Los alimentos procesados y el cáncer
Hace cuatro años nos hicimos eco de los datos del European Prospective Investigation in to Cancer and Nutrition (EPIC) respecto a la ingesta de carne procesada y el riesgo de cáncer.
Del análisis de la encuesta poblacional a 448.568 individuos de entre 35-69 años de edad sobre
hábitos dietéticos, tóxicos (tabaco), actividad física, índice de masa corporal (IMC)… se intentó determinar la asociación entre el consumo de carne y cualquier causa específica de mortalidad. Tras el ajuste multivariante de las 26.344 muertes acaecidas durante 12,7 años de seguimiento, de las que 5.556 fueron por enfermedad cardiovascular (ECV), 9.861 por cáncer, 1.068 por procesos respiratorios, se encontró una relación muy débil entre el consumo de carne roja y cualquier causa de muerte (MCC), HR (hazard ratio) de 1,14 (IC 95% 1,01-1,28, 160gr frente a 10-19,9 gr de consumo al día), pero un incremento significativo cuando esta asociación se hacía con carne procesada HR 1,44 (IC 95% 1,24 -1,66, 160gr frente a 10- 19.9 gr diario). Así, señalaron que el riesgo de muerte por cáncer se eleva un 43%, que llega a un 70% por causa cardiovascular si se consume más de 160 gr de carne procesada al día, en comparación con aquellos con un consumo de 10-19,9 gr/día.
Como contraste el consumo de carne de aves de corral no se relacionó con ninguna causa de muerte. Señalaban que la explicación se encontraba en que las carnes procesadas tienen más ácidos grasos saturados, colesterol, mayor cantidad de sal, nitritos, más aditivos (ahumado, al curado, saborizantes…).
Y es que la tendencia de los individuos en los países occidentales es a no cocinar, sustituir los alimentos crudos por alimentos ya procesados o ultra procesados con los que se ahorra tiempo por un lado al tiempo, al tiempo que garantiza el sabor y las condiciones microbiológicas para su consumo. Según una encuesta realizadas en Europa, EEUU, Canadá se sugiere que el 25-50% del total de energía consumida por el individuo occidental proviene de alimentos ultraprocesados.
El alimento ultraprocesado tiene mayor cantidad de grasas, grasas saturadas, azúcar, sal, poca fibra y vitaminas, entre otros. También contienen más productos contaminantes carcinogénicos producidos en el procesado de los mismos (como acrilamida, aminas heterocíclica, hidrocarburos aromáticos policíclicos..) y por aquellos materiales que se encuentran en contacto con los alimentos debido al empaquetado (bisfenol…). Por último contienen aditivos permitidos pero de uso controvertido como el nitrito de sodio en la carne procesada y el óxido de titanio (pigmento blanco de los alimentos), dado su probable carciogenicidad en modelos animales.
El estudio que comentamos, un estudio francés publicado en el BMJ recientemente, es el primero que evalúa prospectivamente la asociación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y la incidencia de cáncer en base a la evaluación de la ingesta alimentaria.
Se estudiaron a 104.980 individuos de al menos 18 años (media 42,8 años, 78% mujeres), sin antecedentes de cáncer conocido, del una cohorte de la French NutriNet-Santé entre los años 2009-17. Las ingestas alimentarias se recogieron utilizando una documentación repetida (cada 6 meses, según lo consumido 15 días anteriores) en base a la ingesta diaria y el registro de 3300 diferentes “items” alimentarios, que fueron clasificados según el grado de procesado según la clasificación NOVA.
Se estableció un modelo estadístico Cox de modelos aleatorios proporcionales con el que evaluar la asociación de la ingesta de alimentos ultraprocesados y el riesgo de cáncer de mama, próstata, y cáncer colorectal.
Según éste estudio la ingesta de alimentos ultraprocesados estuvo asociado con un aumento del riesgo de padecer cáncer en general (n= 2.228 casos), el hazard ratio (HR) por cada 10% de incremento del alimentos ultraprocesados en la dieta fue de 1,12 (IC 95% 1,06 -1,18); p por tendencia inferior a 0,001); y en el cáncer de mama (n=739 casos); HR 1.11 (IC 95% 1,02 -1,22); p por tendencia 0,02).
Estos resultados se mantuvieron estadísticamente significativos tras ajustarlos por varios marcadores de calidad de la dieta (fueran contenido lipídico, sodio, la ingesta de carbohidratos, …).
Con este estudio se concluye que un incremento del un 10% en la proporción de los alimentos ultraprocesados (panadería horneada industrial –panes procesados, pasteles,..- , patatas fritas, aperitivos, cereales para del desayuno, sopas instantáneas, carnes procesadas –embutidos-, comidas congeladas -pizzas…-, postres listos para comer, bebidas gaseosas edulcoradas…) en la dieta se asociaría con un incremento significativo superior al 10% en el riesgo de padecer cáncer en general y de cáncer de mama en particular. No se pudieron demostrar asociaciones con el cáncer colo-rectal o el de próstata.
En sentido contrario, este estudio mostró como los alimentos frescos o mínimamente procesados como las frutas, vegetales, pasta, arroz, huevos, carne, pescado o leche estuvo asociado con un reducción del riesgo de cáncer en general y de cáncer de mama.
Con todo, se necesitan más estudios para entender el efecto del procesado de los alimentos (composición alimentaria, aditivos, contacto con materiales en el empaquetado y contaminantes generados por el procesado) en dicha asociación. Los resultados, al tratarse de un estudio observacional, deben interpretarse con cautela.
Existen factores confusores no tenidos del todo en cuenta, y que tienen que ver con el hecho de que los que consumen más alimentos ultraprocesados (más del 33%) en comparación con aquellos que ingieren muy poco (menos del 18,7%) son más fumadores (20,2% frente a 16,9%), son más sedentarios (24,7 frente a 20,9%), e ingieren, en las mujeres, más anticonceptivos orales (30,8% frente a 22,8%), lo que podría influir en los resultados.
Con todo, podemos continuar afirmando lo que el World Cancer Research Fund/American Institute for Cancer Research señaló hace años que un 1/3 de los cánceres podrían ser eliminados si se cambiara de estilo de vida (tabaquismo, ejercicio físico..) y sobre todo los hábitos dietéticos en los países desarrollados.
Fiolet T, Srour B, Sellem L, Kesse-Guyot E, Allès B, Méjean C, Deschasaux M, Fassier P, Latino-Martel P, Beslay M, Hercberg S, Lavalette C, Monteiro CA, Julia C1,, Touvier M Consumption of ultra-processed foods and cancer risk: results from NutriNet-Santé prospective cohort. BMJ. 2018 Feb 14;360:k322. doi: 10.1136/bmj.k322.
Kristin Jenkins Highly Processed Foods May Raise Overall Cancer Risk. Medscape February 15, 2018
Rohrmann S, Overvad K, Bueno-de-Mesquita HB, Jakobsen MU, Egeberg R, Tjønneland A, et al.
Meat consumption and mortality - results from the European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition. BMC Med. 2013 Mar 7;11:63. doi: 10.1186/1741-7015-11-63.
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viernes, 30 de marzo de 2018
miércoles, 28 de marzo de 2018
Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre
Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre
La verdad es que no conocía al autor del libro que os comento. Pierre Lemaitre era desconocido para mí. Leyendo sobre el mismo observo que no tiene una gran biografía pero sí algún premio literario lo que siempre es una garantía.
“Nos vemos allá arriba” es un libro que empecé por recomendación de un amigo. No sabía muy bien de que iba. Y el principio me sorprendió. Un libro de guerra, de la primera guerra mundial. De los entresijos humanos en el frente de esta gran contienda. Sin embargo, el libro va más allá y plantea un argumento en parte rebuscado y en parte profundamente razonado sobre una trama distinta pero con un común denominador, la guerra. La verdad es que es un relato entretenido, bien fundamentado, y que se lee bien. Tiene ironía y suspense. Es perfectamente recomendable.
Ed Letras de Bolsillo 2016
domingo, 18 de marzo de 2018
El ejercicio físico también previene la depresión
El ejercicio físico también previene la depresión
Que el ejercicio físico es bueno para nuestro estado mental es conocido; sin embargo no hay muchas pruebas que apoyen esta afirmación. Hoy traemos aquí un estudio publicado en la revista American Journal of Psychiatry que estudia si la práctica de ejercicio físico tiene alguna relación con la aparición de algún nuevo episodio de depresión o ansiedad, y si la intensidad con que practicamos éste se relacionaría con una mayor ganancia y duración en la protección de esta situación.
El estudio HUNT (Health Study of Nord-Trøndelag County) siguió a una población de 33.908 adultos “sanos” del condado de Trøndelag norte (Noruega) que fueron seleccionados; en una primera fase, mediante un cuestionario sobre su historia clínica y de estilos de vida, por el hecho de no presentar síntomas de alteración mental o que tuvieran alguna limitación para realizar actividad física. Este seguimiento se hizo entre el 1984 y el 1986 durante una duración media de 11 años.
Que el ejercicio físico es bueno para nuestro estado mental es conocido; sin embargo no hay muchas pruebas que apoyen esta afirmación. Hoy traemos aquí un estudio publicado en la revista American Journal of Psychiatry que estudia si la práctica de ejercicio físico tiene alguna relación con la aparición de algún nuevo episodio de depresión o ansiedad, y si la intensidad con que practicamos éste se relacionaría con una mayor ganancia y duración en la protección de esta situación.
El estudio HUNT (Health Study of Nord-Trøndelag County) siguió a una población de 33.908 adultos “sanos” del condado de Trøndelag norte (Noruega) que fueron seleccionados; en una primera fase, mediante un cuestionario sobre su historia clínica y de estilos de vida, por el hecho de no presentar síntomas de alteración mental o que tuvieran alguna limitación para realizar actividad física. Este seguimiento se hizo entre el 1984 y el 1986 durante una duración media de 11 años.
sábado, 10 de marzo de 2018
Comer rápido aumenta el riesgo de síndrome metabólico
Comer rápido aumenta el riesgo de síndrome metabólico
Un comportamiento que aparentemente es intrascendente como es el hecho de comer más o menos rápido, tiene su importancia en el peso corporal y en la situación metabólica. Este tema no es nuevo y lo hemos tratado en este blog en dos ocasiones.
A priori, el tiempo tras la ingesta que se instaura la sensación de saciedad influiría en la cantidad de comida y con ello en la cantidad de calorías ingeridas. Sin embargo, Shah M et al hace tres años en un estudio sobre el tiempo utilizado en el desayuno (10 frente a 30 minutos) y evaluando la ghrelina y hormonas incretínicas, fueran GLP-1 o péptido YY no mostraron que se afectaran con la rapidez en la ingesta. A su vez en éstos la energía diaria consumida fue parecida. La diferencia fue la sensación de apetito a los 60 minutos tras la ingesta, que fue menor en aquellos que comieron más despacio.
Hoy hablamos del síndrome metabólico (SM), una entidad relacionada con las alteraciones glucémicas y de la diabetes tipo 2 (DM2), del sobrepeso, de la obesidad y de los factores de riesgo cardiovascular (FRCV).
La idea del estudio de Yamaji T et al (una comunicación publicada en Circulation) es la de evaluar si comer rápido puede relacionarse con la mayor o menor prevalencia de SM.
Para ello estudiaron a 1.083 individuos (642 varones con una edad de 51,2 años) que en revisiones de salud realizados entre el 2008-13 no presentaban SM. El criterio de SM fue definido a partir de un comité de expertos en relación a la población japonesa. Los individuos fueron seleccionados según la velocidad en la ingesta, fuera lenta, normal o rápida. En estos se recabó información sobre los hábitos dietéticos, actividad física, antecedentes patológicos...obtenidos a partir de un cuestionario autoadministrado al inicio del estudio. La ganancia ponderal se definió como el incremento de peso superior a los 10 kg desde la edad de los 20 años.
Durante los 5 años del seguimiento 84 personas debutaron con SM. Las tasas de incidencia de SM entre los que comían lento fueron de 2,3%, normal, 6,5% y rápidamente 11,6%.
Los comedores rápidos aumentaron más rápidamente la circunferencia de la cintura (4,0 cm de los rápidos frente a 1,5 de los normales, y frente a 0,25 cm de los lentos; p 0,007) y en el peso corporal (5,3 Kg de los rápidos frente a 1,56 kg de los lentos, p inferior a 0,001).
Según el riesgo, calculando el hazard ratio ajustado (HR) a los 5 años de seguimiento en la incidencia de SM en el grupo de ingesta rápida frente a aquellos que comían normalmente, fue de 1,89 (IC 95% 1,21-2,98, p inferior a 0,05) y frente a aquellos que comían lentamente de 5,49 (IC 95%1,30-23,3, p inferior a 0,05).
Según éste estudio comer rápido se asociaría no solo con ganancia ponderal si no con cambios en los niveles de los triglicéridos (OR 3,59), las lipoproteínas de alta densidad (HDL) (OR 0,9), todo ellos componentes del SM.
Según este estudio comer rápido aumenta el riesgo de obesidad y de SM. O lo que es lo mismo, comer despacio sería una medida preventiva del SM, al menos en individuos japoneses. Un estudio de Zhu B et al hace 3 años, sobre 8.941 individuos también japoneses (40-75 años) sin SM entre 2008-11, y 647 pacientes con SM detectados en el seguimiento, apuntaban un aumento del un 30% de riesgo relativo de SM en los comedores rápidos, hazard ratio 1,3 (IC 95% 1,05-1,6) en la linea del estudio comentado.
Así que a comer más despacio
Yamaji T, Mikami S, Kobatake H, Tanaka K, Higashi Y, Kihara Y. Slow down, you eat too fast: Fast eating associated with obesity and future prevalence [abstract 20249]. Circulation. 2017;136: A20249.
Shah M, Crisp K, Adams-Huet B, et al. The effect of eating speed at breakfast on appetite hormone responses and daily food consumption. J Investig Med. 2015;63:22-28.
Zhu B, Haruyama Y, Muto T, Yamazaki T. Association between eating speed and metabolic syndrome in a three-year population-based cohort study. J Epidemiol. 2015;25:332-336.
Sook Ling Leong, Clara Madden, Andrew Gray, Debra Waters, Caroline Horwath .Faster Self-Reported Speed of Eating Is Related to Higher Body Mass Index in a Nationwide Survey of Middle-Aged Women. Journal of the American Dietetic Association. 2011: Volume 111, Issue 8 , Pages 1192-1197, August 2011
Patrice Wendling, Charles P. Vega. Can Eating Fast Lead to Obesity, Metabolic Syndrome?. Medscape 2018
Un comportamiento que aparentemente es intrascendente como es el hecho de comer más o menos rápido, tiene su importancia en el peso corporal y en la situación metabólica. Este tema no es nuevo y lo hemos tratado en este blog en dos ocasiones.
A priori, el tiempo tras la ingesta que se instaura la sensación de saciedad influiría en la cantidad de comida y con ello en la cantidad de calorías ingeridas. Sin embargo, Shah M et al hace tres años en un estudio sobre el tiempo utilizado en el desayuno (10 frente a 30 minutos) y evaluando la ghrelina y hormonas incretínicas, fueran GLP-1 o péptido YY no mostraron que se afectaran con la rapidez en la ingesta. A su vez en éstos la energía diaria consumida fue parecida. La diferencia fue la sensación de apetito a los 60 minutos tras la ingesta, que fue menor en aquellos que comieron más despacio.
Hoy hablamos del síndrome metabólico (SM), una entidad relacionada con las alteraciones glucémicas y de la diabetes tipo 2 (DM2), del sobrepeso, de la obesidad y de los factores de riesgo cardiovascular (FRCV).
La idea del estudio de Yamaji T et al (una comunicación publicada en Circulation) es la de evaluar si comer rápido puede relacionarse con la mayor o menor prevalencia de SM.
Para ello estudiaron a 1.083 individuos (642 varones con una edad de 51,2 años) que en revisiones de salud realizados entre el 2008-13 no presentaban SM. El criterio de SM fue definido a partir de un comité de expertos en relación a la población japonesa. Los individuos fueron seleccionados según la velocidad en la ingesta, fuera lenta, normal o rápida. En estos se recabó información sobre los hábitos dietéticos, actividad física, antecedentes patológicos...obtenidos a partir de un cuestionario autoadministrado al inicio del estudio. La ganancia ponderal se definió como el incremento de peso superior a los 10 kg desde la edad de los 20 años.
Durante los 5 años del seguimiento 84 personas debutaron con SM. Las tasas de incidencia de SM entre los que comían lento fueron de 2,3%, normal, 6,5% y rápidamente 11,6%.
Los comedores rápidos aumentaron más rápidamente la circunferencia de la cintura (4,0 cm de los rápidos frente a 1,5 de los normales, y frente a 0,25 cm de los lentos; p 0,007) y en el peso corporal (5,3 Kg de los rápidos frente a 1,56 kg de los lentos, p inferior a 0,001).
Según el riesgo, calculando el hazard ratio ajustado (HR) a los 5 años de seguimiento en la incidencia de SM en el grupo de ingesta rápida frente a aquellos que comían normalmente, fue de 1,89 (IC 95% 1,21-2,98, p inferior a 0,05) y frente a aquellos que comían lentamente de 5,49 (IC 95%1,30-23,3, p inferior a 0,05).
Según éste estudio comer rápido se asociaría no solo con ganancia ponderal si no con cambios en los niveles de los triglicéridos (OR 3,59), las lipoproteínas de alta densidad (HDL) (OR 0,9), todo ellos componentes del SM.
Según este estudio comer rápido aumenta el riesgo de obesidad y de SM. O lo que es lo mismo, comer despacio sería una medida preventiva del SM, al menos en individuos japoneses. Un estudio de Zhu B et al hace 3 años, sobre 8.941 individuos también japoneses (40-75 años) sin SM entre 2008-11, y 647 pacientes con SM detectados en el seguimiento, apuntaban un aumento del un 30% de riesgo relativo de SM en los comedores rápidos, hazard ratio 1,3 (IC 95% 1,05-1,6) en la linea del estudio comentado.
Así que a comer más despacio
Yamaji T, Mikami S, Kobatake H, Tanaka K, Higashi Y, Kihara Y. Slow down, you eat too fast: Fast eating associated with obesity and future prevalence [abstract 20249]. Circulation. 2017;136: A20249.
Shah M, Crisp K, Adams-Huet B, et al. The effect of eating speed at breakfast on appetite hormone responses and daily food consumption. J Investig Med. 2015;63:22-28.
Zhu B, Haruyama Y, Muto T, Yamazaki T. Association between eating speed and metabolic syndrome in a three-year population-based cohort study. J Epidemiol. 2015;25:332-336.
Sook Ling Leong, Clara Madden, Andrew Gray, Debra Waters, Caroline Horwath .Faster Self-Reported Speed of Eating Is Related to Higher Body Mass Index in a Nationwide Survey of Middle-Aged Women. Journal of the American Dietetic Association. 2011: Volume 111, Issue 8 , Pages 1192-1197, August 2011
Patrice Wendling, Charles P. Vega. Can Eating Fast Lead to Obesity, Metabolic Syndrome?. Medscape 2018
jueves, 8 de marzo de 2018
La Historia del Rey transparente, de Rosa Montero
La Historia del Rey transparente, de Rosa Montero
Libro de hace algunos años de la escritora Rosa Montero, que releo por segunda vez dado el regusto que me dejó. Estaba buscando algo de historia, de ficción, de cuento de niños y sobre todo bien escrito.
La época del Medioevo, entre los siglos XII y XIII, la llamada cruzada de los Albigenses o de los Cátaros siempre me ha cautivado. Como una iniciativa loable, una aplicación más humana de la religión cristiana, en aquella, como en otras épocas, no podía durar. Como la ingenuidad del pacifismo en la época de las cruzadas estaba condenada al fracaso. Y todo ello contado de una manera fantástica como narración infantil a partir de las aventuras de una adolescente que va buscando a su novio. Bonito a la vez que entretenido.
Recomendable.
Historia del Rey Transparente (Alfaguara, 2012)
Libro de hace algunos años de la escritora Rosa Montero, que releo por segunda vez dado el regusto que me dejó. Estaba buscando algo de historia, de ficción, de cuento de niños y sobre todo bien escrito.
La época del Medioevo, entre los siglos XII y XIII, la llamada cruzada de los Albigenses o de los Cátaros siempre me ha cautivado. Como una iniciativa loable, una aplicación más humana de la religión cristiana, en aquella, como en otras épocas, no podía durar. Como la ingenuidad del pacifismo en la época de las cruzadas estaba condenada al fracaso. Y todo ello contado de una manera fantástica como narración infantil a partir de las aventuras de una adolescente que va buscando a su novio. Bonito a la vez que entretenido.
Recomendable.
Historia del Rey Transparente (Alfaguara, 2012)
sábado, 3 de marzo de 2018
Garantizar que un especialista en pediatría atienda a todos los niños en Atención Primaria. Una campaña poco afortunada
Garantizar que un especialista en pediatría atienda a todos los niños en Atención Primaria. Una campaña poco afortunada
Hace un mes volví a abrir el tema de la pediatría en la atención primaria (AP) en nuestro país. Comenté la inquietud, a mi entender infundada, de los pediatras (PED) por la “desaparición” de esta figura en la AP, habida cuenta la falta de éstos en ciertos lugares que son sustituidos por médicos de familia (MF) con experiencia en este tramo de edad.
Al efecto se ha realizado una campaña de recogida de firmas a instancias de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) con una reinvindicación clara pero con un objetivo imposible, tal como se plantea: “que las administraciones garanticen el derecho de todos los niños y adolescentes a tener un médico especialista en Pediatría en los centros de salud del sistema sanitario público español”
La realidad es, como señalé en un artículo sobre el “futuro de la atención primaria ante la falta de médicos” (FMC 2008), que los PED en España siempre se han movido entre el exceso (previo al aumento de la edad pediátrica, allá por los 80) o la carencia (plazas atendidas por MF, en la actualidad), la reinvindicación de una edad pediátrica cada vez más dilatada y la pretensión de que el tramo pediátrico en AP sea atendido en exclusividad por un especialista en PED. Y casar todos estos aspectos a la vez es complicado. O faltan o sobran según la natalidad y la edad asistencial, de modo que el único ajuste del número de PED a la realidad poblacional es modificando la edad pediátrica. Subir o bajar según la demografía. Lo otro, es quererlo todo sin posible arreglo a corto plazo más que permitir que los MF ocupen, como está ocurriendo desde hace mucho tiempo, dichas plazas. Que dicho sea de paso son las menos apetecibles por los PED, habitualmente pueblos.
Hace un mes volví a abrir el tema de la pediatría en la atención primaria (AP) en nuestro país. Comenté la inquietud, a mi entender infundada, de los pediatras (PED) por la “desaparición” de esta figura en la AP, habida cuenta la falta de éstos en ciertos lugares que son sustituidos por médicos de familia (MF) con experiencia en este tramo de edad.
Al efecto se ha realizado una campaña de recogida de firmas a instancias de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) con una reinvindicación clara pero con un objetivo imposible, tal como se plantea: “que las administraciones garanticen el derecho de todos los niños y adolescentes a tener un médico especialista en Pediatría en los centros de salud del sistema sanitario público español”
La realidad es, como señalé en un artículo sobre el “futuro de la atención primaria ante la falta de médicos” (FMC 2008), que los PED en España siempre se han movido entre el exceso (previo al aumento de la edad pediátrica, allá por los 80) o la carencia (plazas atendidas por MF, en la actualidad), la reinvindicación de una edad pediátrica cada vez más dilatada y la pretensión de que el tramo pediátrico en AP sea atendido en exclusividad por un especialista en PED. Y casar todos estos aspectos a la vez es complicado. O faltan o sobran según la natalidad y la edad asistencial, de modo que el único ajuste del número de PED a la realidad poblacional es modificando la edad pediátrica. Subir o bajar según la demografía. Lo otro, es quererlo todo sin posible arreglo a corto plazo más que permitir que los MF ocupen, como está ocurriendo desde hace mucho tiempo, dichas plazas. Que dicho sea de paso son las menos apetecibles por los PED, habitualmente pueblos.