Los fallecimientos la principal preocupación de la infección por el COVID-19
Lo que nos preocupa más a nosotros como sanitarios y especialmente a la población como pacientes son las consecuencias, en forma de defunciones, que tiene la infección por el COVID-19.
Como sabemos la epidemia de neumonías víricas por el COVID-19, la causa principal de mortalidad por este virus, se inició alrededor de diciembre en Wuhan, en China. Un virus que sabemos se aisló hace poco, el 7 de enero por científicos chinos como un nuevo coranovirus emparentado con el anteriormente conocido como SARS (coronavirus, severe acute respiratory syndrome), denominado inicialmente como el SARS-CoV-2 que más tarde en febrero fue denominado como COVID-19 (coronavirus disease 2019) por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La realidad de lo que conocemos es que lo único cierto son los fallecimientos y las altas de los hospitales pues los infectados por países y a nivel mundial (se habla de Corea como excepción) dependen de la pruebas realizadas, pues se sabe que el espectro clínico de esta infección, ya lo comentamos en otro post, va desde la infección asintomática (no hay síntomas), a una infección respiratoria de vías altas (resfriado) a una neumonía vírica grave con fallo respiratorio y muerte en ciertos casos. De ahí que las tasas de fallecimientos (el número según los infectados) varíen con el tiempo.
Hemos hablado en otros post de los datos provenientes de Wuhan de la provincia china de Hubei, epicentro de la epidemia, sin embargo, estos como los que se van conociendo de otros países, están limitados por la evolución de la epidemia. Como vimos la media de edad de los pacientes en dicho lugar ha sido de 59 años, el 56% varones y la mortalidad se ha relacionado con la patología de base (parecido a lo que ocurre con la gripe) y la edad de los pacientes. En dichos documentos no se demostraron que los niños hubieran contraído la enfermedad. Este hecho modifica los denominadores de las tasas epidemiológicas pues se intuye que aún con leves síntomas también se está manifiestando en estas edades.
Teniendo en cuenta la definición de la enfermedad como el diagnóstico de neumonía, las tasas de fallecimientos se encontraban alrededor del 2%, sin embargo, según otras fuentes, leemos, la tasas mostradas en pacientes con COVID-19 con diversas manifestaciones de la enfermedad no sería más del 1,4% (Guan et al). De ahí que si se asume que el número de pacientes asintomáticos o con escasos síntomas (como nos demuestran estos días los positivos de los políticos de este país) son varias veces el número de aquellos con clínica manifiesta la mortalidad, según el editorial del BMJ, que comentamos, sería bastante más bajo del 1%. De ahí que en según dicho documento y teniendo en cuenta diversas fuentes la repercusión del COVID-16 a nivel general (casos leves y graves) esta epidemia se comportaría como una gripe estacional grave, habida cuenta que en éstas la tasa de fallecimientos es de 0,1%, o como una gripe pandémica como las que sucedieron en el 1957 y 1968, pero muy distinto al SARS o al MERS en las que las tasas de fallecimientos fueron del 10 al 36%. Esto nos tiene que hacer pensar que otras epidemias vendrán y que probablemente serán mucho más letales y deberíamos aprender de la actual que, sin minusvalorar sus consecuencias, estas tenderán a ser muchos menores que la reacción que ha creado a nivel mundial.
En cuanto a los sobre los factores de riesgo relacionados con la muerte en adultos ingresados por el virus COVID-19 en Wuhan, China, se ha publicado un artículo recientemente publicado en Lancet.
En este artículo se tratan los detalles de aquellos pacientes ingresados en los dos hospitales de Wuhan que tenían el COVID-19 confirmado y un resultado definitivo de alta o defunción al 31 de enero.
Todos los datos fueron los registrados en las historias clínicas de los enfermos allá ingresados.
En total son las conclusiones de 191 pacientes ingresados que se les dio el alta clínica o que causaron defunción en dicho período (135 del hospital de Jinyintan y 56 del hospital de Wuhan).
De éstos 137 se les dio el alta y 54 murieron en el hospital. Casi la mitad de ellos (48%) presentaban una comorbilidad de base con hipertensión arterial (HTA) en el 30% (de ahí que se haya sugerido el papel de antihipertensivos como los IECA y ARA2), la diabetes (DM) en el 16% y enfermedad coronaria en el 8%.
Aplicando modelos estadísticos de regresión multivariable la probabilidad de fallecimiento dentro el hospital estuvo asociada a la edad, cuanto mayor, mayor riesgo, según el odds ratio (OR) 1,10 (IC 95% 1,03–1,17, por cada año de incremento; p=0,0043), mayor puntuación del conocido como SOFA (Sequential Organ Failure Assessment) OR 5,65 (IC 95% 2,61–12,23; p inferior a 0,0001), y el valor del dímero-d mayor de 1 µg/l OR 18,42 (IC 95% 2,64–128,55; p=0,0033) al ingreso.
El tiempo medio de eliminación del virus fue de 20 días en los que sobrevivieron pudiendo llegar hasta los 37 días, pero fue detectable hasta el final en los que fallecieron.
Concluyen que la edad del paciente, la puntuación del SOFA y el dímero-d (mayor de 1 µg/l) ayudarían a identificar a los pacientes con mal pronóstico en un estadio precoz.
Estos documentos nos informan que de haber hecho los deberes con un control de la diseminación de la enfermedad, y de aquellos pacientes de riesgo más vulnerables (anciano y con comorbilidades) las consecuencias sobre el sistema sanitario (que es lo que se intenta prevenir) hubieran sido asumibles y se hubiera podido generar una inmunidad de grupo (o de rebaño) eficaz con lo que detener la epidemia y proteger a aquellos más vulnerables. Algo de lo que se ha planteado en UK por Boris Jonhson en el UK.
Sin embargo, esto no se hizo, llegamos tarde y ahora sufrimos las consecuencias.
Consecuencias directas (fallecimientos) e indirectas a nivel económico y social. Veremos al final cuales de las dos son más importantes, pues lo que se está dejando de hacer con el resto de pacientes ya está produciendo efectos indeseables.
En mi opinión, según estos datos, recluir individuos mayores con niños durante 15 días no es la mejor medida para evitar las consecuencias de la enfermedad en dicho colectivo.
Fauci AS, Lane HC, Redfield RR Covid-19 - Navigating the Uncharted. N Engl J Med. 2020 Feb 28. doi: 10.1056/NEJMe2002387. [Epub ahead of print]
Zhou F, Yu T, Du R, Fan G, Liu Y, Liu Z, Xiang J, Wang Y, Song B, Gu X, Guan L, Wei Y, Li H, Wu X, Xu J, Tu S, Zhang Y, Chen H, Cao B. Clinical course and risk factors for mortality of adult inpatients with COVID-19 in Wuhan, China: a retrospective cohort study. Lancet. 2020 Mar 11. pii: S0140-6736(20)30566-3. doi: 10.1016/S0140-6736(20)30566-3. [Epub ahead of print]
Ricki Lewis, PhD. Risk Factors for Death From COVID-19 Identified in Wuhan Patients. Medscape
March 09, 2020
Obsolescencia programada y medio ambiente
Hace 22 horas
2 comentarios:
comparto tu posicion, que boris johnson abandone su politica me parece lamentable, aunque el punto debil de la misma seria que aun no se sabe si el coronavirus deja inmunidad duradera, cosa que me parece dudosa sea asi, en sentido absoluto
Gracias Alfredo por tu puntualización del todo necesaria. Esperemos que la inmunidad sea duradera, porque si no y sin vacunas a corto plazo, el problema puede ser verdaderamente importante.
Oía el otro día en la televisión a una viróloga comentar que tanto los virus del SARS o del MERS siguen circulando, sin embargo no se producen epidemias. De ambos existen vacunas que se utilizarían en el caso que se produjera una epidemia como la actual.
saludos
mateu seguí díaz
Publicar un comentario