La microbiota intestinal y el desarrollo neurológico del niño
En ocasiones hemos comentado como la influencia de ciertos microorganismos en edad temprana, en lo conocido como la “hipótesis higiénica”, reduciría el riesgo de alergias, de asma bronquial (Fall et al, 2015), o como también en alguna ocasión hablamos, de que convivir con animales (mascotas) podría proteger contra enfermedades mentales en adolescentes, trastornos del espectro autista, depresión, e incluso la convivencia con perros se asociaría con un 25% menos probabilidad de tener esquizofrenia en la adolescencia (Yolken R et al, 2019) y esto no solo por la transferencia emocional, sino por el paso involuntario de microorganismos del entorno al ser humano.
De ahí, que sea un tema muy interesante el de la microbiota intestinal y el del desarrollo neurológico del niño; como llegan señales del intestino al cerebro, o como existiría un eje ¨microbioma- intestino- cerebro¨ que estaría relacionado con el desarrollo neurocognitivo normal, sobre todo en las primeras etapas de la vida del niño. Una comunicación nerviosa a través del nervio vago, de distintas sustancias endocrinas e inmunologicas (citoquinas) y del metabolismo de los microorganismos intestinales, puede influir o modular el cerebro.