Los antioxidantes y el cerebro
Últimamente se publican muchos estudios relacionados con la prevención de la demencia, de la enfermedad de Alhzeimer (EA); un tema que ha pasado de no saberse a ciencia cierta cuál es su origen y que por tanto no tenía una prevención posible, a poder actuar sobre todo tipo de factores modificables de su evolución y de que los que hemos hablado en anteriores escritos.
Desde los estilos de vida, como dieta y ejercicio a los factores cardiovasculares (hipertensión arterial, colesterol, diabetes..) pasando por todas aquellas causas mentales predisponentes y sus tratamientos.
Sobre la dieta y el declive cognitivo debido a la edad, y como causa de demencia, hemos hablado en distintas ocasiones (fibra, probióticos..) y ahora lo volvemos a hacer pero desde otro aspecto, las sustancias o nutrientes antioxidantes de los alimentos.
Los antioxidantes se han puesto de moda, aunque en general, en mi opinión, existe un cierto desconocimiento al respecto. Se tratarían de sustancias que evitan o retrasan la oxidación de ciertos componentes celulares, sean proteínas, lípidos, o ácidos nucleicos.
La oxidación no sería más que un fenómeno natural por el que se producen radicales en cadena que son capaces de dañar las células; y por su parte, los antioxidantes son sustancias capaces de inhibir, prevenir este proceso degenerativo. De ahí que serían sustancias reductoras, del tipo polifenoles …que los encontraríamos en el café, el té, el aceite de oliva, de semillas, el tomate, las frutas, especialmente los cítricos -naranjas-, el vino tinto, el ajo, brócoli, berenjena, jengibre, perejil, cebolla, los cereales integrales..
De ahí que por su mecanismo de acción se ha pensado que podrían ser útiles para prevenir procesos neurodegenerativos como la demencia.
En este aspecto el tema de los antioxidantes ya se había estudiado en el riesgo de contraer cataratas por Rautiainen S et al (JAMA Ophthalmol. 2013); entendiendo que los factores que podía aumentar el riesgo de oxidación de los lípidos y proteínas del epitelio de la lente del cristalino (rayos ultravioleta, tabaco, …) aumentarían el riesgo de cataratas y el consumo de estas sustancias, por contra, podía prevenirlo. En éste estudio se siguieron a 30.607 mujeres suecas (mayores de 49 años) durante 7,7 años de media y mediante encuestas se calculó la “capacidad antioxidante de la dieta” (CAD) mostrando como el consumo de antioxidantes estaba inversamente asociado con el riesgo de presentar cataratas.
Según este estudio, los alimentos que principalmente contribuyeron al CAD fueron las frutas y los vegetales (44,3%), los cereales integrales (17,0%), y el café (15,1%).
Sin embargo, para prevenir los trastornos cognitivos o la demencia el tema no quedaba claro.
Así evaluaciones ad hoc (Devore EE et al, 2013) sobre la influencia de la CAD en general en relación con el riesgo de demencia y de accidentes vásculocerebral (AVC, “atac de gota”) en 5.395 personas mayores de 55 años de una cohorte danesa del Rotterdam Study (empezó el 1990) no predijo el riesgo de padecer AVC o demencia. En este estudio las cantidades de antioxidantes se calcularon utilizando la Antioxidant Food Table publicada por el Institute of Nutrition Research de la Universidad de Oslo, y fueron cribadas mediante un test al efecto cada 3-4 años durante un tiempo medio de 13,8 años. Según este estudio, de todos los alimentos, los que contribuyeron con mayor poder antioxidante se encontraba el café y el té.
Otras cohortes como la del US Nurses' Health Study, tampoco pudieron demostrar que los antioxidantes mejoraran la función cognitiva del anciano.
Hoy como contrapunto traemos un estudio de May A. Beydoun et al publicado en Neurology hace escasos días, y el primero de este estilo que evalúa (leemos) un determinado tipo de antioxidantes (carotenoides) pero en la sangre de individuos adultos americanos de edad media (al menos 45 años) de la famosa encuesta periódica de salud americana el National health and Nutrition Examination Surveys (NHANES III) (1988-1994).
Se estudiaron los niveles de luteína+zeaxantina por un lado y la β-criptoxantina por otro.
La luteína y la zeaxantina son unos pigmentos amarillos encontrado en la yema de huevo y en ciertas plantas de hojas verdes, en los pimientos rojos, las coles, repollo, lechuga, espinacas, maíz, mostaza, kiwis.. Y la criptoxantina también está de forma natural en algunas frutas y verduras, y responsable del tono naranja de frutas como naranjas, papaya, mandarinas y caquis.
Tras 16-17 años de seguimiento medio de 7.283 personas de entre 45-90 años al inicio del estudio se demostró que los niveles de luteína+zeaxantina se asociaron con un menor riesgo de padecer demencia por cualquier causa en mayores de 65 años incluso ajustado por los estilos de vida pero atenuado según el estatus socioeconómico. A la vez se encontró una relación inversa con los niveles de β-criptoxantina sérica.
Según este estudio la demencia por cualquier causa, no solo la EA, estaría inversamente asociada con los niveles de antioxidantes carotenoides (luteína+zeaxantina y β-criptoxantina) séricos en personas mayores de 65 años.
Así que hay que comer verduras de hojas verdes y frutas como naranjas, papaya, mandarinas y caquis y no olvidar las yemas de huevo, que aunque tienen colesterol (en personas sanas una diaria no es contraproducente) son una buena fuente de luteína, buena para los ojos y el cerebro.
Mateu Seguí Díaz
médico de familia
PS.- existe un post en el blog "opinión sanitaria" en el que añado alguna evidencia más reciente
Seguí Díaz M. Los antioxidantes y el cerebro. Es Diari MENORCA. 22-05-2022:32 https://www.menorca.info/
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