Epidemia del COVID-19: Italia y España historias“casi” paralelas.
Hoy llegamos a 85.301 casos diagnosticados y a 7.624 muertos por el coronavirus COVID-19 en España, prácticamente doblamos los muertos declarados en China (3.245). Algo que puede sorprender pero el comportamiento de nuestro país, después de evitar prepararse para lo inevitable, ha sido parejo al de Italia, a quien no nos queríamos parecer. Y si bien se estima que la trasmisión de la enfermedad de manera importante fue a final de febrero en la CCAA de Madrid, y no se puso ninguna medida específica (antes al contrario se permitió todo tipo de actos multitudinarios), no fue hasta el 14 de marzo cuando se decretó el estado de alarma.
Sabemos por los medios que en el enero pasado, como consecuencia de la epidemia que se inició en China, se confinó a toda la provincia de Hubei (56 millones de personas) en un momento que se habían contabilizado 17 fallecimientos y 571 contagios por COVID-19. Tras éste Italia fue el segundo país en aplicar soluciones parecidas (9 de marzo), confinando a toda la población, aunque permitiendo la actividad económica, y salir con los niño... sin resultado aparente, hasta que el 21 del mismo mes que se endurecían las medidas prohibiendo cualquier actividad descendiendo los contagios, pero no las muertes.
Dos países un comportamiento semejante
Tanto en un país como en otro, y eso que Italia empezó un mes antes, los muertos han seguido creciendo (30-03-2020) y se está a punto de llegar al pico máximo, dicen los expertos, o a una meseta ligeramente descendente, pienso yo. Del número de contagiados mejor no hablar pues es dispar o engañoso, dado que no se practica a todo aquel en el que se sospecha la enfermedad (leves, asintomáticos y contactos), solo da cuenta de los casos graves o acuden al hospital.
En esta epidemia por el COVID-19 algunas cosas están claras. Se tiene claro de dónde surgió, como se trasmitió, que su contagiosidad es alta pero que su tasa de letalidad es bastante menor que la de su virus hermano el SARS (alrededor del 30%, lo que es un consuelo relativo), como una pandemia gripal que se aproxima al 1% de los contagiados. Que en un 10% de los contagiados precisan cuidados hospitalarios y que la mayoría de países no estaban preparados para hacer frente a una situación parecida.
Como se leía en un artículo de medscape esta epidemia ha sido una “prueba de estrés” para los sistemas sanitarios, y yo diría aún más, para los países y sus poblaciones, pues las reacciones han sido distintas en aquellos del norte de Europa que los del sur. Entre los anglosajones y los mediterráneos. Entre los gobiernos liberales o social-demócratas.
Últimamente van saliendo artículos que desgranan los acontecimientos de uno u otro país por si se podía haber previsto, atenuado o actuado de otra manera. Mi opinión ya la conocen, pueden leer post anteriores.
Sin embargo, muchos comentaristas hablan de Italia por si de su antecedente se podía o puede haber aprendido alguna enseñanza.
El espejo de Italia
En este país el primer contagiado apareció en enero del presente año, y se admite por un contacto directo de una pareja de turistas chinos. El mismo día el ministro de salud (Roberto Speranza) anunció el embargo aéreo de todos los vuelos que vinieran de ciudades Chinas (una diferencia palpable con nuestro país en la misma situación). Días después nuevos casos se detectaron en individuos italianos repatriados de la región de Wuhan.
El 20 de febrero se anunció la primera hospitalización de un individuos de 38 años con neumonía grave atípica y positiva al coranovirus, que no había viajado a China. A partir de aquí nuevos casos se identificaron en pocos días en dicha área que se puso en cuarentena 15 días (otra diferencia).
En nuestro país, con una situación pareja, en España el 3 de marzo existían 149 individuos COVID-9 positivos, se mantuvo en la fase de contención permitiendo todo tipo de manifestaciones y eventos.
El 12 de marzo habían ya en Italia 15.113 casos, 1.016 muertes y 1.256 dados de alta. Se cerraron escuelas, universidades, comercios...
Se inició realizar el test a todo el mundo en contacto con la persona infectada, pero se vio imposible por falta de recursos, haciendo éste solo a las personas sintomáticas con empeoramiento grave. Esto dejo oculta gran parte de la epidemia (casos asintomáticos y leves); algo que actualmente está pasando en nuestro país y que se ha demostrado fundamental para conocer la realidad y el control de la epidemia (por ejemplo, Corea).
Otro aspecto y que nos emparenta como país es que Italia tiene un sistema basado en un Sistema Nacional de Salud que provee de cobertura sanitaria a toda la población mediante una organización sanitaria regional. En esta situación, y similar a lo que ha pasado en nuestro país, el Gobierno recuperó el control de los recursos sanitarios, sobre todo la coordinación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) disponibles (6000 camas) permitiendo trasferir pacientes sin esta enfermedad a otras regiones al centro y sur de Italia.
Sin embargo, nuestra mayor descentralización en CCAA, leemos hoy, está impidiendo o dificultando este aspecto fundamental de solidaridad en nuestros país.
La demanda prevista de camas en Italia en dicha fase fue 10 veces la disponibilidad habitual.
Aprendiendo de China se abrieron Unidades de Cuidados Intermedios en Hospitales y otras áreas en las que se equipaban con ventiladores (de China) y cascos especiales para el apoyo respiratorio en aquellos pacientes sin ventilación invasiva. Esto era útil, señalan, por que el 33% de las personas en UCI se encontraban entre los 50-64 años sin comorbilidad previa y no precisaban acciones más invasivas.
A partir de ahí, se publicaron Guías sobre cómo ayudar hacer el triaje de las personas en insuficiencia respiratoria para utilizar los ventiladores (maximizar beneficios, en aquellos con mayor posibilidad de curación) cuando existiera una insuficiencia de estos (idem en España).
El hecho diferencial de la alta mortalidad
Lo primero que llama la atención de Italia es que la mortalidad por el COVID-19 parece mucho mayor que la registrada en otros países, incluso que en China y esto sería debido a factores como la edad de los pacientes y las comorbilidades acompañantes, señalan. Así la edad media de fallecimiento es de alrededor de 80 años, de modo que si se comparan los datos de fallecimiento por edades con China el dato sería semejante. Otro dato, y algo parecido a España, es que solo se ha realizado el test a los pacientes graves o con sintomatología que precisaba ser ingresadas, pues el resto con sintomatología leve se les recomiendó permanecer en sus domicilios sin hacerles la prueba. De ahí que el denominador de las tasas fuera pequeño incrementando el efecto de estas.
Escasez de recursos
La escasez de instrumentos para protegerse de la epidemia, al igual que nuestro país, tipo guantes, mascarillas,..en Atención Primaria (AP) y en la población general ha sido en ambos una constante.
De un tiempo a esta parte, en ambos países, se ha reorganizado el trabajo asistencial concentrando pacientes con la misma enfermedad, y cerrando clínicas ambulatorias, retrasando visitas no urgentes… con el objetivo de aumentar la disponibilidad de recursos para los casos graves.
En pacientes con sintomatología sugestiva de infección por COVID-19 se les invita a permanecer en casa aislado del resto de la familia. En el caso de producirse una insuficiencia respiratoria se ha dispuesto de un número que moviliza a un equipo que valora el traslado de este al hospital.
Una de las causas de la trasmisión de la enfermedad son los contagios incontrolados de pacientes asintomáticos o con síntomas leves de ahí que las medidas de confinamiento de toda la población han sido necesarias, son tan espectaculares, y deberían tener efectos inmediatos.
Efectos del confinamiento
Si bien es cierto que esta medida tienen importantes efectos en la trasmisión de la enfermedad, tiene importantes efectos secundarios sobre la libertad personal, sobre el resto de patología que queda desatendida y sobre la economía del país algo que al final también influye en la salud de la población y todo ello sin que garantice que la epidemia se haya acabado, solo que se demore; que lo haya hecho en falso, sobre todo en un mundo como el nuestro globalizado en la que la gente transita de un país a otro.
La realización de test a todo el mundo expuesto tal vez en una fase posterior sería una forma más eficaz y menos dolorosa de conocer la realidad y aplicar confinamientos selectivos. Aislar a los individuos de riesgo y permitir un progresivo y controlado contagio que aumentara la inmunidad grupal, habida cuenta que la vacunación se fia a largo plazo.
Semejanzas
España e Italia se parecen en la falta de previsión de la epidemia (más grave en España pues estaba advertida por la OMS desde el 30 de enero, y tenía el ejemplo de su país hermano) en las medidas adoptadas y en la falta de recursos para poder hacer frente a esta epidemia.
Se parecen también por haber hecho el mismo error de anunciar estados de alerta (que en nuestro país su aplicación se parece más un estado de excepción, según señalan expertos) esperando horas en aplicarlas lo que hizo que la población se dispersara rápidamente (los estudiantes volvieron de las zonas calientes, los abuelos se reunieron con los nietos..), generando probablemente una nueva ola de contagios.
En fin nos vamos pareciendo en casi todo, aunque nosotros cargamos con la culpa de que se nos había advertido y que el país hermano ya lo estaba padeciendo.
Flaxman S et al. Estimating the number of infections and the impact of nonpharmaceutical interventions on COVID-19 in 11 European countries
https://www.imperial.ac.uk/media/imperial-college/medicine/sph/ide/gida-fellowships/Imperial-College-COVID19-Europe-estimates-and-NPI-impact-30-03-2020.pdf
Daniela Ovadia. COVID-19: What Can the World Learn From Italy?. Medscape March 13, 2020
Esther Mucientes. Coronavirus: ¿qué han hecho mal Italia y España para superar los muertos de China?. El Mundo Viernes, 27 marzo 2020 - 17:02
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