sábado, 18 de septiembre de 2010

“El hábito no hace al monje pero ayuda”

El hábito no hace al monje pero ayuda”

A veces la primera impresión es lo que cuenta. La calidad aparente del profesional aunque se minusvalore se cree que a priori debería contar para el paciente, pues le da idea de como debe ser el profesional, y si este es el adecuado para confiarle su salud. No obstante, no solo la vestimenta, o la apariencia del despacho, …es importante, si no el grado de afectividad, la comunicabilidad verbal o no verbal del galeno…serían si cabe más importantes. Es un poco en esta línea que hay un post muy interesante de Mónica Lalanda en los blogs de Mundo, que me ha hecho reflexionar. Por regla general, nos preguntamos ¿cuenta la vestimenta del médico en la elección del paciente?. ¿Sigue valiendo la norma hipocrática de que “el médico debe mantenerse limpio, vestirse correctamente, y unguido por aromas agradables…”, como introduce el artículo en el que se fundamenta este comentario.
En este artículo se nos indica que en estudios antiguos (año 1987) el 65% de los pacientes preferían a sus médicos con bata blanca en la consulta y que vistieran de una manera seria. Mas recientemente en otros estudios el paciente no le ha importado tanto la vestimenta, si llevaba corbata el varón o pantalones la mujer, o un pendiente el hombre…y en otros se han afirmado que la indumentaria del médico no tenia influencia sobre la satisfacción del paciente. El estudio que extraemos, fechado en 2005, intenta valorar si la apariencia del profesional influye de alguna manaera en la adherencia al tratamiento prescrito por el médico. Para ello, se realizó un estudio aleatorizado mediante una encuesta con fotografías con validación y pilotaje prévio, en la que mostraba distintos atuendos médicos y distintos escenarios, y aplicada a pacientes (con unos críterios físicos y psíquicos mínimos) y visitantes en los cuartos de espera de Ralph H. Johnson VA Medical Center durante 6 meses entre enero y junio de 2003.
En la encuesta se debía elegir entre cuatro tipos de atuendo y relacionarla con distintas cualidades, como confianza, seguridad, posibilidad de compartir problemas sociales, sexuales, psicológicos…
De los 400 participantes (54% blancos, 38% de color), la inmensa mayoría prefirió el estilo sanitario (bata, 76.3%), seguido del quirúrgico (10.2%), serio de trabajo (8.8%, corbata) y solo el 4.7% la ropa de calle. Que de alguna manera se relacionó con la confianza que le generaba el profesional, entendido como que compartirían con estos sus problemas sexuales, sociales, psicológicos. Se observó que la apariencia de las mujeres doctoras era más importante para los encuestados que la de los doctores varones (P <0.001). Si bien es cierto, que la menor educación de los encuestados o la mayor edad se relacionó con aquellos que prefirieron una vestimenta profesinal (sanitaria) (p <0 .025). Los afroamericanos le dieron más importancia a la apariencia que los blancos (p <.0001). Concluyen que en general (82%) a los encuestados la apariencia externa del galeno es importante. El traje profesional es pues importante para el paciente y le confiere confianza y seguridad, genera un mayor compromiso en la adherencia al tratamiento y a nuevas visitas. Estas conclusiones van en la línea de otros estudios al respecto. Osea, que sigue vigente el aforimo que “el hábito no hace al monje pero ayuda”.

Shakaib U, Rehman, MD, Nietert PJ, Dennis W, Cope DW, Kilpatrick AO, Johnson RH
What to wear today? Effect of doctor’s attire on the trust and confidence of patients
Am J Med. 2005 Nov;118(11):1279-86

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por tu mención.
Monica Lalanda

miguel dijo...

Desde luego, ha dado de sí aquella entrada que publicamos en saludconcosas sobre la bata. Y pensábamos que era algo inocente :)

Gracias por la referencia del artículo que citas, siempre viene bien aprender.

Saludos!

Anónimo dijo...

¿Cómo va vestido el Dr. Gregory House?