jueves, 11 de octubre de 2018

¿Es importante la velocidad con la que comemos los alimentos?


¿Es importante la velocidad con la que comemos los alimentos?

Parece una tontería, ¿qué influencia puede tener para nuestra salud el hecho de comer más o menos rápido?. Hace muchos años leyendo un libro de yoga recuerdo que al autor recomendaba al iniciado algo como: “beber los sólidos y comer los líquidos” dando a entender que el acto de masticar, tragar, de comer en suma, debe ser pausado al tiempo que la persona debe ser consciente del mismo.
Sin embargo, nuestra sociedad nos lleva a lo contrario, comer deprisa, compulsivamente, y con ello a ingerir porciones de alimentos cada vez más grandes (existen estudios al respecto en EEUU) para poder saciar nuestro apetito.
Comer despacio te permite saborear los alimentos al tiempo que da tiempo al tubo digestivo a adaptarse a lo que se va tragando, con lo que la función de digerir los alimentos mejora,
¿Pero, es solo esto?. ¿Existe algo más?. ¿Puede el comer pausado influir en otras áreas del funcionamiento de nuestro cuerpo?. Sí que es cierto que la sensación de saciedad necesita un tiempo para instaurarse de modo que si se ingiere rápido, a priori se comen más alimentos, se ingieren más calorías y con ello se aumenta de peso; en sentido contrario, el comer despacio hace que esta sensación se instaure antes de haber acabado la comida y con ello no ingerimos más que lo preciso (no repetimos).
De un tiempo a esta parte se han publicado estudios que señalan que la velocidad en la ingesta está relacionada con la secreción de ciertas  hormonas intestinales, el llamado sistema incretínico…, y que con ello de alguna manera se pudiera influir en nuestro estado metabólico, propensión a la diabetes mellitus, a la obesidad…
Un estudio japonés de Yamaji T, et al (Slow down, you eattoo fast: Fast eating associated with obesity and future prevalence) publicado en Circulation el año pasado demostró, mediante una encuesta a 3287 individuos japoneses, que el hábito de comer deprisa aumentaba el riesgo de padecer sobrepeso. Un riesgo que se multiplicaba por tres.
En una encuesta en Nueva Zelanda de Leong SL et al en el 2011 sobre 2500 mujeres (de entre 40-50 años) sobre la velocidad en la ingesta de alimentos (según la propia sensación del individuo),  y tras ajustar los resultados según, edad, hábitos tóxicos, raza, actividad física, la situación geográfica, estado de salud, obesidad,…mostró un aumento de un 2,8% en el índice de masa corporal (índice que mide la relación entre la altura y el peso) por cada incremento en los intervalos de la velocidad de la ingesta. En este estudio un tercio de las mujeres se consideraban rápidas o muy rápidas a la hora de comer y solo un 15% lentas. Con ello demostraban la relación de comer rápido y el incremento de peso.
Un estudio de Yamaji T et al evaluó si comer rápido puede relacionarse con la mayor o menor propensión a padecer síndrome metabólico (una entidad que agrupa alteraciones de la glucosa en la sangre, la hipertensión, la obesidad…). Se realizó en 1.083 individuos con una edad media de 51,2 años, que años antes de empezar el estudio no presentaban esta condición. Según éste a los 5 años de seguimiento las tasas de incidencia de síndrome metabólico de los que comían lento fueron de 2,3%, de 6,5%  en los considerados como “normal”, y de 11,6%  en aquellos que comían rápido, lo que sugería que comer rápido incrementaba el riesgo de sufrir este síndrome. En este sentido, los que comían más rápido aumentaron más rápidamente la circunferencia de la cintura  y del peso corporal.  Si se analizaban los componentes sanguíneos, el comer rápido aumenta los triglicéridos y otros componentes lipídicos…
En sentido contrario, podemos señalar que comer despacio sería una medida preventiva contra la obesidad y los trastornos metabólicos y no solo una práctica con el que mejorar nuestra digestión.

Mateu Seguí Díaz

Seguí Díaz M. ¿Es importante la velocidad con la que comemos los alimentos?. Es Diari MENORCA. 07-08-2018: 18








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