martes, 4 de diciembre de 2018

Las fuentes primarias, expertos y “sa llengo menorquina”

Las fuentes primarias, expertos y “sa llengo menorquina”

En medicina, y me  imagino que en otras ciencias, las recomendaciones se hacen a partir del grado de fiabilidad de la “evidencia”. La evidencia (las pruebas) se graduan en nuestro caso según provengan de estudios aleatorizados a doble ciego, de cohortes, de caso-control, de estudios observacionales,… hasta llegar a la ausencia de la evidencia, o sea la llamada “opinión de los expertos”. En medicina la “opinión de expertos” es el nivel más bajo de la evidencia, pues se basa en la “opinión” de quien se entiende sabe más de aquello, sin más. Las Guías de Práctica Clínica (GPC), por los que se regula la práctica médica, gradúan la fuerza de las recomendaciones según éstas. El 70% de las recomendaciones de las GPC en medicina en la actualidad están hechas por “opinión de expertos”.
En ciencias en las que el método científico se aplica con dificultad los hechos observacionales deberían fundamentar los textos, sin embargo, el peligro es que las fuentes primarias (hechos) queden olvidadas y lo recomendado se base en “opinión de expertos”, que siempre es subjetivo.
Recuerdo en mi primer año de medicina el profesor de anatomía nos recomendó no hacer caso a determinadas afirmaciones de algunos libros de anatomía porque no eran más que la copia de otras anteriores; la “opinión” de algún experto daba pie que nadie pusieran en duda aquella afirmación que iba repitiéndose de autor tras autor. La anatomía cambió cuando alguien quiso demostrar tal afirmación (la acción de un músculo, en  concreto) dándose cuenta que lo repetido era falso. Anécdotas de este tipo están llena la ciencia médica.
En otros campos uno tiende a creerse al experto pues entiende que se ha empapado de las fuentes originales o primarias y que su opinión (por eso es un experto) es más que la trasmisión de la opinión de otros. Sin embargo, en temas en que la opinión del experto puede influir en la opinión pública las versiones se perpetuan o cambian según la ideología del mismo. Este hecho, por tanto, hace desconfiar muchas veces en la objetividad de dichas opiniones.
En temas de historia reciente referentes a aspectos controvertidos de nuestro pasado (la guerra civil, por ejemplo) desde nuestra visión actual muchas veces chirrían cuando se confrontan con las fuentes originales (este es otro tema).
Sin embargo, lo que me ha hecho escribir estas líneas tiene que ver con la fuerza de las evidencias y las recomendaciones del experto. En concreto con un artículo de Juan José Gomila Félix (Es Diari 26-06-2018) que transcribe una breve bibliografía sobre “sa llengo menorquina”, más de veinte obras desde el 1762 (una de ellas de las que poseo una fiel reproducción) que muestra la opinión que en aquel entonces los menorquines tenían sobre el particular. Algo, que contrasta  con lo que oye y se lee (incluso en libros de historia reciente de nuestra isla) sobre que ya en la dominación británica se asumía la realidad catalana: “Tant les sessions de la Societat Maonesa com l´activitat individual dels seus membres, demostren que podia realitzar-se a Menorca una cultura ambiciosa i de qualitat, a partir de l´assumpció de la propia realitat catalana. Malauradament aquest panorama cultural es veié abruptament estroncat per la conquesta espanyola”  (Història de Menorca, de Miquel Angel Casasnovas Camps, pag 341, Ed Moll 2005).  Esta opiniones, o afirmaciones hechas a partir de documentación que desconocemos, no hacen más que dejar la idea de que la lengua que se creía que se hablaba en Menorca era el catalán (o proveniente de éste) y que era algo asumido por la población, cuando las pruebas que ha presentado el articulista no parecen apoyar lo escrito en dicho libro de historia. (ver nota al final del post)
Este hecho no tendría mayor trascendencia si esta interpretación, al parecer, no ajustada a la realidad,  no llegara a influir en los conocimientos que a final acaban teniendo nuestros hijos.
Y es que este tema sensible de nuestra historia entronca con la idea que podemos tener de nosotros mismos;  las “pruebas” (las evidencias) son muy importantes como para aceptar sin más la opinión de los expertos.
No cabe duda, que si la idea que tenían nuestros antepasados de que la lengua que hablaban provenía de un “dialecto del lemosín provenzal”, no nos llevaría en la actualidad a hablar de pertenecer a “unión cultural común” o a la misma idea de los  “països catalans”, y menos si cada modalidad de estos dialectos hubieran sido considerados una lengua distinta (como así podía haber ocurrido); y es que la realidad fue que nuestros expertos, algún ilustre menorquín al frente, entendieran que pertenecíamos a una única unidad lingüística.  
Una historia que debería conocerse fielmente pues relativiza algo que se enseña como absoluto, cuando no fue más que la aplicación de una “opinión de expertos”, pudiendo haber existido alternativas distintas. 
Y aquí estamos, como plantea el articulista, perdiendo lo propio y ganando lo ajeno.

mateu seguí díaz

-Mateu Seguí Díaz. Las fuentes primarias, expertos y “sa llengo menorquina”. Diari MENORCA. 12-09-2018: 18.

-Miquel Angel Casasnovas Camps. Història de Menorca. Ed Moll 2005

-Registre de la Societat Maonesa. Edició i Pròleg a cura d´Antoni-Joan Pons i Josefina Salord. Col.lecció Capcer 11. 1991

- Jose Hospitaler. Vocabulario Castellano Menorquín y vice-versa. Impr Miguel Parpal. Mahón. 1869

--Diccionari català-valencià-balear: inventari lexicogràfic i etimològic de la llegua catalana en totes les seves formes literàries i dialectals, obra iniciada por Antoni Maria Alcover, redactado por Francesc de B. Moll, con la colaboración de Manuel Sanchís Guarner y de Anna Moll Marquès, 10 vol., Palma, Moll, 1993


Nota.- Meses después de haber publicado este artículo en el Diari Menorca se me hizo llegar por una persona muy cercana un ejemplar de “Registre de la Societat Maonesa” trascripción adaptada al catalán y comentada (extenso prólogo) de una sociedad cultural establecida en Mahón (Menorca) durante la dominación Británica (segunda mitad del siglo XVIII), y que con gran probabilidad fundamenta el párrafo que transcribí en mi escrito del libro de historia de Miquel Angel Casasnovas Camps. Como quiera que mi primera impresión (antes de su lectura) fuera que según las evidencias aportadas por este documento debía corregir mi artículo, o hacer al menos una nota aclaratoria; la realidad es que tras su lectura no encontré elementos objetivos para hacerlo. Los prejuicios (prólogo) son la base de la interpretación de lo plasmado en su día en dicho registro. En aquel entonces los integrantes de dicha sociedad desconocían la realidad catalana (no encuentro mención alguna en el texto) y su problema se basaba en cómo escribir (ortografía, apostrofes…) en la lengua que hablaban, el menorquín (tal como lo expresaron).

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