“El daño irreversible”*
Cuando una situación sanitaria se politiza me echo a temblar pues sé que se perderá la objetividad científica en pos de unos objetivos que en forma de réditos políticos se piensa alcanzar. La realidad importa poco lo importante es que se visualice se que invierta en un problema, que magnificado, se convierta de “interés social” sin importar sus posibles efectos secundarios.
La realidad actual es que una alteración, una disfunción, no digamos enfermedad, extremadamente infrecuente se convierta en algo corriente y que se apliquen medidas, que sin valorar convenientemente sus resultados, se conviertan en axiomas que no admiten réplica.
Y hablamos de la “reasignación del sexo en la infancia”, un título que esconde una inexactitud; pues el sexo es inmodificable al estar en los genes. Un tratamiento que se convierte en el único y salvador remedio de la “disforia de género (DG)”, una entidad que quien la padece tiene una percepción distorsionada de su identidad sexual. Una entidad que en la infancia, cuando la personalidad se está formando, es cuanto menos difícil de diagnosticar, de pronosticar su evolución en el tiempo y sobre todo de aplicar tratamientos que producirán modificaciones físicas (quirúrgicas irreversibles y hormonales) que alterará la vida del infante sin saberse a cierta que con dichos cambios mejorará o empeorará su vida futura. Y todo ello en la infancia cuando no existe capacidad de compresión sobre las consecuencias de estos cambios en el futuro, como sentenció el Tribunal Supremo Británico no hace mucho (el PAIS 10 enero 2021).
Y es que los cambios en el aspecto sexual de los niños antes de la pubertad no garantizan que mejore la salud mental del adolescente y futuro adulto, ni la consideración de éstos delante de la sociedad. En casos, éstos los aceptarán con resignación, en otros se incrementará el sufrimiento mental y en algunos pocos se intentará no sin grandes dificultades y pocos resultados, la reversión a su estado anterior natural. Y este es el problema el aplicar tratamientos irreversibles a niños que aún se encuentran desarrollando su identidad sexual, que no han formado su personalidad; tratamientos médico quirúrgicos que pudieran considerarse mutilaciones, formas de malos tratos –comentan- aún aplicados con la mejor intención. Y sobre todo, tratamientos que condicionarán el resto de sus vidas al obligar a controles médicos y psicológicos para siempre.
El género es la conciencia de sentirse varón o mujer, y sería por tanto un sentimiento psicológico no un objetivo biológico en sí mismo. Y es que la conciencia de “género”no es inamovible se crea con el tiempo y puede ser modificada según las percepciones, las relaciones y las experiencias del niño. Y traigo aquí este hecho dada la dificultad de llegar a un diagnóstico que se mantenga en el tiempo pues tampoco es infrecuente que confunda la homosexualidad con la disforia o que estos niños con estas inclinaciones presenten al tiempo alteraciones psicológicas que confundan al clínico y que surjan, o se reactiven, una vez que los cambios son irreversibles. "Nos hacemos trans para escapar de nuestra homosexualidad" era la frase de una transexual en un artículo en Voz Populi hace escasos días (03/07/2022).
La realidad es que cada vez se oyen más voces discrepantes que, haciéndose eco de que existan individuos que soliciten “detransiciones”, es decir que se arrepienten de dichos cambios, intenten, aún contra corriente, ayudar a estas familias. Leo como asociaciones como AMANDA, o la "Sex Change Regret" de EEUU.. alertan sobre este “daño Irreversible”(frase del famoso libro de Abigail Shrier) y que no haría más que demostrar que ésta opción no es un tratamiento definitivo que cure la DG habida cuenta el sufrimiento mental que sufre este colectivo (índices de suicidios elevado, comentaba alguna fuente). Y es que es difícil por no decir imposible que una cirugía del aspecto corporal corrija un malestar psíquico y más a estas edades.
Y es que aunque se intente despatologizar la DG, anteriormente llamado como “Trastorno de Identidad de Género” (Diagnostic and Statistical Manual of the American Psychiatric Association (DSM-V), la realidad es la que es y el cambio de género (que o de sexo) no está exento de riesgos y más a estas edades. Riesgos físicos y psicológicos por la aceptación o no del aspecto por el individuo y el entorno que no siempre es muy comprensivo con las diferencias.
Así mismo, sería algo contrario al sentido común que “despatologizar”una entidad clínica, entendiendo que se trata de una “opción”, exija un diagnóstico riguroso, un tratamiento en buena medida inreversible y mutilante, controles de por vida y una aceptación de los riesgos. Algo que no tiene nada que ver con la homosexualidad en que la que si existe tal despatologización al aceptar el individuo y la sociedad esta inclinación sexual sin ninguna intervención médica ni quirúrgica irrevesible.
Se comenta como este afán político pudiera estar generando un fenómeno de “siembra” de una patología inicialmente extremadamente rara (1/1000, inferior a la diabetes tipo 1 en la infancia) al 3-4% que actualmente leemos en ciertas escuelas americanas. Y es que a estas edades la personalidad se está formando, existe una cierta “plasticidad psicológica” que hace que la persona en desarrollo puedan ser influenciable y de alguna manera manipulable, de ahí que la conocida como la ideología “queer o trans” de ofrecer a los niños la posibilidad de «elegir» su sexo que se está extendiendo en EEUU y Europa (como comentaba recientemente Fernando Savater en The objetive 29 de mayo de 2022 recogiendo las ideas de dos psicoanalistas y pedopsiquiatras francesas, Caroline Eliacheff y Céline Masson, en su obra “La fabricación del niño-transgénero”, no sería más que la influencia ideológica sobre mentes inmaduras de una pretensiones políticas de derivas identitarias. Lo que a mi entender es muy grave.
Nadie niega que existan niños con conflictos sobre su identidad de género, ahora bien, no hay tantos como la actualidad se nos quiere hacer ver. Que existe un movimiento político en visualizar lo que no existe fomentando la opción del cambio de género como un derecho sin riesgos cuando no está demostrado que los cambios médico quirúrgicos irreversibles sea la solución para este problema psicológico y que incluso se puedan generar más sufrimiento del que pretender evitar. Como comenta Sabater es un “auténtico crimen contra la infancia”.
Mateu Seguí Díaz
médico de familia
Seguí Díaz M. El “daño irreversible”. Es Diari MENORCA. 10-07-2022:10
https://www.menorca.info/
* Modificación del título de la obra de: Abigail Shrier. Un Daño Irreversible. 2020
Fernando Savater. Disforia educativa. The objetive 29 de mayo de 2022
Alejo Vidal-QuadrasAlejo. Género, sexo y daño irreversible. Vozpopuli 03/07/2022
Ferragut Soler A. La transexualidad infantil quiere dejar de ser tabú. La Vanguardia. 17/07/2017