Malas noticias para la humanidad
Del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, en la cumbre de las Naciones Unidas, se tendrá que refrendar un acuerdo en la línea del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático. Sin embargo, la noticia que nos llega hoy desde Singapur de que tanto EEUU como China (los principales contaminantes del planeta, pues ellos dos solos son responsables del 40% de CO2 emitido a la atmósfera) no llegaran a ningún acuerdo vinculante para reducir las emisiones de CO2, rompe todas las esperanzas que teníamos depositadas en ella.
En fin, como pensábamos el fenómeno Obama es un globo que poco a poco va desinflándose en contacto con la realidad. Mientras la economía se base en los combustibles fósiles, la demanda a nivel mundial aumente –mayor población y economías emergentes- y existan reservas de estos -cada día se encuentran nuevos yacimientos- el problema es difícil que se resuelva. Solo nos salvaría, como se desprende del libro de Toharia, que ya comenté en su día, que el petróleo se acabe o que su escasez haga que los precios aumenten a niveles que hagan preciso buscar obligatoriamente energías limpias. Es triste, pero al final todo se mueve por el principio de la necesidad inmediata.
Que la concentración de CO2 va aumentando (de 280 ppm a 384 ppm en este último siglo) es una realidad indirecta del fenómeno, pues gran parte de lo emitido queda absorbido por los mares y los bosques, pero que tiene y tendrá un impacto en la salud humana, por el aumento de la temperatura global de planeta (0.8 C hasta el momento), y esto no nos debe dejar indiferentes.
Es interesante la lectura del monográfico de la Vanguardia sobre “Cambio Climático, el reto de la humanidad” editado expresamente para el que será el fiasco de la Cumbre de Copenhague. Con diversos autores se abordan las causas, consecuencias y posibles alternativas o soluciones.
Del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, en la cumbre de las Naciones Unidas, se tendrá que refrendar un acuerdo en la línea del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático. Sin embargo, la noticia que nos llega hoy desde Singapur de que tanto EEUU como China (los principales contaminantes del planeta, pues ellos dos solos son responsables del 40% de CO2 emitido a la atmósfera) no llegaran a ningún acuerdo vinculante para reducir las emisiones de CO2, rompe todas las esperanzas que teníamos depositadas en ella.
En fin, como pensábamos el fenómeno Obama es un globo que poco a poco va desinflándose en contacto con la realidad. Mientras la economía se base en los combustibles fósiles, la demanda a nivel mundial aumente –mayor población y economías emergentes- y existan reservas de estos -cada día se encuentran nuevos yacimientos- el problema es difícil que se resuelva. Solo nos salvaría, como se desprende del libro de Toharia, que ya comenté en su día, que el petróleo se acabe o que su escasez haga que los precios aumenten a niveles que hagan preciso buscar obligatoriamente energías limpias. Es triste, pero al final todo se mueve por el principio de la necesidad inmediata.
Que la concentración de CO2 va aumentando (de 280 ppm a 384 ppm en este último siglo) es una realidad indirecta del fenómeno, pues gran parte de lo emitido queda absorbido por los mares y los bosques, pero que tiene y tendrá un impacto en la salud humana, por el aumento de la temperatura global de planeta (0.8 C hasta el momento), y esto no nos debe dejar indiferentes.
Es interesante la lectura del monográfico de la Vanguardia sobre “Cambio Climático, el reto de la humanidad” editado expresamente para el que será el fiasco de la Cumbre de Copenhague. Con diversos autores se abordan las causas, consecuencias y posibles alternativas o soluciones.
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