La cara del centro
En este mundo político las innovaciones sanitarias se hacen más por la repercusión que tendrán en los ciudadanos los efectos inmediatos de estas, que por la mejoras que supondrán a largo plazo. Lo que se percibe muchas veces no es consecuencia exclusiva de lo que se ve, si no que es la consecuencia de una conjunción de factores: infraestructuras, circuitos, y actores diversos que dan como resultado que la demanda que hace el ciudadano se resuelva, en el mejor de los casos, rápida y satisfactoriamente. Digo todo esto por que muchas veces en sanidad parece que las mejoras se producen exclusivamente por el hecho de inagurar edificios o de aumentar las plantillas médicas o de enfermería; cuando en nuestra estructura sanitaria todo está relacionado y al tocar un factor, como por una especie de efecto mariposa, se crea un efecto amplificado en otro lado del sistema, anulando en muchos casos la mejora conseguida.
Y me refiero al servicio de admisión o de administración de los centros sanitarios en general y de Atención Primaria en particular. Un servicio que es la cara, la imagen del centro y que tiene que gestionar y resolver todas las demandas que le crea la ciudadanía. Un servicio que canaliza peticiones, informa y distribuye la labor sanitaria entre todo el equipo asistencial. Y además, amortigua las angustias de los pacientes en un sistema sanitario que no es lo rápido y resolutivo que se quería, sufriendo en sus propias carnes las quejas, las furias y los malos modos, de algunos ciudadanos, que con o sin razón, increpan a quienes impotentes muestran la única cara humana de una institución, que mucha veces no acaba de funcionar.
Y es que al crear nuevas prestaciones sanitarias (servicios que no existían,...), o aumentar los recursos en una parte del sistema (aumentar plazas de especialistas, de médicos de familia...), se genera automáticamente un aumento de la demanda asistencial por una simple regla sanitaria que dice que “la oferta genera demanda”. Las respuestas a las expectativas de los ciudadanos, orquestadas por los medios de comunicación, se traducen inmediatamente en un aumento en la utilización de la institución sanitaria, y todo ello es gestionado por los servicios de admisión.
Unos servicios de admisión, que muchas veces son olvidados (como es el caso de esta UBS de Es Castell) cuando se anuncian a bombo y platillo las innovaciones; y que tienen que hacer frente a los nuevos tiempos, a los nuevos requerimientos y recursos, con el mismo personal y en unas condiciones, que lejos de mejorar, muchas veces crean trabas que dificultan el manejo de las nuevas situaciones creadas.
Nuestro centro lleva más de 15 años con un solo administrativo*, mientras se han duplicado las plazas de médicos y de enfermeras, se ha duplicado a buen seguro los contactos de los ciudadanos con el centro, se han aumentado los trámites etc...mientras tanto hemos cambiado de centro dos veces y en el actual más moderno y nuevo, la función de administración/recepción queda dificultada por una estructura vertical del edificio, y un servicio de admisión escondido, hundido y lateral al centro donde se genera frecuentes colas. Colas que crean un malestar en los ciudadanos y que se traduce en quejas sobre la única cara que ve el ciudadano: la muchacha del servicio de admisión. Este tema que es conocido, pues ha sido denunciado por nosotros múltiples veces delante de nuestros gestores desde hace más de diez años, sin que se haya planteado ni que exista voluntad de solucionar, aún parcialmente (refuerzos horarios), se ha resuelto de la peor manera posible: con la claudicación de nuestro administrativo histórico (Toya) y el cambio de destino. Algo que sentimos profundamente.
*Actualmente con 5 médicos y 4 enfermeras solo existe un administrativo por turno en esta UBS de Es Castell.
Mientras tanto, en el CS de Verge del Toro, -del que dependemos- con 7 médicos y otras tantas enfermeras, existe 5-6 administrativos por turno.
Publicado el Diari Menorca el 14 de mayo del 2009
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