Menorquininistas*
Un hecho diferencial de las Islas Baleares frente a otras autonomías es que no existe una conciencia de pertenencia a una misma región o nacionalidad, no nos sentimos baleáricos o de Baleares, si no mallorquines, menorquines o ibicencos, de ahí que no sea extraño que distintos autores señalen que el balearismo como tal no existe en las islas. Este hecho, esta falta de autoconciencia, de cohesión como pueblo de Baleares, permitió en su día que un movimiento a partir de ciertos intelectuales formados en Cataluña a la sazón políticos, consiguieran en la década de los 70 introducir al catalán como la lengua de las Baleares, al contrario que sucedió en Valencia con el valenciano.
Un cambio de identidad que al hacerse sin preguntar al pueblo (algo que hubiera requerido un referéndum consultivo, en mi opinión), se consolidó como una especie de “despotismo ilustrado” “del todo para el pueblo pero sin el pueblo” tachando a partir de entonces a todo aquel que no comulgara con esta tesis como un “ignorante”. Y así, de esta forma, en la actualidad somos una mayoría silenciosa (o silenciada, salvo algunos) de “ignorantes” a los que se nos ha intentado –sin conseguirlo- convencer de que, como se dice aquí que “el nom de la mare de Deu es Joana”.
Pero lo más grave no es esto, es que nuestra manera de expresarnos está desapareciendo, no se trasmite a nuevas generaciones, y la expresión escrita nuestro menorquín queda relegado a un “dialecto” (¿de que?) solo a utilizar “en la intimidad” (mensajería electrónica…) y lo más grave sin un organismo balear superior (sea una Academia de la Lengua) que nos lo defienda.
El fallecimiento hace escasos días de una de las figuras relevantes en este proceso nos ha informado Es Diari de cómo y de qué manera se fue gestando en los años 70 parte este proceso, y de como una iniciativa universitaria en Cataluña se transforma en un objetivo político de la izquierda aprovechando “el rio revuelto ganancia de pescadores”, el vacio en este campo, que con la aquiescencia de la derecha, dieron como resultado la Ley 3/1986, de 29 de abril, de Normalización Lingüística en las Islas Baleares.
Una ley que como ya comentamos, en manos de los actuales gobernantes, va siendo destructora del balear y de sus modalidades, y que sorprendentemente aún así, no se cumple –o no se hace cumplir-, pues dentro de lo malo ésta garantiza que «las modalidades insulares de la lengua catalana serán objeto de estudio y protección, sin perjuicio de la unidad del idioma” (sic) (articulo 10-21).
En este sentido, podemos decir que la secular rivalidad entre islas se saldó con la victoria de los políticos menorquines a costa de perder nuestra propia identidad balear. De tal modo, que no sorprenda en la actualidad que quien sea definido como “menorquinista” no sea aquel que corresponda a su definición literal, el que más denodadamente defiende la lengua y cultura menorquina o balear, sino sorprendentemente aquel que defiende la ajena, la impuesta, la catalana.
Fue en aquella época en la que me afilie (hace unos pocos años me di de baja al no sentirme representado) al recién creado GOB (Grup Balear d'Ornitologia i Defensa de la Naturalesa) de Menorca pues creía con firmeza en nuestro lema de “qui estima Menorca no la destrueix” algo que al margen del ecologismo intenté aplicarme a todas aquellas áreas que tienen que ver con la defensa de nuestra tierra, de nuestra manera de ser, de nuestra cultura, de nuestra historia y lengua, evitando caer en la interpretación manipulada y fácil cual mancha de aceite que todo lo pringa, del pancatalanismo.
Y es que aspectos tan claros, específicos como el derecho a poder utilizar el artículo salado en los medios públicos o privados, en la administración, en la prensa.. o el tan manido nombre de Mahó en nuestra isla,.. dan cuenta de esta anómala situación, de una imposición injustificable y de la cortedad de miras de nuestros gobernantes.
Y es que como señalaba acertadamente un comentarista habitual de este rotativo pasamos entonces de 40 años de franquismo a 40 años de catalanismo en las islas, y en éste nos encontramos, a la espera que algún vaivén político revierta o palie esta grave situación.
Personalmente, para mi será el primer requisito que miraré de los programas de los partidos políticos a la hora de depositar mi voto en las próximas elecciones.
Mateu Seguí Díaz
médico de familia
Seguí Díaz M. Menorquinistes. Es Diari MENORCA. 21-08-2022: 32. https://www.menorca.info/
*Artículo escrito y publicado inicialmente en Balear (menorquín) en el diario MENORCA
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