La distinta visión de los Boletines Farmacoterapéuticos
Publicado previamente en el blog de la Semergen-Ib, publicado el 01-01-2021
Hace algo más de 10 años recibí el encargo por parte del Boletín Farmacoterapéutico “El Comprimido” de les Illes Balears de redactar un artículo sobre “Novedades en el tratamiento oral de la DM tipo 2: aparición de las incretinas en el arsenal terapéutico de la diabetes y problemas de seguridad de las glitazonas” (mayo del 2010); un artículo que realicé y que se revisó por el comité editorial pero que no se llegó nunca a publicar. Las múltiples pegas en el contenido, inconvenientes diversos y cambios hizo que tomara personalmente la decisión de contestar: ¡pues hágalo usted!. Pues una cosa es que se escriba según el criterio del autor y otra distinta bajo el criterio de quien encarga el artículo. La independencia bajo mi punto de vista es lo primero.
Situaciones como ésta a lo largo de más 30 años escribiendo sobre temas que pueden interesar al médico de Atención Primaria (AP) solo me han ocurrido puntualmente, y básicamente desde el lado contrario, la Industria Farmacéutica. Y es que ambos comparten lo mismo, el interés por influir (a favor o en contra) sobre un determinado fármaco o familia de fármacos. En este caso, fue en contra de las en aquel tiempo recientes familias de glitazonas e incretinas (que ahora nadie discute su efectividad).
Tengo que decir que nunca es un trabajo perdido pues siempre se utiliza en otros escritos o se aprende y se disfruta de la búsqueda bibliográfica y del hábito de escribir.
Los Boletín Farmacoterapéuticos (BFT) existen en muchas Comunidades Autónomas y tienen como objetivo principal “el uso racional de los medicamentos” como consecuencia de una “prescripción médica acorde con la mejor evidencia científica disponible” (sic). Sin embargo, sus revisiones suelen sorprender al ir justamente en el sentido contrario de lo que propugnan en sus Guía de Práctica Clínica (GPC) las Sociedades Científicas (SS).
La realidad es que si bien en sus criterios tienen como objetivo “ofrecer recomendaciones objetivas e independientes sobre medicamentos en sus aspectos de eficacia, seguridad y coste, de forma comparada con otras alternativas terapéuticas, así como orientar sobre cómo se deben utilizar los medicamentos y establecer su lugar en la terapéutica.” (sic), uno no acaba de comprender como con las mismas evidencias se llegan a conclusiones tan distintas a las que las GPC de las SS o que el colectivo médico encuentra.
Las explicaciones vienen del objetivo de la revisión y de quien es el que hace la búsqueda e interpretación de las evidencias; profesionales sanitarios, en ocasiones ajenos al mundo asistencial, en el caso que da pie a este post, farmacéuticos especializados en farmacia hospitalaria, y como parte de su trabajo en la institución. Otra es la búsqueda incesante de la coste/efectividad de las opciones terapéuticas, que lógicamente siempre apuntan a los fármacos más antiguos y nunca los recientes.
En este sentido, la eficiente miopía de comparar coste económico por potencia en descenso de la HbA1c siempre concluye lo ya conocido, que las sulfonilureas son las moléculas más costeefectivas; y a partir de ahí dejemos de investigar. Sin embargo, la eficiencia a nivel macroeconómico tiene en cuenta no solo los costes en el % de descenso de la HbA1c, si no los costes derivados de los eventos cardiovasculares, hospitalizaciones por insuficiencia cardíaca, accidentes vásculos cerebrales, hipoglucemias, o eventos renales terminales evitados…además de los efectos secundarios. Y eso habitualmente no se tiene en cuenta.
A partir de aquí para dar contenido al objetivo podemos caer en el cada vez más frecuente “cherry picking (literalmente ‘recolectar cerezas)”, o escoger entre lo publicado lo que más nos conviene (se elige lo que nos lo confirma y se oculta lo que nos lo puede contradecir); algo que viene del mundo legal pero que no es admisible en el mundo científico.
• “Debe estar dirigido por un equipo de profesionales intelectualmente independientes y disponer de una estructura organizativa capaz de garantizar la independencia editorial.
• Debe disponer de fuentes de financiación que garanticen esta independencia, como por ejemplo la financiación pública por parte de un gobierno nacional o local, por parte de una organización no gubernamental o autofinanciarse mediante las aportaciones de los propietarios o las suscripciones de los lectores.
• No puede llevar publicidad relacionada con empresas farmacéuticas. Un boletín farmacoterapéutico debe ofrecer información exhaustiva basada en la evidencia científica y ésta debe referenciarse con bibliografía actual y de calidad.”(sic)
Dicho esto, este post se me ocurrió hace dos meses al leer una revisión en catalán “Antidiabètics en el tractament de la DM2: Quà sabem?” del Bulletí d´informació farmacoterapètica del Servei de Salut de les Illes Balears, escrito por dos farmacéuticos, que resume las evidencias a su entender al respecto. Entiendo que es una buena revisión si se hubiera hecho hace cinco o diez años; en la actualidad, en mi opinión las opciones en el tratamiento de la diabetes tipo 2 están más acordes con los Standard Medical Care del American Diabetes Association (ADA), Diabetes Canada, la NICE, la redGDPS… que no con alguna fuente a la que recurre: tabla 2, el Algorritmo de tratamiento farmacológico (tomado de la Generalitat de Catalunya. Pautes per a l’harmonització del tractament farmacològic de la diabetis mellitus tipus 2. Barcelona; 2019)
-Normas de publicación del boletín farmacoterapéutico “El Comprimido” (marzo 2010)
-Novedades en el tratamiento oral de la DM tipo 2: aparición de las incretinas en el arsenal terapéutico de la diabetes y problemas de seguridad de las glitazonas. El Comprimido (mayo del 2010-NO PUBLICADO)
https://semergenillesbalears.es/la-distinta-vision-de-los-boletines-farmacoterapeuticos
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