Sirvió de algo el confinamiento en la primera ola de la COVID-19
Pronto hará dos años del mayor confinamiento que ha sufrido la sociedad española en su historia reciente o no. Un confinamiento instaurado de prisa y corriendo y con una duración y características de “estado de sitio” como nunca se había visto en nuestro país.
Las razones básicamente, en mi opinión estuvieron en que existia la sensación que de la epidemia se nos había escapado de las manos tras semanas de ningunearla. Se sobreactuó estableciendo una “cuarentena medieval” y aún que se ha argüido que fue totalmente necesaria, evitando según la admnistración muchas muertes (postverdad), la realidad es que hubieron muchas voces críticas (Juan Erviti…) y yo mismo que apuntaron que esta misma medida contribuyó por ende a extender la epidemia (vuelta de estudiantes de grandes ciudades, reclusión forzada de contagiados con aquellos que no...) y a aumentar el número de muertes, básicamente en personas mayores (geriátricos).
Un estudio realizado por economistas pero no por epidemiólogos y sobre estudios publicados hasta julio del 2020 (primera ola).
Para ello definieron al confinamiento como a la imposición de al menos una medida no farmacológica de manera obligatoria, sean políticas que limiten los movimientos de la población, cierre de comercios, escuelas o prohibición de viajes internacionales. No se consideraron otras medidas como campañas de información por la administración sanitaria, testeo de contagios (era incipiente), la utilización de mascarillas (no era general) o la vacunación (no existía).
Para ello los investigadores hicieron una búsqueda sistemática de la que identificaron a 18.590 estudios que potencialmente podía estudiar este tema, de los que se extrajeron 34 y 24 fueron los que al final se introdujeron en el metaanálisis.
Estos se separaron en 3 grupos según la intensidad de los sistemas de confinamiento; del analisis de los tres grupos se extrajo la conclusión que la consecuencia de aplicar estas medidas sobre la mortalidad por la COVID-19 fue mínima o nula. Y en aquellos con índices de rigurosidad en el diseño en Europa o en Estados Unidos (EEUU) la reducción de la mortalidad no paso del 0,2%.
Los que obligaron a un confinamiento con restricción total del movimiento o fueron inefectivos o como máximo redujeron la mortalidad por la COVID-19 un 2,9% de media. De todo ello apuntan que el cierre de negocios no esenciales (bares, ocio...) pudo tener algún efecto positivo en la mortalidad, pudiendo reducir esta en tasas de alrededor un 10,6%
Este análisis concluye que los confinamientos independientemente de su intensidad, o no tuvieron efectos sobre la mortalidad por la COVID-19 o fueron muy leves; pero por contra generaron un importante coste económico y social en aquellos sitios donde se impusieron.
Según estos autores a las estrategias de confinamiento les ha faltado fundamento y por tanto deben rechazarse como un instrumento para el control de la pandemia.
Según éstos los cierres de escuelas, de fronteras, la limitación de las reuniones… han tenido un efecto mínimo o nulo sobre la mortalidad por la COVID-19, al menos en la primera ola de la pandemia. Por contra, los confinamientos redujeron la actividad económica, aumentaron el paro laboral, redujeron la escolarizacion,...
La limitacion fundamental a este estudio es que no se estudiaron los contagios ni las hospitalizaciones solo los resultados finales en forma de fallecimientos.
Volviendo a nuestro caso hubiera sido interesante una evaluación externa de lo que ocurrió el primer semestre del 2020 en nuestro país, algo que se pidió pero que ni está ni se le espera, por lo visto.
Juan Erviti López. REFLEXIONES SOBRE LA PANDEMIA POR COVID-19 EN ESPAÑA. Vancouver, Canadá, 22/09/2020
http://www.nogracias.org/wp-content/uploads/2020/11/covid19-Espana-Juan-Erviti.pdf
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