¿Provisión pública o privada?
Vaya por delante que prefiero la provisión pública a la privada, pues creo que esta tiene menos condicionantes de lucro y es más justa y equitativa; sin embargo, a priori, la gestión privada es más eficiente. Por otro lado, intento sustraerme del maniqueismo típico de nuestro país, de público bueno frente a privado malo, de izquierda buena frente a derecha mala, de centralización mala frente a descentralización buena...y así hasta el infinito, como un pecado original del que no podemos sustraernos por nuestra historia más reciente.
Decir que esta discusión se ha vuelto a plantear a partir de las protestas de Madrid, de esta “marea blanca” que recorre España. Si que diré, que entiendo, por un lado, las reivindicaciones laborales, y que por otro, que también entiendo que nos encontramos en una situación de control de gasto. Y, a la vez añadiré que no entiendo que provisión privada signifique privatización de la sanidad, cuando la financiación es pública y se mantienen los derechos de los pacientes. Situación esta habitual en la mayoría de países occidentales, y que en nuestro país se mantiene en todos los funcionarios estatales con el sistema de MUFACE. Con todo, no deja de ser un asunto complicado.
Dicho esto, han salido a la luz diversos documentos, unos en forma de programas de televisión y otros como escritos de opinión, que intentan poner luz en este problema de “público versus privado”.
En contra de la provisión privada se encuentra la llamada “selección adversa” comúnmente practicada y denunciada en ocasiones en lugares donde se comparten varios modelos (Cataluña, por ejemplo), y en donde los pacientes graves (caros), las operaciones importantes (caras), los procesos crónicos (caros), los pacientes de edad avanzada (caros)...pudieran ser derivados sutilmente a la empresa pública para que a la privada le salgan las cuentas, por aquello de que se “hacen públicos los gastos, pero privados los beneficios”, que se ha apuntado en algún debate. En contra de la provisión privada, también se encuentra el exceso del control del personal, de la medicación. de los equipamientos…, que, forzando la situación al máximo pudieran generarse riesgos para la salud de los pacientes (recientemente ha salido un escándalo en un hospital inglés). Es decir, que
pudieran primar los beneficios económicos a la reinversión. No hacer actividades preventivas etc. Sin embargo, a la gestión privada se la suele identificar como más eficaz.
En contra de la gestión pública se le achaca la rigidez normativa, la burocratización, la desidia, el desinterés, la masificación, el exceso de personal, “el a mi no me toca”, el despilfarro en pruebas diagnósticas y medicaciones, las listas de espera,...Pero, pero sin embargo, la provisión pública es garantía universalidad, de ser más justa, más equitativa, de ser menos intervencionista, de estar enfocada no solo a la atención, si no a la prevención, etc.
¿Dónde está el punto medio?. Cómo podemos mantener una empresa pública con una gestión más eficiente, semejante a la privada, si caer en los defectos de ésta? ¿Existe esta posibilidad?
Dicen que el dinero que se destina a la sanidad “no es gasto es inversión”, pues todo lo que se gaste en sanidad redundará en la mejora de la salud de la población. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Primero, porque el sistema sanitario solo condiciona porcentajes muy modestos en la salud de la población (alrededor del 20%); y segundo, porque el mismo sistema sanitario es causa de enfermedad. En EEUU el 30% de la morbilidad padecida por sus ciudadanos es generada por el mismo sistema sanitario en base a sobrediagnósticos, a sobretratamientos,
defectos estos de la excesiva tecnificación en el cuidado de la salud. Los países con mayor porcentaje de producto interior bruto (PIB) dedicado a la sanidad no siempre son los que tienen mejores indicadores de salud; por ejemplo EEUU, doblando nuestro PIB dedicado a la sanidad tiene peores indicadores de salud que nosotros, e incluso existe un gran porcentaje de la población sin cobertura sanitaria.
En nuestro país,
el Informe Abril, en el 1991, dio la voz de alarma sobre la sostenibilidad de nuestro sistema y propuso separar la financiación, de la compra y de la provisión de servicios, recomendando que los centros sanitarios se configuraran como empresas públicas regidas por el derecho privado. Es decir, una fórmula que evitara el encorsetamiento normativo, la burocracia de la empresa pública, y con ello mejorara la gestión y sobre todo la eficiencia. En este aspecto han habido muchas experiencias en España de gestión indirecta, que como en Cataluña, en donde, incluso, los mismos profesionales se han hecho cargo de algunos centros sanitarios, como las entidades de base asociativa (EBA) en atención primaria, u otras formulas de conciertos hospitalarios. Sin embargo, según leemos,
no se puede actualmente distinguir entre ellas cual es la mejor a los efectos de eficiencia económica o calidad, comparadas con las instituciones gestionadas directamente por el Institut Català de la Salut.
Y es que la falta de información es una constante que impide comparar los distintos sistemas de gestión, como se ha visto en Valencia. En realidad, por lo que sabemos, las diferencias no son importantes. Probablemente exista una mejora en la calidad pero no queda tan claro en el gasto...
Sea como fuere,
la calidad en los sistemas privados debe ser mejor, o al menos la llamada “calidad aparente”, pues los pacientes cuando pueden elegir, prefieren una provisión privada, como se ha visto en MUFACE, donde el 90% de los funcionarios eligen una mutua privada. Por otro, somos uno de los pocos Países Occidentales (solo cinco tiene este sistema en Europa, España incluido) con un Sistema Sanitario donde la provisión y financiación es en su mayoría pública. ¿Es una ventaja? ¿Es una garantía ?.
O quizás la diferencia de nuestro sistema, no se encuentre en que sea básicamente pública, sino en que
tengamos un eficaz sistema de Atención Primaria, un sistema que siendo la puerta de entrada de la institución sanitaria, permita la racionalización del gasto, la redistribución de los recursos, la prevención del sobrediagnóstico y del sobretratamiento, sea garantía de equidad en la atención,…
Realmente en esto es en lo único en lo que personalmente creo, y, a la vez, en mi opinión, es en lo que creen la mayoría de los sistemas sanitarios actuales, sean públicos o privados, incluso el mismo sistema estadounidense. Un sistema de atención primaria que actualmente distingue a nuestro país de los de nuestro entorno más próximo.
Mateu Seguí Díaz. Diari MENORCA 26-02-2013: 21
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