Nuestra felicidad, de Luis Rojas Marcos
Según Sigmud Freud decía “la felicidad es algo esencialmente subjetivo”, de manera que lo que llamamos “felicidad”, que no es más que un sentimiento de bien estar, de satisfacción, una sensación de estado de ánimo positivo, ...cada uno lo vive y define de una manera distinta. Así, cambia con la edad, de tal modo que las personas mayores valoran más la salud y la seguridad económica, que los jóvenes; con la situación cultural o económica, con la satisfacción de las necesidades elementales. Y es que “interpretamos el mundo a través de nuestros deseos” según el aforismo de Friedrich Nietzsche (pag 97), y recogido en este libro.
Si bien los psicólogos cuantifican la población feliz en un 20% (David Myers, pag 93) las encuestas sobre la satisfacción personal con la vida dan porcentajes entre un 65-85% de los encuestados; y es que si bien es cierto que el 40% de la felicidad viene condicionado por la genética del individuo (Lykken, pag 151) existen otros condicionantes como las experiencias que hayamos tenido, la personalidad, el temperamento, la convivencia en un ambiente familiar estable, y afectuoso...que forjarían este sentimiento. Si bien es cierto que la sensación de dicha, ventura o fortuna, de satisfacción con al vida dependería menos de nuestra posesiones que de la actitud que mostramos hacia ellas, de ahí que las personas con mayor confianza en si mismas, seguridad o autonomía sean por ende más felices.
Con todo, la felicidad no es un sentimiento absoluto, pues solo sentimos lo que cambia no lo que se mantiene igual y por tanto es una sensación percibida al contrastar nuestra situación con las personas de nuestro entorno. Circunstancias que van modulando nuestros deseos, de manera que consistiría en un equilibrio entre los deseos que experimentamos y los recursos que tenemos.
Son más felices las personas religiosas, según indican varios estudios (pag 140), y los individuos que viven en países desarrollados, democráticos con libertades personales. El dinero no da la felicidad, pero la pobreza es causa de infelicidad. No son más felices los hombres que las mujeres, los de raza blanca o negra, los propios ciudadanos o los inmigrantes venidos de afuera, los jóvenes o viejos, los guapos o feos, o los más o menos inteligentes...así, ya apuntó Daniel Goleman, en su best seller “La Inteligencia Emocional”, que el coeficiente de inteligencia no aportaría más del 20% a los factores determinantes en la satisfacción de la vida.
Habla de las amenazas a la felicidad, como el dolor, el miedo, el odio, la depresión, los sentimientos negativos de animadversión hacia los demás, el odio, la venganza,..
Un libro en el sentido del ya comentado de “la fuerza del optimismo” sobre un tema sobre el que todo filósofo o escritor que se precie sobre temas humanos alguna vez llega a escribir. Como el anterior, es entretenido y aporta algunos datos interesantes. Si bien es cierto que para mi gusto en los últimos capítulos abusa algo de los tópicos. Ed Espasa Calpe. Madrid 2000
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