La infiltración con corticoides en la artrosis de rodilla
Una articulación clásica para la infiltración con corticoides es la rodilla. Hoy traemos otras comunicaciones de la Radiological Society of North America (RSNA) 2022 Annual Meeting de final del año pasado que viene a poner los puntos sobre las “ies” de esta cada vez más popular técnica terapéutica en Atención Primaria. Y es que en nuestro nivel cada vez más se cumple aquello de que “quien tiene un martillo todos los problemas les parecen clavos” con el riesgo que dada la escasa casuística de nuestro nivel en pacientes tributarios en la que aplicar estas técnicas generemos más daño que beneficio.
Ya comentamos hace años un trabajo de Coombes BK et al estudiando la infiltración con corticosteroides en el codo del tenista (epicondilitis), una patología típica para esta técnica, y en este trabajo la inyección de corticosteroides no superaba al placebo. Las infiltraciones con corticoides en pacientes con epicondilitis unilateral frente a inyecciones de placebo no mejoró o incluso empeoró los resultados clínicos al año, pues un 77% tuvo mayor riesgo de volver a tener una epicondilitis al año, frente a los que recibieron placebo.
En este caso traemos aquí otras comunicaciones del RSNA 2022 en la que muestran como la infiltración con corticosteroides puede empeorar la progresión de la artrosis de rodilla, algo, por otra parte conocido hasta el momento según datos extraídos de imágenes radiográficas o por resonancia magnetica nuclear (RMN). En sentido contrario la infiltración con ácido hialurónico (AH) podría preservar la estructura del cartílago, apuntan. En ambos casos las evidencias provienen de estudios de cohortes observacionales, transversales y no aleatorizados, muchos de ellos en base a grandes bases de datos como los aportados del estudio longitudinal, observacional y multicéntrico americano, el Osteoarthritis Initiative (OAI) realizado sobre 4.796 individuos en edades comprendidas entre los 45-79 años afectos de osteoartrosis de rodilla entre febrero del 2004 y mayo del 2006.
El OAI recabó información sobre la evaluación clínica, RX, resonancia magnética nuclear (RMN) y muestras biológicas de los pacientes. De esta se realizaron los dos estudios que comentamos.
**Dentro de las comunicaciones el estudio de Bharadwaj et al mostró como las inyecciones de AH parecen reducir la progresión de la artrosis de rodilla a nivel óseo confrontando los datos de 8 pacientes que recibieron infiltraciones de corticosteroides, 12 una infiltración de AH y 40 controles sin ningún tipo de tratamiento. Estos aparejados según sistema de “propensity-score” por edad, sexo, índice de masa corporal (IMC) y diversos índices como el grado de ”Kellgren-Lawrence (KL)”, los índices del “Western Ontario y McMaster Universities Osteoarthritis Index (WOMAC)”, y la escala del Physical Activity Scale for the Elderly (PASE).
Se evaluaron semicuantitamente las imágenes de las RMN obtenidas al inicio del estudio, dos años antes de la infiltración y dos años tras la inyección utilizando la puntuación suministrada por el sistema “whole-organ MRI score (WORMS)” para los meniscos, lesiones de la médula ósea, cartílago, derrame articular y ligamentos.
A los dos años se encontró una asociación significativa ente las inyecciones intraarticulares de corticoides en la progresión de la puntuación del WORMS en la rodilla en general, menisco lateral y cartílagos. En sentido contrario no hubo relación entre las inyecciones de AH y la progresión posterior en la WORMS.
En general no hubo relación significativa entre el tipo de sustancia inyectada y la progresión del dolor según la WOMAC. O sea que clínicamente no se modificó la principal molestia de la artrosis de rodilla.
**Otra comunicación, esta vez de Azad Darbandi et al del Chicago Medical School of Rosalind Franklin University of Medicine and Science sobre 210 rodillas con imágenes sugerentes de artrosis de rodilla al inicio y a los 48 meses y en las que se les infiltró con corticoides, 59 con AH y 6.827 rodillas que sirvieron como controles. También se hicieron 50 parejas según el sistema de “propensity-score” según IMC, sexo, edad, comorbilidades, imágenes al inicio… Se analizó el grado de artrosis de rodilla, el estrechamiento del espacio articular, esclerosis, formación de osteofitos…
A los cuatro años el índice Kellgren-Lawrence (KL) con el que evaluar los cambios producidos fue de 2,79 en el grupo de la infiltración por corticosteroides, de 2,11 en el grupo del AH y de 2,37 en los controles, lo que fue más que elocuente.
En cuanto a las diferencias en el estrechamiento del espacio articular fue de 1,56 en el grupo del corticoide, de 1,11 en el grupo del AH y de 1,18 en los controles, mostrando diferencias significativas entre el grupo de la infiltración con corticosteroides y AH o controles, lo que sugeriría que los corticosteroides intraarticulares acelerarían la progresión de la artrosis de rodilla, al contrario que el AH.
Por ello se apunta a no utilizar las infiltraciones de corticoides en la artrosis de rodilla más que en casos muy evolucionados con dolor intratable y pendientes de recambio articular.
Como limitaciones en ambos estudios se apunta el no conocer el grado de actividad de los pacientes antes y después de las infiltraciones, pues aquellos con corticoides pudieran aumentar ésta incrementando con ello los efectos adversos sobre las articulaciones.
Radiological Society of North America (RSNA) 2022 Annual Meeting.
Seguí Díaz M, El valor de la hidrodisección en las infiltraciones. Blog Opinión sanitaria
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