El cambio de médico
Sorprende y molesta a la población que esporádicamente sin previo aviso y sin consulta previa les llegue a casa una fría carta informándoles que a partir de tal día se les han adjudicado un nuevo médico. A los médicos no nos coge tan de improviso pues es un tema que suele llevar su tiempo, pero cuando se nos comunica (no, como ahora, que lamentablemente solo hemos recibido las listas de los ciudadanos que pasaban al médico nuevo pocos días antes) siempre es una sorpresa. Lógicamente, es una sorpresa mayor para el paciente que sin comerlo ni beberlo y sin darle casi tiempo de despedirse se encuentra de la noche a la mañana con un nuevo médico asignado.
La administración, fría como siempre (aunque existen personas detrás), piensa que es lo que debe hacerse y que las molestias producidas en los ciudadanos siempre son pasajeras y necesarias para mejorar el servicio sanitario. Lo que no sabe, o no se plantea habitualmente, es que detrás de un cambio hay muchas veces unas personas que sufren, que se agobian con la nueva situación que no entienden.
Hace años leí un artículo de investigación (no tengo la referencia) que a grandes rasgos estudiaba este tema intentando cuantificar el grado de sufrimiento que esto podía suponer para el enfermo. En este estudio se demostraba que la sensación de pérdida que se producía en el ciudadano, aunque nos parezca extraño, era parecida a la de la pérdida de una persona querida. Es decir que a según que pacientes se les creaba tal angustia de separación que les suponía padecer una especie de duelo.
Pero este tipo de reacción no solo se produce en ciertos pacientes y con respecto a ciertos médicos, si no que lo he podido experimentar estos días con la marcha inexplicable de dos de las enfermeras históricas de nuestro centro (Angeles y Isabel) que de la noche a la mañana han sido trasladadas (¿represaliadas?) por orden de la superioridad sanitaria, encontrándome con escenas inquietud, angustia, sollozos...
No es de extrañar por ello, que en el CS de Dalt Sant Joan, algunos (¿muchos?) pacientes trascurridos los 6 meses de rigor estén cambiando nuevamente de galeno, esta vez voluntariamente a sus antiguos médicos, en los que más confiaban.
Es conocido que las dos características fundamentales del primer nivel de la atención sanitaria, son la continuidad asistencial y la longitudinalidad de la atención. La primera, se garantiza por el sistema, la organización, la coordinación entre niveles asistenciales, la trasmisión de información..., la segunda solo la puede garantizar el hecho de que sea siempre la misma persona la que atienda al enfermo. La población agradece que sea el mismo médico o enfermera quien se ocupe de sus problemas sanitarios. La permanencia del médico de cabecera en su plaza mejora la salud de la población pues este llega a ser conocedor de todos los detalles de la historia personal, familiar, social y laboral del paciente; datos, estos, fundamentales para poder hacer un diagnóstico y seguimientos certeros. A la administración, sin embargo, solo le interesa lo primero, los números, los circuitos, garantizar la asistencia y poca cosa más, para ella la longitudinalidad en la atención, los sentimientos de las personas, las opiniones de los pacientes, no tienen excesiva importancia...
En este aspecto, han habido en estos días pacientes que me han preguntado si realmente deben permanecer mudos, acatar la decisión o si por el contrario tiene algún derecho, y pueden hacer algo delante tal situación de hechos consumados. ¿Pueden cambiarles de médico sin consultárseles?
Pues la verdad, es que no lo sé, y esto debería contestarlo la administración. Lo que si sé, es que existen tres normas fundamentales que defienden los derechos sanitarios del ciudadano dentro de nuestro estado democrático, que son: la Ley General de Sanidad (ley 14/1986), la Ley de Libre Elección de Médico (Real Decreto 1575/1993), y la reciente Ley de Autonomía del Paciente (ley 41/2002) , normas todas ellas, que tendrán algo que ver en este aspecto. Y es que muchos pacientes no pueden entender que existiendo libertad de elección de médico, no se tenga en cuenta sus preferencias y que al final todos los médicos lleguen a tener el mismo número de pacientes. Si realmente existiera una libre elección, entienden que debieran existir unos médicos con mayor aceptación que otros, y por tanto cupos distintos...¿no?
Este año se cumplen 25 años de mi toma de posesión como médico titular del municipio de Es Castell, y con esta última, habré sufrido tres reducciones de cupo. Nunca las he solicitado, aunque comprendí y recibí con agrado la primera (de estar solo en el municipio con más de 5000 ciudadanos a mi cargo pasamos a ser dos médicos, mejorando la atención a la población y mi propio estado psico-físico), las dos restantes, a las que me opuse vehementemente, a mi entender han sido injustificadas y me han sido impuestas por el simple hecho de la uniformidad, del agravio comparativo, del café para todos, sin que a consecuencia de ello –al menos en la última- se hayan producido cambios importantes en los resultados en la atención de mis pacientes restantes; pues, no han cambiado a grandes rasgos el número de visitas realizadas por día, el tiempo global dedicado a la asistencia, ni lo que es más importante, el tiempo dedicado a la visita del paciente, que se han mantenido oficialmente invariable: 7 minutos y medio.
Publicado en el Diari MENORCA. 09-02-09
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