Albert Camus a los 50 años de su muerte
Para un menorquín no pasa desapercibido cualquier acontencimiento que tenga que ver con la vida y obra de Albert Camus. Y no pasa desapercibido por que de alguna manera fue hijo de uno de los miles menorquines que emigraron y se instalaron en Argelia en 1830. De madre menorquina y de padre francés (muerto precozmente) tuvo una infancia difícil que bien relata en su libro póstumo manuscrito y encontrado en el interior del automóvil donde murió -1960.
“El primer hombre” es un libro que aunque autobiográfico, es interesante y en el que algunos pueden encontrar anécdotas que ya pertenecen a otra época, pero suficiente elocuentes del ánimo de supervivencia de unas mujeres (madre viuda con cierta limitación psíquica y abuela autoritaria) inmersas en unas precarias condiciones económicas. De cómo en este ambiente el joven Albert consigue sobreponerse y llegar a tener unos estudios gracias a la especial visión de un maestro que supo ver las especiales cualidades de este joven.
Dentro de la producción de este Novel de la Literatura –1957-, y al margen de libros como “el extranjero”, “la caída” ..”la peste” destaca como obra sobresaliente y de obligada lectura para cualquier médico.
“Unos cuantos casos no hacen una epidemia, bastaría con tomar precauciones. Había que atenerse a lo que se sabía, entorpecimiento, la postración, los ojos enrojecidos, la boca sucia, los dolores de cabeza, los bubones, la sed terrible, el delirio, las manchas en el cuerpo, el desgarramiento interior y al final de todo eso...Al final de todo eso una frase le venía a la cabeza, una frase que terminaba en su manual de enumeración de síntomas. “El pulso se hace filiforme y la muerte acaece por cualquier movimiento insignificante”...” pag 28 La Peste RBA ed . Barcelona 1994
“Nunca sabría por ellos quien habría sido su padre y, sin embargo, por su sola presencia hacían brotar nuevamente los frescos manantiales de una infancia miserable y feliz, no estaba seguro que estos recuerdos tan ricos que surgían a borbotones en el, fueran realmente fieles al niño que había sido...” pag 118
El primer hombre. Ed Fabula Tusquets. Barcelona 1998
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