La más eficaz medida en salud pública: la ley antitabaco
Tras la puesta en marcha de la ley antitabaco 2011, o La Ley 42/2010, de 30 de diciembre de 2010, a partir de enero de este año, fueron muchas las manifestaciones. Unas a favor y otras en contra. Las primeras sorprendentemente quedaron apagadas por las segundas que en plan catastrofista apelaba a la pérdida de libertad personal y a las pérdidas económicas que se producirían en un momento de crisis económica. La ley no hacía más que prohibir esta práctica en lugares cerrados que estuvieran cara al público y en lugares abiertos en ciertas situaciones -patios de institutos, en parques infantiles y en el recinto de los hospitales...La medida política, por otro lado, se acogía que el tabaquismo es un problema sanitario de primer orden que se encuentra involucrado directa o indirectamente en el fallecimiento de al menos 50.000 individuos al año en nuestro país.
La ley que sorprendentemente cercenaba la libertad personal no hacía otra cosa que garantizar esta en aquellos que no siendo fumadores por su posición acusaban los efectos del hábito tabáquico que otros practicaban. En este caso todo el personal de la hostelería, de limpieza, de instituciones cara al público,..., y como veremos al final de este post de todos aquellos indecisos, con falta suficiente de voluntad para dejarlo fuman o fumaban por el entorno en que se encontraban.
La realidad como se ha mostrado estos días es que no ha habido ninguna afectación económica, no afectando a la contratación ni a la afiliación a la seguridad social, más bien al contrario, al tiempo que según se ha contabilizado han descendido los infartos de miocardio y las descompensaciones en enfermedades respiratorias (EPOC, asma...) etc..afirmándose que la repercusión última de la ley es que evitará al menos 1000 muertes anuales, según leemos estos días en la prensa.
Sea como fuere, a nivel micro lo que si hemos observado los médicos del primer nivel es muchas personas que fumaban o mantenían su hábito por que el ambiente les forzaba a ello, por la falta de voluntad para dejarlo, pues el entorno no era propicio, en estos meses han dado el paso. El tabaquismo social obliga indirectamente a muchos fumadores a mantener el hábito aunque no estén realmente convencidos. El salir el fin de semana obliga a muchas personas (sobre todo jóvenes) a fumar indirectamente –pasivamente- y directamente por que el grupo así lo hace. La prohibición ha dado un recursos a estas personas y son muchas – en mi opinión- que a partir de ahora dejarán el tabaquismo. Un efecto no contemplado, pero beneficioso.
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