La Regenta, de
Leopoldo Alas Clarín
Un clásico que ha servido y sirve de patrón de escritura en español para aquellos que quieren escribir bien en nuestra lengua. Una de las obras más referenciadas del siglo XIX español que a su vez estuvo prohibida durante muchos años debido a una temática rompedora para la época.
Siendo un libro clásico recomendado en el instituto, al modo del Quijote, no se suele leer, dada su extensión y contenido, y se hace, como en mi caso, cuando pasado el tiempo uno ya tiene otras inquietudes.
Su relectura después de casi 20 años en formato electrónico, me ha dejado una impresión distinta, pero agradable. La impresión de disfrutar de una lectura placentera de un tema clásico pero tratado de manera muy inteligente.
“Callaron y se miraron. Don Fermin, sin pensar en contenerse, cogió una mano de la Regenta que estaba apoyada en un almohadón de crochet, y la oprimió entre las suyas, sacudiéndoselas. Ana sintió fuego en el rostro, pero le pareció absurdo alarmarse. Los dos se habían levantado, y entonces entró doña Petronila, a quien dijo De Pas sin soltar la mano de la Regenta…”pag 192 (segundo tomo edición electrónica)
“En aquellas cartas que rasgaba, lloraba, gemía, imprecaba, deprecaba, rugía, arrullaba; unas veces parecían aquellos regueros tortuosos y estrechos de tinta fina, la cloaca de las inmundicias que tenía el magistral en el alma: la soberbia, la ira, la lascivia engañada y sofocada y provocada, salían a borbotones, como podredumbre líquida y espesa. La pasión hablaba entonces con el murmullo ronco y gutural de la basura corriente y encauzada. Otras veces se quejaba el idealismo fantástico del clérigo como una tórtola; recordaba sin rencor como en una elegía, los días de la amistad suave, tierna, íntima, de las sonrisas que prometían eterna. pag 919
1.- Alianza Editorial 30 aniversario 1996
2.- Formato electrónico. Luarna ed
1 comentario:
Hola Mateu. Me encanta encontrarme aquí, en este blog que tanto me gusta, con uno de mis libros favoritos. Hace muchísimos años que lo leí, pero no se me olvida aquella sensación impagable de disfrutar su lectura.
Un abrazo y gracias por tu blog,
Julio
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