El ejercicio físico y la depresión en el anciano
En ocasiones hemos hablado del ejercicio físico y su relación con la depresión. Lo comentamos hace algunos años (Es Diari 27-10-2017) a raíz de un estudio que se publicó en la revista American Journal of Psychiatry; se trataba del estudio HUNT (Health Study of Nord-Trøndelag County) sobre una población de 33.908 adultos “sanos” del condado de Trøndelag norte (Noruega), que con un seguimiento entre el 1984 y el 1986 o una duración media de 11 años, demostró como no practicar ningún ejercicio físico incrementaba hasta en un 44% el riesgo de desarrollar algún tipo de depresión cuando se les comparaba con aquellos ciudadanos que al menos lo practicaban 1-2 horas a la semana.
Se trataban de ejercicios aeróbicos al aire libre (caminar, correr, e ir en bicicleta…). Según los datos analizados estimaban los autores que el 12% de los futuros casos de depresión se podrían prevenir si se realizara al menos una hora de actividad física a la semana.
Algo parecido también comentamos a raíz de una revisión sistemática de la evidencia de Gordon BR et al publicado en JAMA Psychiatry, sobre los ejercicios de resistencia (levantamiento de pesos, ejercicios de fuerza...) (Es Diari 22-03-2019) llegando a la conclusión que por cada 4 individuos que realizaran estos ejercicios físicos uno de ellos prevendría los síntomas de la depresión, lo que no estaba mal.
Con ello quedaba claro que el ejercicio físico es un método eficaz para prevenir y tratar la depresión.
Se quiso determinar la efectividad de la actividad física en la reducción de la sintomatología depresiva, pero, y esto es lo importante, en comparación a utilizar medicación antidepresiva en pacientes mayores de 65 años con criterios de padecer depresión y durante un seguimiento de 6 meses. Se trató de pacientes seguidos desde los Centros de Salud (CS) españoles.
El tema es muy interesante dado que la medicación antidepresiva no está exenta de efectos secundarios y es causa probada de alteraciones cognitivas que aumentan el riesgo de demencia a estas edades; de modo que todo lo que se haga para evitarlas o reducirlas, si es posible, será bueno para el paciente.
Está claro que la tercera edad es proclive a la fragilidad emocional por causa vivencial (pérdidas, soledad, estatus social..), alteraciones motoras, de los sentidos, psicológicas pero también a nivel estructura del cerebro, pues en el anciano se producen cambios neurobiológicos que influyen en la aparición de esta enfermedad.
En sentido contrario, el ejercicio físico en los ancianos es capaz de producir efectos fisiológicos a nivel neurohormonal al aumentar las endorfinas, reducir el cortisol...; así existen estudios (Lamb et al, 2018) que confirman como éste mejora del deterioro cognitivo, del procesado del pensamiento, de la velocidad de la atención.. lo que de alguna manera evitaría o retrasaría además la enfermedad de Alzheimer (Gomes-Osman J et al, 2018).
Además, el ejercicio físico, al margen de mejorar la condición física y con ello mejorar la confianza en uno mismo, es capaz de reducir los pensamientos negativos recurrentes que condicionan la sintomatología depresiva. Otro aspecto colateral es que puede ser un mecanismo para aumentar los contactos sociales, habida cuenta que es conocido que el escaso apoyo social es un importante predictor de la sintomatología depresiva a estas edades.
Los 347 pacientes incluidos fueron asignados, o a un grupo que solo hacía un programa de ejercicio físico (176) o a otro que tomaba fármacos antidepresivos (171).
Los resultados no fueron espectaculares, pero si significativos cara la prescripción del ejercicio físico en paciente anciano con depresión, pues si bien no hubo diferencias entre ambas intervenciones al mes de seguimiento, y al final del seguimiento, a los 6 meses, en el grupo de tratamiento con antidepresivos hubo más personas que mejoraron la sintomatología depresiva que en el del ejercicio físico (45,6 frente al 32,9%), én este se registraron menos efectos secundarios (8,9 frente al 22,5% del tratamiento farmacológico).
Y es que mirándolo de otra manera, se demostró que al menos un tercio del grupo de ejercicio físico mejorara la sintomatología depresiva frente al 50% del tratamiento farmacoterápico, lo está muy bien.
Esto quiere decir que sin tener la potencia de la medicación antidepresiva el ejercicio físico al menos en el aspecto de la depresión es muy útil en el paciente anciano. Si a esta cualidad le añadimos la mejoría en el sueño, la ansiedad, la cognición… y otros aspectos musculoesqueléticos realmente fomentar el ejercicio físico en estas edades es una necesidad.
mateu seguí díaz
médico de familia
Seguí Díaz M. El ejercicio físico y la depresión en el anciano. Es Diari MENORCA. 03-09-2021: 32
http://menorca.info/
3 comentarios:
Muy bueno el articulo. Consistente con la experiencia. Bruno linne. Psiquiatra
Muy bueno el articulo. Ya sospechabamos que el ejervicio influye favorablemente en la evolucion de la depresión. Lamentablemente los pac.deprimidos no siempre tienen energía para hacer ejercicio. Yo, a veces, les recomiendo tomar sol, que tambien parece ser beneficioso
Gracias Bruno, por tu comentario.
Ciertamente es un estudio general en pacientes no graves, el ejercicio no hace milagros pero ayuda sobre todo a estas edades en donde la inmovilidad puede alterar el humor y de ahí a la depresión va un paso...y como tratamiento al modificar muchos aspectos físico que directa o indirectamente influirían en ésta.
mateu seguí díaz
Publicar un comentario