domingo, 5 de diciembre de 2010

El Copago y la SemFyC

El Copago y la SemFyC

Ya hablamos sobre el copago, y ahora volvemos a hacerlo tras la lectura de un documento de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFyC) en el que aparándose en una revisión sistemática practicada por ellos mismos y con la opinión en el mismo sentido de un documento anterior (noviembre de 1999) vienen a ratificarse en contra de esta medida económica. Una ratificación que exponen obligados, dicen, por ser representantes de 20.000 socios que “no pueden quedar al margen de este debate”.
Un poco al modo de los laboratorios farmacéuticos, o de la AEPAP cuando se planteó investigar sobre cuál es el mejor profesional que debe atender a los niños, la SemFyC, explora la evidencia científica sabiendo cual debe ser el resultado. Esto a priori introduce un sesgo muy importante en las conclusiones, si bien estas como se ve son más bien débiles. Lo lógico hubiera sido plantear la pregunta a un grupo externo independiente de economía para salud, por ejemplo, no vinculado a esta sociedad con suficiente solvencia investigadora y credibilidad pública y a partir de aquí asumir y discutir críticamente las conclusiones. Pero, el interés era importante pues introducir el marchamo de la evidencia científica, tapa a priori la boca a cualquier crítica sobre el asunto en cuestión. Un tema es que esta en buena medida generalizado en los países de nuestro entorno y que su estudio y comparatibilidad es complicada, habida cuenta los distintos sistemas sanitarios (Bismark – cotizaciones de los trabajadores Seguridad Social- o Beveridge – impuestos indirectos, sistemas nacionales de salud), estructura (medicos funcionarios del primer nivel con listas cerradas y filtro del sistema), de provisión de servicios (separación de la financiación de la provisión), la existencia de copagos por farmacia, el nivel de frecuentación y abuso de la población, el nivel de renta per cápita, la existencia de un doble aseguramiento, servicios alternativos,... y es que al final el mismo documento admite que “el nivel de evidencia sobre copagos es bajo y los estudios disponibles, en general, son de poca calidad metodológica”.
Con todo, “la participación directa del paciente en parte del coste de los servicios sanitarios en el momento de utilizarlos” (definición de copago), ya existe en las prescripciones farmacéuticas de los trabajadores (activos) de nuestro país sin discriminación de renta, o situación laboral (IT, paro laboral...), lo que ya sería un factor de inequidad y de justicia distributiva (más ahora con tasas de paro superiores al 20%) a la hora de realizar el tratamiento con respecto a los pensionistas (que aunque poco, algo cobran). Aspecto que no trata el documento y que se despacha falsamente con un “solo se contempla el copago sanitario en determinados medicamentos”.
Sin embargo, en nuestro país y desde nuestra perspectiva asistencial, el objetivo de compartir costes no es tanto el aspecto recaudatorio (por otra parte importante) como el disuasorio en la frecuentación y abuso de nuestro sistema de salud que hace una parte de la población y que no es comparable con el resto de nuestro entorno.
El copago no puede plantearse como un concepto cerrado, como hace el documento, pues los resultados están relacionados con la cuantía de este y otros aspectos del sistema (el nuestro, fundamentalmente funcionarial) y del paciente (hiperdemandante por el “todo gratis”).
No valen comparaciones con el Reino Unido donde los médicos son profesionales liberales que gestionan su propio prespuesto, ni valen otros con otros países europeos con sistemas y niveles adquisitivos complemente distintos al nuestro (básicamente países del norte de Europa).
Lo que no cabe duda es que es un recurso que debe introducirse con todas la salvedades y controles posibles para evitar que afecte más a quien menos tiene y a quien más necesita la asistencia, sin embargo, copagos de pequeña cuantía son perfectamente asumibles pues la cuantía de la factura de farmacia de los activos no distará mucho de cualquier copago por asistencia que pueda plantearse. Lógicamente, el copago en pensionista debería ser discriminatorio según niveles de renta. La finalidad del mismo, en mi opinión, es autoresponsabilizar al ciudadano del buen uso del sistema sanitario.

COPAGO Conclusiones desde la evidencia científica 2010, Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen post, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)

José Manuel Brea dijo...

Mi opinión al respecto del copago, amigo Mateu:

1.Entiendo que el copago (como se contempla en el resto de Europa) ha de ser un elemento regulador (del abuso), no recaudador, ni sancionador, ni discriminador.

2.Creo que las salvedades o excepciones, a fin de evitar injusticias, habría que tratarlas independiente de la situación de activo o pensionista: centradas en las patologías crónicas (exención o punto negro con coste mínimo).

3.Como contrapartida a esta medida reguladora del gasto, habría que contemplar prestaciones básicas ausentes de nuestro sistema (excepto en Muface), como la atención odontológica o las ayudas para sufragar lentes correctoras. No creo que sea utópico, aun en tiempo de crisis, como tampoco el planteamiento de subida de pensiones en vez de su congelación o bajada, si se atendiera a lo fundamental: el fraude y las muchas anomalías (que las hay hasta en la concesión de incapacidades).

4.No entiendo las pegas a la gestión del copago, en base a que el coste administrativo puede ser mayor que lo recaudado. En Portugal he visto en un centro de salud que, sin complejas áreas administrativas, un solo celador-administrativo-auxiliar se encarga de cobrar las tasas (taxas) por la atención, que se anuncian en la puerta. (Por cierto, los centros que conozco del país luso son racionales y agradables: planta baja –ahorro en ascensor–, en cruz latina –con administración en el centro–, zona ajardinada periférica, aparcamiento suficiente)

5.La economía de la salud ha de imponerse con sensatez en un estado que pretende la sostenibilidad de un sistema público universal.

Perdona por este rollo, pero es que no puedo callarme cuando unos pocos opinan en nombre de los demás, como si estuviesen en posición de la verdad (sobre el resto de mortales de dentro de afuera) y por encima enarbolando el falso estandarte de la justicia distributiva.
Un saludo.

Mateu Seguí Díaz dijo...

Gracias por vuestras intervenciones.
Si Jose Manuel, el sentido de mi comentario es exactamente el que expresas. Creo que la SemFyC arrastra un pecado original -el de su origen- que le impide ser flexible en ciertos aspectos muy importante de nuestra profesión. Uno de ellos es este. El copago, que al final nos vendrá impuesto, aunque la ministra, hoy mismo lo niegue, como una medida económica, pero que a nivel nuestro. A nivel micro, sirve para valorar lo que recibe el paciente, para valorar la figura del sanitario (rompiendo con el "todo gratis"), para valorar lo que tiene y debe cuidar y permitiendo, como indicas, que ciertas prestaciones que hasta ahora no se contemplan puedan contemplarse aunque con un cierto copago... un saludo
mateu