Fallecimientos con COVID-19 y con la vacuna COVID-19. El problema de la asunción de riesgos
Esta actual epidemia está trastocando el nivel de riesgo que es capaz la población de asumir. Por lo general, el dicho castellano de “ojos que no ven, corazón que no siente” es la principal razón por la que se mueve la ciudadanía a la hora de plantearse o no una determinada acción preventiva. Los medios de comunicación cuya función es buscar la noticia, aumentan, difunden, diría yo, exageran los riesgos creando alarmas cuya reacción inmediata y obligada es la de poner remedio.
Y es que nuestra sociedad es paradójica al mismo tiempo que incongruente, no tolera ningún riesgo, sin embargo cada día asume riesgos sin planteárselo si quiera, y es que la vida como decía un compañero ya fallecido “es una enfermedad terminal” y el hecho de vivir es asumir riesgos. Podríamos hablar de los accidentes de tráfico, de ciertos deportes, del tabaquismo,… comportamientos humanos que generan riesgos demostrados, que sin embargo producen poca o ninguna reacción en la ciudadanía; al tiempo que somos hipersensibles a riesgos remotos, sean ciertas complicaciones de enfermedades extremadamente raras, por ejemplo, y cuya vacunación exigimos como obligatorias en nuestros hijos.
Con el tema del COVID-19 se está dando el efecto paradójico que muestra el clásico « Dilema del Ciempiés» o llamado el “efecto ciempiés”, que no reproduciré para no aburrirlos, pero que resumidamente nos viene a decir que cuando nos fijamos en una actividad que realizamos automáticamente (como mueve las patitas el cienpiés) el hecho mismo de hacerlo interrumpe la actividad que estaba haciendo (se para el cienpiés), algo que en psicología se conoce como “hiperreflexión o la ley de Humphrey”.
Y es que en todo este embrollo que nos encontramos con la epidemia del COVID-19, el cienpies se está parando, no sabemos que hacer. Así los más temerosos al contagio por la COVID-19 son muchas veces los mismos que no se que quieren vacunar por miedo a los efectos secundarios de la vacuna y justamente el colectivo para el que estaba diseñada la vacuna, las personas más mayores son las más susceptibles a fallecer por o a consecuencia de los efectos secundarios de la misma, como vemos estos días.
Hemos pasado de identificar a los pacientes más mayores como los más vulnerables y por tanto a los prioritarios para la vacunación, a ser justamente a aquellos que quizás no debemos vacunar por el riesgo que los efectos secundarios tipo fiebre o diarrea puedan precipitar el fallecimiento, como nos han venido a mostrar unos datos provenientes de Noruega.
Y que esta noticia nos paraliza. Una comunicación de Ingrid Torjesen en el BMJ (BMJ . 2021 Jan 15;372) y reproducida por diversos medios de comunicación, informa del fallecimiento de 23 pacientes ancianos en Noruega acto seguido de recibir la vacuna Pfizer BioNTec para la COVID-19, algo que aún no saben si achacar a la vacuna en sí o a la coincidencia temporal en este tipo de pacientes muy frágiles; o lo que es más probable que los efectos adversos comunes de la misma como fiebre, diarrea, nauseas hayan bastado para descompensar a estos pacientes y producir la muerte. Efectos sin trascendencia en las personas jóvenes pero suficientes para alterar gravemente a estos pacientes.
Sin embargo, si recuerdan es el mismo dilema que se ha producido con las muertes por la COVID-19, ¿son una consecuencia o simplemente ha coincidido en el tiempo?. De ahí que se hable de “muertes con COVID-19” no “por COVID-19”.
Este hecho obligará a una evaluación riesgo/beneficio más minuciosa de estas personas a la hora de administrarle o no la vacuna en cuestión.
La realidad de esta situación nos muestra otro aspecto muy importante, el hecho de que dar como buenos los resultados de los ensayos clínicos para la aprobación de vacunas (eficacia), realizados con población que no se ajusta específicamente para la que será prioritaria; y que es algo que debía haberse tenido en cuenta (efectividad).
En este caso leemos que grupo de los mayores de 80 años introducidos en el ensayo de la vacuna de Pfizer fueron muy pocos, y en la que el promedio de individuos reclutados tenían 50 años. Las prisas no son buenas consejeras.
Mateu Seguí Díaz
Médico de Familia
Seguí Díaz M. Fallecimientos con COVID-19 y con la vacuna COVID-19. El problema de la asunción de riesgos. Es Diari MENORCA 18-11-2020: 33. https://www.menorca.info/
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