Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) incrementan la mortalidad por causas específicas
En más de una ocasión hemos hablado de los efecto secundarios de los inhibidores de la bomba de protones (IBP), lo hemos hecho con el cáncer gástrico, con la absorción de ciertas vitaminas (vitamina B12), con la osteoporosis, la demencia…y es que nos preocupa este tema pues los IBP más allá de la epidemiología en la que están indicados se consumen masivamente sin indicaciones claras y solo muchas veces como prevención de supuestos efectos gástricos de ciertos medicamentos. Son podríamos decir los principales medicamentos en los que los médicos de familia (MF) deberían dar consejos claros en pos de una eficaz desprescripción.
La realidad es que somos conscientes de sus efectos a nivel renal, pues existen casos de fallo renal agudo y de enfermedad renal crónica (ERC) relacionados con su consumo pero desconocemos cual es su repercusión en la mortalidad, sea cardiovascular (MCV) o por cualquier causa (MCC) de los pacientes que los ingieren de forma crónica.
Hoy traemos aquí un estudio que plantea evaluar el riesgo de la MCC y sobre todo mortalidad específica por los diversos efectos secundarios que genera su consumo crónico.
Se trata de un estudio observacional longitudinal sobre una cohorte prospectiva de 214 467 individuos (veteranos) del US Department of Veterans Affairs de EEUU que habían empezado a utilizar fármacos supresores de la acidez gástrica, fueran inhibidores de los receptores de la histamina 2 (antiH2) o IBP, Se desarrollaron estrategias de análisis con las que poder estimar la mortalidad por causas específicas relacionadas con ambos y especialmente con los IBP.
Entre el 2002 y el 2004 se inició un seguimiento de 10 años durante los cuales se identificó la causa de muerte fuera por IBP o antiH2 (ratio de consumo 3/1).
Así se identificaron a 157.625 nuevos usuarios de IBP y a 56.842 de antiH2 y las tasas específicas de mortalidad relacionadas con los IBP se tradujeron como número atribuible de muertes por 1000 pacientes que consumían dichos fármacos.
Así se encontró un exceso de 45,20 muertes (IC 95% 28,20-61,40) por 1000 personas que tomaban IBP. Según la causa específica fuera las enfermedades circulatorias el número de muertes atribuibles a la ingesta de IBP fue de 17,47% (IC 95% 5,47-28,80), en el cáncer de 12,94 (IC 95% 1,24-24,28), en enfermedades infecciosas y parasitarias de 4,2 (IC 95% 1,57-7,02) y en enfermedades del aparato genitourinario de 6,25 (IC 95% 3,22-9,24).
También se demostró una relación entre la duración acumulativa a la exposición a los IBP y el riesgo de muerte por enfermedades circulatorias, neoplasias, y enfermedades genitourinarias.
Analizando las subcausas de muerte se sugiere que los IBP estarían asociados con un exceso de mortalidad de enfermedad cardiovascular (ECV) 15,48 (IC 95% 5,02-25,19) y la ERC de 4,19 (IC 95% 1,56-6,58).
Específicamente entre aquellos pacientes sin una indicación documentada para la supresión ácida (n 116.377) la ingesta de IBP se asoció con un exceso de mortalidad relacionada con la ECV de 22,91 (IC 95% 11,89-33,57), de ERC 4,74 (IC 95% 1,53-8,05) y de cáncer gastrointestinal (GI) 3,12 (IC 95% 0,91-5,44), lo que es preocupante, y en donde los MF tenemos gran parte de responsabilidad.
Análisis teniendo en cuenta el riesgo de muerte debido a las subcausas se demostró que no se modificaron por la historia previa de ECV, de ERC o de cáncer GI alto.
En comparación con los antiH2 aumentó ligeramente la mortalidad, de un 38% en los IBP al 37% en el total de la cohorte o algo menos del 36% de los consumidores de antiH2.
Concluyen que la ingesta de IBP estaría asociada con un exceso de causas específicas de muerte (45,2 por 1000 usuarios) incluidas ECV (38,65%), genitourianarias (13,83%), y cáncer GI del tracto superior (28,63%) y todo ello independiente de padecer una ECV, ERC previa . Y lo más grave es que esta relación también se observó en aquellos pacientes sin una indicación clara de prescripción de IBP, lo que nos tiene que hacer que pensar como causa de yatrogenia y un motivo para practicar una eficaz desprescripción.
Hay que decir que se trata de un estudio observacional y pueden existir factores confusores y sesgos difíciles de eliminar, aún habiéndose aplicados una metodología estadística muy estricta (“high dimensional propensity scores”) y un comparador activo (los antiH2).
Las causas no se conocen con fiabilidad, pero se apunta que el uso de IBP reduce la acidificación lisosomal y la proteostasis de las células endoteliales incrementando el estrés oxidativo, empeorando la función endotelial y acelerando el envejecimiento endotelial al reducir la longitud de los telómeros.
Para concluir señalar que además de la relación de los IBP con las fracturas osteoporóticas, déficid de Vitamina B12, demencia, neumonía, infecciones por clostridium difficile, fallo renal agudo y ERC, deberemos añadir un exceso de mortalidad debido a ECV, ERC, neoplasias y cáncer GI.
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