proclives a presentar EA y serían los que ingeririan más BZD, que no es lo mismo que la ingestión de  BZD llevara a padecer EA.
Con todo, una prueba más para evitar las BZD  en edades avanzadas.

Tapiainen V, Taipale H, Tanskanen A, Tiihonen J, Hartikainen S, Tolppanen AM.The risk of Alzheimer's disease associated with benzodiazepines and related drugs: a nested case-control study. Acta Psychiatr Scand. 2018 May 31. doi: 10.1111/acps.12909. [Epub ahead of print]


Pauline Anderson. New Warning About Benzodiazepine Use and Dementia Risk. Medscape August 16, 2018