¿Es sano cocinar con aceite de coco?
Muchas veces me pregunto por el hecho de si las concentraciones de ácidos grasos saturados de ciertos alimentos se corresponden linealmente con las concentraciones de los mismos en el plasma sanguíneo de los individuos que los consumen.
Hoy hablamos de aceites vegetales que por su procedencia a priori tenemos la sensación de que son más sanos que las grasas procedentes de animales, sea del tocino, del huevo, de la carne...
Hoy hablamos de aceite de coco, un aceite que se compone principalmente por ácidos grasos saturados de cadena media tipo ácido láurico (12 átomos de carbono) y otros ácidos grasos saturados de cadena larga como el mirístico (14 átomos de carbono) y el palmítico (16 átomos de carbono). Unos ácidos grasos que también se encontrarían en la grasa láctea, y el aceite de palma y que aumentarían el LDL-c.
Un producto vegetal alto en grasas saturadas que a priori aumentaría el colesterol plasmático aunque se le achacan efectos controvertidos sobre el riesgo cardiovascular (RCV), y es que como en el huevo, las variables intermedias no siempre se corresponden con los resultados finales. El hecho de tratarse de un producto vegetal ha hecho hasta no hace poco tiempo que se considerara un alimento saludable, así una encuesta americana del 2016 mostró como el 72% de los ciudadanos de EEUU así lo consideraban.
El problema surge cuando se cambian aceites vegetales no tropicales por aceite de coco en el consumo que podría de alguna manera alterar el perfil lipídico
Se hizo una búsqueda de ECA que incluyeran los efectos de consumo de aceite de coco en comparacion con otras grasas durante al menos 15 días antes, en bases de datos médicas como PubMed, SCOPUS, Cochrane Registry, y Web of Science hasta junio del 2019. La selección de los artículos se hizo siguiendo los criterios de calidad de la Guía de Práctica Clínica (GPC) PRISMA (Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses).
En los objetivos se incluyó a la low-density lipoprotein cholesterol (LDL-c), a la high-density lipoprotein cholesterol (HDL-c), el colesterol total, triglicéridos (TRIG), marcadores de grasa corporal, de inflamación sistémica y de la glucemia.
Los datos se agruparon y analizaron utilizando un sistema estadístico por metaanálisis de efectos aleatorios. Se procesaron al final 16 artículos según las variables. Todos ellos analizaron los lípidos; sin embargo, 8 el peso corporal, 5 el porcentaje de grasa corporal, 4 la circunferencia de cintura, 4 la glucosa plasmática en ayunas y 5 la proteína C reactiva.
Según este análisis el consumo de aceite de coco incrementa los niveles de LDL-c en 10,47 mg/dl (IC 95% 3,01-17,94; I2 = 84%, n=16) y el HDL-c en 4,00 mg/dl (IC 95% 2,26-5,73; I2 = 72%, n=16), pero no los TRIG, ni el peso, la grasa corporal, la glucemia o los parámetros de inflamación general con respecto a otros aceites vegetales no tropicales. Unos resultados que se mantuvieron tras excluir estudios no aleatorizado o de escasa calidad (puntuación de Jadad inferior a 3).
Por otro lado, el consumo de aceite de coco no afecta significativamente a los marcadores de la glucemia, inflamación y adiposidad cuando se comparaban con otros aceites vegetales no tropicales.
Concluyen que el consumo de aceite de coco aumenta significativamente las LDL-c en comparación con aceites vegetales no tropicales.
Es conocido que el LDL-c es el mayor factor de riesgo CV (RCV) de modo que a priori el aceite de coco aumentaría el RCV de quienes lo consumen; sin embargo no afecta al metabolismo glucémico, ni a los parámetros de inflamación; de ahí que faltarían estudios que evaluaran el consumo de aceite de coco sobre el infarto agudo de miocardio, el accidente vasculocerebral o la insuficiencia cardíaca, que a día de hoy no existen.
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