El controvertido asunto de la vacunación antigripal
El tema de la vacunación antigripal es controvertido. Existen cada vez más personas en contra, sea por su falta de eficacia, eficiencia o incluso por los posibles efectos secundarios. Sin embargo, es una vacuna recomendada vivamente en grupos de riesgo en nuestro país e incluso de manera generalizada desde la infancia en EEUU. ¿Qué hay de cierto en todo ello?.
La realidad es que si se tratara de una vacuna que se pone una sola vez en la vida sobre una enfermedad realmente grave otro gallo cantara. Pero no es así, se trata una vacuna anual, que previene o no (depende de la carga antigénica del virus y del previsto en la vacuna) una enfermedad en la mayoría de ocasiones benigna.
Si se tiene en cuenta que el Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) y la American Academy of Pediatrics (AAP) recomiendan la vacunación anual a partir de los 6 meses de edad en individuos sin contraindicaciones no debe tratarse de una vacuna con riesgos serios para la salud. Como contrapartida, se señala por la Cochrane Database Collaboration que los estudios que habitualmente han recomendado la vacunación son de baja calidad. Se comenta, por esta institución, que los estudios realizados por la industria farmacéutica son publicados en mejores revistas y citados más que aquellos estudios públicos, con independencia de su calidad, siendo estos últimos menos proclives a dar resultados favorables a la vacunación. Con todo, no se ha demostrado manipulaciones de las conclusiones. Una revisión de la Cochrane en el 2014 señaló que la vacunación antigripal no muestra en general un efecto apreciable en los días de absentismo laboral o en los días de ingreso hospitalario.
Por tanto, habida cuenta que los beneficios de la vacunación antigripal son cuanto menos variables, ¿por qué las organizaciones de AAP, ACIP, y del US Centers for Disease Control and Prevention (CDC) apoyan la vacunación generalizada?.
En España vacuna antigripal, sin embargo, aún en las asociaciones más proclives a la vacunación en general, como la Asociación Española de Pediatría (Comité Asesor de Vacunas – 2016), la recomiendan anualmente a los pacientes mayores de 6 meses con factores de riesgo y sus convivientes.
Sea el miedo histórico a una gran pandemia como la del 1918-19 (durante la primera guerra mundial) que mató a 50 millones de personas a nivel mundial, y que instó al estudio de una vacuna efectiva (1944) que aplicar al ejército de EEUU durante la 2ª guerra mundial. Esta mostró ser efectiva en la disminución de los episodios febriles pero escaso impacto en la reducción de las complicaciones graves. Evaluaciones años después (1947) no encontraron diferencias entre los vacunados y los no vacunados, lo que no fue óbice que fuera distribuida a la población general.
Entre tanto, la vacunación en EEUU ante una nueva pandemia en el 1957 (gripe asiática), no tan grave como la del 1918 (pero causó entre 1-2 millones de muertos) no cambió la tendencia epidémica en ese país, que se achacó a una campaña corta y realizada demasiado tarde.
En el 1960 se empezó a recomendar la vacunación anual rutinaria sobre todo en los grupos de riesgo, mayores de 65 años y pacientes con enfermedades crónicas. A partir de este punto es cuando se recomendó la vacunación rutinaria como una medida de salud pública.
Una reevaluacion de la evidencia por el CDC en el 1964 mostró que no existían cambios con la vacunación al tiempo que la epidemia de gripe del 1962-63 demostró que no fue efectiva en el control de la mortalidad, lo que hizo dudar sobre la continuidad de la vacunación. Con todo, las campañas de vacunación antigripal continuaron.
En el 1968 el CDC desarrolló un ensayo clínico a doble ciego aleatorizado (ECA) que examinó el efecto de la vacunación sobre la morbilidad y la mortalidad, no pudiendo probar la mejoría en la morbi-mortalidad por esta medida. A pesar de ello, las campañas de vacunación antigripal continuaron.
Años después, en el 1976, apareció la primera amenaza de la gripe porcina, lo que hizo que hiciera un esfuerzo para vacunar al máximo posible de individuos norteamericanos. Este riesgo no se plasmó en epidemia, pero si aumentaron los casos de síndrome de Guillain-Barré en los vacunados lo que llevó a parar la vacunación. Un análisis del CDC, un año después (1977) señaló que la medida había sido en general inefectiva y que se necesitaban más ensayos clínicos comunitarios estadísticamente efectivos al efecto.
En el 1995 la US Food and Drug Administration (FDA) reconoció la falta de ECA sobre la vacuna de la gripe y que los estudios existentes tenían defectos metodológicos graves. Un ECA en 2000 a instancias del CDC encontró que la vacunación frente al placebo no generaba beneficios económicos en general. A pesar de ello en el 2004 la APP recomendó la vacunación anual contra la gripe en niños pequeños, conviventes con estos y personal sanitario.
Un metaanálisis del 1995 (Gross PA, et al) sobre la eficacia de la vacuna antigripal en ancianos señaló que, a pesar los escasos estudios realizados, la vacunación reducía los riesgos de neumonía, hospitalización y muerte en personas mayores, si las cepas de la vacuna correspondía con la de la epidemia de gripe. Por contrapartida una revisión sistemática y metaanálisis del 2012 señaló que las recomendaciones de vacunación en personas mayores estaban hechas sin datos que sustentaran que la vacuna antigripal era eficaz y efectiva.
Por otro lado, señalan que los estudios observacionales son defectuosos pues se ignoran los resultados clínicos a favor de la respuesta de anticuerpos del paciente. Se evalúan más los síntomas gripales que las complicaciones graves del tipo neumonía o fallecimiento….cuando estos es realmente lo que se intenta prevenir.
Un estudio reciente, en este sentido, y que comentamos en un post anterior, estudio prospectivo caso-control observacional y multicéntrico sobre 2767 pacientes entre enero del 2010 y junio del 2012 en EEUU, publicado por Grijalva CG et al en JAMA, sobre la asociación entre la hospitalización por neumonía adquirida en la comunidad por gripe (NACG) y la vacunación reciente contra la gripe mostró, una odds ratio de la vacunación antigripal previa de casos frente a controles sin la misma de 0,43 (IC 95% 0,28-0,68), lo que supuso una efectividad estimada de la vacuna en esta patología del 56,7%; IC 95% 31,9%-72,5%).
Por otro lado, así como las vacunaciones sistemáticas en la infancia han reducido, cuando no hecho desaparecer, las enfermedades para las que estaban diseñadas, la vacunación de la gripe no ha tenido prácticamente impacto en las epidemias periódicas que tenemos. Y es que los niveles de anticuerpos generados por la vacuna disminuyen rápidamente tras la vacunación (en menos de 6 meses), más rápido (aunque no existen excesivas evidencias) cuanto mayor es la persona vacunada. Un estudio caso-control realizado en Navarra en la temporada 2011-12 mostró como la efectividad de la vacuna se redujo sobre todo en personas mayores de 65 años.
En cuanto al riesgo más importante y que ha creado alarmas interesadas (o no) en algún comentarista sanitario, que es el del síndrome de Guillain-Barré, que un metaanálisis reciente publicado en Vaccine (Martín Arias LH et al) sobre 39 estudios publicados entre 1981 y 2014 cuantifica un riesgo relativo entre 1,4 y 1,8 dependiendo del tipo de vacunas. Un riesgo que aún siendo pequeño, va en la linea de otros metaanálisis anteriores como el de Salmon DA et al, (2013) sobre la vacunación H1N1 del 2009, que dieron una tasa de riesgo de incidencia del 2,35 (1,6 exceso de casos por millón de personas vacunadas), hace que este tipo de vacuna no sea a priori del todo inocua y contraste con la recomendación de su generalización en países tan sensibles a la seguridad de los fármacos como EEUU. Así que frente a una efectividad discutida y un riesgo no descartable, la polémica continua.
**Grohskopf LA, Sokolow LZ, Olsen SJ, Bresee JS, Broder KR, Karron RA. Prevention and control of influenza with vaccines: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices, United States, 2015-16 influenza season. MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 2015;64:818-825. Acceso 12-02-2016
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**Martín Arias LH, Sanz R1, Sáinz M, Treceño C1, Carvajal A. Guillain-Barré syndrome and influenza vaccines: A meta-analysis. Vaccine. 2015 Jul 17;33(31):3773-8. doi: 10.1016/j.vaccine.2015.05.013. Epub 2015 May 18.
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